septiembre 30, 2008

Barcelona, 28 de septiembre de 2008


Barcelona, 28 de septiembre de 2008. Con esta frase escuálida y fría terminó Arcadi Espada la lectura del manifiesto en la plaza Sant Jaume de Barcelona. Con ella se daba término a la manifestación que acabó abarrotando la plaza bajo el lema: “No a la imposición lingüística en nuestras escuelas”.

Extraña frialdad para cerrar un acto y varios parlamentos encendidos y tremendos. Extraña frialdad del final del texto frente al crítico manifiesto leído por él, y de la pasión mostrada por todos los discursos de las asociaciones cívicas que le precedieron. Extraña, pero no vacía. Esa fecha, 28 de septiembre de 2008, estaba preñada de futuro y libertad. Con ella se cerraba un tiempo de silencio y sumisión al más irracional desvarío que la ingenuidad democrática de una generación de españoles no supo ver a tiempo. Y también con ella se abría el fin de esa sumisión. Hoy es posible que a la mayoría no le diga nada y, sin embargo, con ella Arcadi lo dijo todo: Somos ciudadanos de un pueblo libre en un Estado de Derecho que no estamos dispuestos a seguir consistiendo que una pandilla de traficantes de sentimientos arruinen nuestros derechos. Los nuestros y los de nuestros hijos.


Lo dijo Gloria Lagos con palabras sencillas: “…arrimaremos el hombro para que este disparate sea solo un mal recuerdo en España. No me importa si un niño ha nacido en Barcelona, en Vitoria, en Mallorca o en Orense; es un niño. Si él no puede defenderse, nosotros lo haremos en su nombre”. Gloria venía de Galicia, representaba a la asociación cívica “Galicia bilingüe”, una de las veinte y una que se había sumado a la llamada de “Ciudadanos” y al apoyo del Partido Popular y Unión Comunista de España, además de la llamada de Unión, Progreso y Democracia a secundar todos los actos en que se defiendan los derechos lingüísticos en cualquier lugar de España.

“Barcelona, 28 de septiembre de 2008” ha costado tres décadas en pronunciarla. Humillaciones e impotencias, infinitas frustraciones acumuladas a lo largo de un tiempo sórdido donde los derechos más elementales se han conculcado en la más absoluta impunidad; miserables estigmas marcados a fuego por una prensa sumisa al poder nacionalista, heridas del alma…, ciudadanos indefensos ante el acoso moral de un tiempo histórico donde los verdugos pasaban por víctimas camuflados en el último refugio de los canallas: la nación. La nación real o inventada, qué más da, nación al fin construida de exclusiones. El reverso sucio de aquella “nación de ciudadanos libres e iguales” que la Ilustración nos abrió a las democracias para acabar con el derecho divino y con todas las expropiaciones que cualquier casta, que más da, imponen en nombre de un rey, de un iluminado militar o de una lengua propia en peligro de extinción.

Ese tiempo de silencio interior que millones de ciudadanos han gestionado con dignidad o sin ella, ha costado un mundo desenmascararlo. Tres décadas, para ser más exactos. Un puñado de don nadies, con oficios, pero sin beneficios, altruistas, arriesgados, insensatos para muchos, indeseables para casi todos, han escrito con su esfuerzo cada letra de esa fecha: Barcelona, 28 de septiembre de 2008. En ella están inscritas todas las asociaciones cívicas que en el más absoluto desamparo han luchado para llenar un día la plaza de Sant Jaume de ciudadanos corrientes reivindicando uno de los derechos más elementales del ser humano: libertad para trasmitir a sus hijos la lengua que aprendieron de sus padres. No importa cuál. Porque no hay lenguas buenas ni malas. Pero si además es oficial y común a todos los españoles, amparada por la Constitución y conocida por todos, el disparate es, si cabe, aún más incomprensible.

Y no era fácil, hemos necesitado tres décadas para atrevernos a pisar la calle, a vencer el miedo, el miedo a ser señalados, excluidos, y el miedo a estar solos, abandonados al fin por todas las instituciones que habrían de defendernos.

Por eso, hoy, 28 de septiembre de 2008, es el fin del acoso y el principio de una rebelión cívica. Nada volverá a ser igual, ni un día más volveremos a consentir que se nos pisoteen nuestros derechos, ni un día más volveremos a vivir con la sensación de estar abandonados a nuestra suerte. A partir de ahora, la falsa cohesión social con que nos chantajean y sobre la que construyen la exclusión de tantos ciudadanos la exigiremos y la convertiremos en el límite de sus abusos.

No puede haber cohesión social sin igualdad de derechos: Queremos poder educar a nuestros hijos en la lengua o en las lenguas, que la libertad garantizada por la Constitución, decidamos. Y quien nos lo impida habrá de enfrentarse al espejo del racismo cultural que tantas veces en la historia se ha impuesto con mil y una disculpas: la raza, la patria, la clase social, el sexo…, o la lengua propia.

La impunidad en la que estos hacedores de patrias y exclusiones han impuesto sus privilegios, ha terminado. Ya tiene fecha: El 28 de septiembre de 2008. La plaza de Sant Jaume abarrotada de ciudadanos libres, conscientes de sus derechos, lo certifica.

Sé que arriesgo demasiado, pero también arriesgamos el 1 de noviembre de 2006 y llevamos a tres ciudadanos al Parlamento de Cataluña por idéntico empeño. Entonces la atmósfera nacionalista con la que nos asfixiaban había logrado que a la sociedad catalana le resultara inimaginable. Pero la noche electoral de El Calderón, con las cámaras de TV3 obligadas a gravar lo inadmisible, nos enseñó que nada es imposible si la empresa es justa y hay ciudadanos dispuestos a no aceptar vivir como súbditos.

La manifestación había empezado en la plaza Urquinaona a las 11 de la mañana de un domingo soleado. Banderas plurales, leyendas de libertad, rimas de colores: “Menos nación y más educación”, “¿Dónde está?, ¡no se ve!, el PSC”; y siempre “¡Libertad!, ¡libertad!, ¡Libertad”, que convertían en un callejón de ecos la bella y ancha Vía Layetana. Allí, desde Urquinaona hasta la calle Fernando, gentes corrientes, llenándolo todo, hasta los huecos de los intransigentes que convinieron finalmente en no aparecer. Ni un solo incidente. Una fiesta democrática, una mañana de sol y de paseo hacia la libertad.

A un lado el Ayuntamiento, al otro la Generalitat, un escenario en bilingüe: “No a la imposición lingüística” y un símbolo con la lengua de los Rolling Stones cortada a la mitad. La voz maravillosa del actor Toni Cantó comenzó los parlamentos en una plaza Sant Jaume llena de libertad. Valiente este chico en nación tan dada al ajuste de cuentas. Había declarado:

“Yo saldré a la calle para reivindicar la obviedad. Esa que los nacionalistas niegan. En este país se vulneran derechos fundamentales por asuntos lingüísticos y los ciudadanos deberían tener más libertad a la hora de elegir la educación de sus hijos, algo que me parece fundamental”.

Como maestro de ceremonias dio paso a varios representantes de las asociaciones cívicas de Cataluña y del resto de España. Con garra y un catalán perfecto, Irene García denunció el acoso moral a que los propios catalanoparlantes han sido sometidos en nombre del miedo a perder su cultura y su lengua: “Saben quan em vaig adonar que m’havia de convertir en una mare que s’oposava a la immersió lingüística a les nostres escoles? El dia que algú supusadament “bo” (…) em va dir que sense una immersió del nostres fills en català, la nostra llengua desapareixeria. (…) No tolero que m’amenacin (…) No era una amenaça directa, sinó una de molt astuta (…) si no “fem” això, “ens passarà” aquesta cosa. Compte!: “Ens passarà, a tots, és a dir, a tu també. Si no els imposem la immersió, desapareixerà la “teva” llengua, la “teva” cultura, en definitiva: el teu món, i desapareixeràs tu”. Irene acababa de psicoanalizar el alma miserable de quienes han amedrentado y explotado los mejores sentimientos de una ciudadanía dispuesta a defender con sinceridad la lengua catalana. Lo que no dijo Irene, pero nos lo recordó en carne propia la puericultura, Sara Burgos es que no sólo coaccionan sutilmente; cuando conviene, utilizan las represalias laborales sin miramientos. Acababa de perder el trabajo por negarse a desatender en castellano a los niños que se dirigían a ella en este idioma. Su delito había sido haberlo denunciado en “El Mundo”. El miedo guarda la viña. Francisco Caja, presidente de Convivencia Cívica Catalana, que había llevado al Parlamento de Cataluña la Iniciativa Legislativa Popular en defensa del castellano, lo recordó en su expresión más trágica: el secuestro y tiro a Federico Jiménez Losantos en 1981 por haber firmado el manifiesto, “Por la igualdad de derechos lingüísticos en Cataluña”. O sea, lo mismo que hoy, pero 27 años antes.

Iñaki Ezkerra fue despiadado en su descripción: “Se llamaba Herodes a un tipo que asesinó a los niños de su reino ante el temor de que uno de ellos pudiera usurparle un día el trono. Ibarretxe y Montilla son lo que podemos llamar “Herodes pedagógicos”. Tratan de decapitar intelectualmente a las nuevas generaciones quitándoles el castellano, quitándoles el dominio perfecto de la lengua común, quitándoles las posibilidades de desarrollarse culturalmente para que no haya entre ellos quienes un día puedan relevarles en el poder y traer la libertad al País Vasco y a Cataluña”.

El representante del “Círculo Balear”, Antonio Almendros, dejó claro que la instrumentalización de la lengua ha excedido los límites de Cataluña y el País Vasco: “Hoy hemos demostrado a nuestros gobernantes que la falta de libertad lingüística es un problema nacional”. Marga Santamaría, de “La Plataforma de padres por la libertad de elección lingüística” del País Vasco, lo puso en evidencia a continuación: “Soy una madre de un niño de 8 años. Vivo (…) en Vitoria donde el 95 % de sus habitantes son castellanohablantes…” El resto ya lo conocemos. Como quiera que los niños castellanohablantes no alcanzan el nivel de euskera que la nación precisa, el Gobierno Vasco retirará la subvención a los colegios que no alcancen los niveles de euskaldunización idóneos. “Al Gobierno Vasco no le interesa si nuestros hijos adquieren conocimientos científicos, culturales, históricos o artísticos. Únicamente que aprendan y usen euskera”.

Cerró las intervenciones cívicas Elvira Fuentes, la presidenta de la Asociación por la Tolerancia que junto con la Asociación Cultural Miguel de Cervantes y CADECA, fueron los primeros movimientos cívicos que se rebelaron contra la limpieza lingüística en Cataluña. Y destacó una de las miles de contradicciones del actual Gobierno de Zapatero: “Hace unos meses, nuestra Ministra de Educación, en una visita a Andorra, alabó sus sistema de educación y dijo que los alumnos andorranos tienen: “la inmensa suerte de poder elegir entre tres sistemas educativos diferentes” y que era un orgullo para ella que puedan optar por el Sistema Educativo Español en diez centros. Pues bien, Sr. Cabrera, -inquirió Elvira como si se dirigiera a ella- eso es justamente lo que exigimos para nosotros: que los padres tengan libertad de elegir el sistema educativo que desean para sus hijos y, si así lo deciden, educarlos en castellano”.

Ya en tono festivo, Toni Cantó cerró el acto con una anécdota en directo. Abrió su móvil, y leyó un mensaje que “una buena amiga nacionalista” le había enviado la noche anterior del acto al enterarse de que había accedido a presentarlo: “Me duele que te manipulen esos cabrones. Ojalá fracase la convocatoria”. Y Toni sin inmutarse pidió a la plaza entera que posara en posición de butifarraza para enviársela a su amiga. Cosa de actores y de gente sin complejos.

Lo histórico ya lo he dicho, la fecha: Barcelona, 28 de septiembre de 2008. Su símbolo, la evidencia de que en España, quienes defendemos una nación de ciudadanos libres e iguales en deberes y derechos, y consideramos a la lengua común de todos los españoles un patrimonio constitucional que nada ni nadie puede excluir como lengua vehicular de ninguna escuela de España, hemos demostrado que juntos tenemos más fuerza que separados.

Antonio Robles

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ASOCIACIONES CÍVICAS CONVOCANTES:

Asociación por la Tolerancia, Asociación por la Igualdad de las Lenguas Oficiales, Asocolombia, Acción Cultural Miguel de Cervantes, CADECA, Círculo Balear, Ciutadans de Catalunya, Asociación de Juristas No Nacionalistas, Convivencia Cívica Catalana, Denaes, Foro de Ermua, Foro España Hoy, Fundación Concordia, Fundación España y Libertad, Galicia Bilingüe, Juventudes Liberales, Mujeres en Igualdad, Padres por la Libertad de Elección Lingüística del País Vasco, Profesores por el Bilingüismo, Unión de Guardias Civiles, Universitarios Liberal Demócratas.

septiembre 29, 2008

Barcelona, capital del bilingüismo



Vídeos de la manifestación contra la imposición lingüística celebrada ayer en Barcelona, organizada por C's y apoyada por otros 4 partidos políticos y unas 20 asociaciones cívicas de toda España.

Los vídeos han sido elaborados por compañeros de la Agrupación del Baix Llobregat Sud de Ciudadanos - Partido de la Ciudadanía.

septiembre 28, 2008

Manifiesto "NO a la imposición lingüística en nuestras escuelas"


Texto leído por Arcadi Espada en la manifestación de hoy en Barcelona:

Los territorios no tienen lengua. Las lenguas son de los ciudadanos, y hace siglos que el castellano convive con las lenguas de las diferentes comunidades españolas. Esta es la realidad que molesta, que quiere liquidar el nacionalismo mediante la imposición y la coacción; vulnerando los derechos de los catalanes y del resto de españoles. En Cataluña, han convertido el catalán en el fundamento para la construcción de su nación imaginada.


La Generalitat y el resto de poderes públicos de Cataluña han establecido el catalán como lengua propia de las instituciones, despojando a los ciudadanos de sus derechos lingüísticos, e imponiéndoles devoción, lealtad y deberes para con la lengua. Sin embargo, sólo el individuo es sujeto de derechos, no las lenguas o los territorios, y las lenguas importan porque las hablan los ciudadanos. No es el ciudadano el que tiene que estar al servicio de las lenguas, sino a la inversa, posibilitando su comunicación, ampliando su espacio de libertad y facilitando su acceso a los bienes económicos, políticos y culturales de la sociedad.

La imposición lingüística que padecemos en diferentes comunidades autónomas convierte a España en el único país el mundo donde los ciudadanos no tienen derecho a estudiar en la lengua oficial del Estado. La cooficialidad de lenguas, establecida en la Constitución para las comunidades bilingües de nuestro país, debería ser una garantía de derechos y libertades lingüísticas para todos los ciudadanos, y no una lucha por parte de determinados gobiernos autonómicos para convertir las lenguas cooficiales en la única lengua oficial de la administración, de las escuelas o de los medios de comunicación de la autonomía que gobiernan.

En Cataluña se impone el catalán como única lengua vehicular sobre el castellano, en la educación y en todos los ámbitos públicos, con la pretensión de que ésta sea la única lengua social, limitando así de forma artificial el estatus del castellano, dándole el carácter de idioma extranjero y recluyéndolo a un uso privado y familiar. La Generalitat no repara en medios: desde negar el carácter catalán de la cultura hecha por catalanes en lengua castellana a exigir un innecesario dominio lingüístico de las lenguas cooficiales para acceder a determinados puestos de trabajo en la administración pública. Esto supone, sin duda, una barrera laboral que atenta contra la libertad de circulación por toda España de los trabajadores. En su afán de excluir al castellano, no han dudado en fomentar la delación mediante las oficinas de garantías lingüísticas.

A pesar de que en Cataluña el castellano y el catalán son lenguas cooficiales, el gobierno de la Generalitat, mediante el sistema de inmersión lingüística, ha impuesto el catalán como lengua exclusiva de la escuela en todos sus niveles, marginando y vetando el uso del castellano en las aulas y fuera de ellas, limitando a dos míseras horas semanales el aprendizaje de la lengua de más de la mitad de sus ciudadanos, e instruyendo a los centros públicos para que sus profesores excluyan el uso del castellano de los recreos, de las reuniones de padres, de las conversaciones entre profesores, y de los comunicados internos y externos.

El modelo obligatorio de inmersión actualmente implantado en Cataluña se sostiene en la imposición, tratando de evitar que los alumnos y sus padres puedan elegir la lengua o lenguas oficiales en las que desean cursar sus estudios. Por tanto, no sólo supone una discriminación para aquellos alumnos que desean recibir la enseñanza en la lengua oficial en toda España, sino también la discriminación de todos aquellos que quieren una enseñanza bilingüe, es decir, una enseñanza no sólo de dos lenguas sino una enseñanza en dos lenguas, donde ambas sean vehiculares y se usen en la transmisión de conocimientos. En definitiva, de todos aquellos que quieren que el catalán, pero también el castellano, sean lenguas de instrucción.

Sin duda, el proceso de imposición y sustitución lingüística promovido por el nacionalismo se acentuará y endurecerá con la aprobación de la futura Ley de Educación de Cataluña, que otorgará al Departamento de Educación de la Generalitat las competencias exclusivas para establecer los horarios de asignaturas como el castellano, blindando en un texto legal, por primera vez en toda España, la inmersión lingüística obligatoria como metodología oficial para nuestra educación. Una vez más, se burlará la Constitución, se ignorará el decreto de enseñanzas mínimas en educación primaria y se obviarán las múltiples sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que obligan a la Generalitat a ofrecer a los padres la posibilidad de elegir la lengua en que quieren educar a sus hijos. La Generalitat, con la complicidad del Gobierno central, vulnera sistemáticamente la ley, porque en Cataluña la democracia, la Constitución y la propia ley, se subordinan a la construcción de un imaginario colectivo nacional, eterno y supremo.

Frente a la obsesión identitaria y al totalitarismo lingüístico hacemos un llamamiento a la sociedad civil para que con el apoyo de los partidos constitucionalistas, revierta esta situación ilegítima, promoviendo desde las diferentes asociaciones, sindicatos, partidos y desde la propia ciudadanía una ley reguladora de la oficialidad del castellano. Hacemos un llamamiento a los ciudadanos para que demuestren al nacionalismo que enfrente tienen un movimiento cívico capaz de movilizarse, y de luchar en cada ciudad, en cada barrio y en cada colegio por sus derechos lingüísticos y por una enseñanza bilingüe, con el fin de conseguir una sociedad más abierta, con mayor igualdad de oportunidades, más justa, más próspera y más libre.

Plaza Sant Jaume, Barcelona.
28 de septiembre de 2008.

Contra la inmersión


Hoy domingo, día 28 de septiembre (a las 11 de la mañana en Plaza Urquinaona), Ciutadans y un conjunto de asociaciones cívicas han convocado en Barcelona una manifestación con el lema

“No a la imposición lingüística en nuestras escuelas”.

Es la primera vez que la sociedad civil catalana tendrá ocasión de manifestarse de una forma directa en contra de la inmersión lingüística obligatoria. Algunas personas me han expresado, alarmadas, que este tipo de actos ponen en peligro la convivencia. Sorprendido por la afirmación, paso a calmar a los inquietos y a contestar a los curiosos.

¿Por qué una manifestación?

Hace mucho tiempo que venimos denunciando que el modelo educativo catalán no funciona, entre otros aspectos, por la aplicación de la inmersión lingüística obligatoria. La nueva Ley de Educación Catalana pretende que la convivencia equilibrada del catalán y del castellano en los centros educativos no sea posible. Hasta ahora, era una práctica administrativa irregular pero a partir de la aprobación de la Ley será una norma que sólo el Tribunal Constitucional podrá derogar, eso sí, dentro de varios años.


La vuelta de tuerca ya no tendrá marcha atrás. Por lo tanto, en Cataluña, la educación bilingüe -en castellano y en catalán- y también la trilingüe, devendrán imposibles.

Los resultados del informe PISA y las conclusiones a las que ha llegado la Fundación Bofill a partir del mismo, revelan que Cataluña figura en los vagones de cola de los modelos educativos en cuanto a eficiencia y calidad. El tan cacareado sistema educativo catalán es un estrepitoso fracaso y a ello contribuye, sin ningún género de dudas, un modelo escolar que prima la educación en la “lengua nacional”, según terminología al uso de nacionalistas, a la mejor pedagogía que sostiene que los modelos de inmersión lingüística son adecuados siempre que sean aceptados voluntariamente y no impuestos.

Lo que pretendemos con la manifestación del día 28 de septiembre es que la sociedad catalana tome conciencia de que el modelo educativo actual perjudica su desarrollo económico y a una gran mayoría de alumnos, los más débiles, los aboca al fracaso escolar por las ensoñaciones totalitarias de sus gobernantes. El sistema monolingüístico es un fiasco, demos una oportunidad a la libertad de elección de lenguas en la escuela.

Invito a todos aquellos que creen que es posible una escuela más libre y más plural lingüísticamente a que acudan a la manifestación. La cohesión social se asienta, fundamentalmente, en hacer normal en los centros educativos lo que es normal en la calle y en los hogares catalanes, esto es, el bilingüismo. No tengan miedo, y colaboren a asegurar la convivencia reclamando el derecho de padres y alumnos a elegir, en libertad y sin trampas ni coacciones el régimen lingüístico escolar.

José Domingo

septiembre 27, 2008

La esquizofrenia o el oportunismo lingüístico de Comisiones Obreras

Tal como podemos leer en la noticia publicada por El País el pasado jueves, parece ser que Comisiones Obreras de Euskadi quieren ponerse ahora a la cabeza de la manifestación en la defensa de los derechos de los ciudadanos y de los profesores contra el último delirio lingüístico del Tripartito vasco: la pretensión de ir imponiendo la inmersión lingüística en vascuence en la escuela vasca. ¡Bienvenidos al club de los partidarios de los derechos ciudadanos por encima de los derechos de la tribu! ¡Ya era hora!

¿Y por qué en Euskadi sí y en el resto de las comunidades autónomas dominadas por el nacionalismo no? Bueno, eso lo tendrían que responder ellos.


Que sepamos han estado callados como mudos ante la progresiva marginación del modelo A, enseñanza en castellano con el vascuence como asignatura y, en cierto modo también del modelo B, enseñanza bilingüe, pero ahora que la consejería en manos del partido “pequeño burgués” radicalizado, Eusko Alkartasuna, se ha puesto manos a la obra para dar la vuelta de tuerca definitiva del delirio inmersor, se han despertado... y si nos fijamos bien en los argumentos, tampoco son de mucho calado.

En definitiva se oponen porque el vasco es “muy difícil” y además resulta grotesco para cualquier persona con sentido común y no borracho de nacionalismo, que una lengua hablada por una minoría de la población (que en Álava no llega al 6%, por ejemplo) vaya a convertirse en la lengua vehicular de la enseñanza. No es una cuestión de derechos ciudadanos de los trabajadores o de respeto a la legalidad bilingüe, no, es porque se han “pasao” los nacionalistas.

Pero en Cataluña y en Galicia, ni están ni se les espera y desde Ciutadans hemos de denunciarlo.

La contaminación nacionalista y etnicista de los partidos y organizaciones sociales de izquierda en España ha sido brutal: han dejado hacer, permitiendo sin denunciarlo que millones de ciudadanos y miles de profesionales de la enseñanza hayan sufrido la opresión lingüística, y mientras el nacionalismo reaccionario ha ido tomando posiciones. Ha tenido que ser el electroshock de la pretensión de Ibarretxe, Madrazo (¡de IU!) y el loco de Azkarraga, el que les haya hecho reaccionar, pero solo en Euskadi.

Mientras tanto en Cataluña, tanto Comisiones Obreras como UGT parece que continúan en su empeño de “construcción nacional” olvidándose que los sindicatos de trabajadores están para defender TODOS LOS DERECHOS DE LOS TRABAJADORES y de la ciudadanía.

Propongo un lema para la manifestación de mañana día 28:

“DONDE ESTÁ, NO SE VE, COMISIONES NI UGT”

J.A.

septiembre 26, 2008

Miembros de UPyD asistirán a título personal a la marcha procastellano

Siguen las adhesiones a la manifestación organizada por Ciutadans-Partido de la Ciudadanía para el próximo domingo en Barcelona, bajo el lema

'NO a la imposición lingüística en nuestras escuelas'.

Ayer se unieron Convivencia Cívica, el Foro España Hoy, Juventudes Liberales y Universitarios Liberal Demócratas, estos últimos conocidos por participar en la campaña de recogida de 50.000 firmas de una iniciativa popular a favor del castellano.

Pero en ese listado [en el que ya figuraban Círculo Balear, Asociación por la Tolerancia, Galicia Bilingüe, Plataforma por la Libertad de Elección Lingüística, Asociación Cultural Miguel de Cervantes, CADECA, Profesores por el Bilingüismo, Civis Iuris, Unión de Guardias Civiles, Partido Popular, Ciudadanos de Menorca y Unificación Comunista de España] todavía se echa de menos una organización: Unión Progreso y Democracia (UPyD). Una portavoz del partido en la capital catalana aseguró ayer a este diario que sólo está asegurada la asistencia de una delegación, que lo hará en todo caso a título personal.

[Última hora: Asocolombia, UPyD y Foro de Ermua también han anunciado que apoyan la manifestación.]


Existen diferencias entre los convocantes y UPyD. Según explicaron las mismas fuentes, la coordinadora barcelonesa de la formación no ha recibido invitación alguna para sumarse a la convocatoria. Argumentan que Ciutadans únicamente dirigió una carta a su líder nacional, Rosa Díez, que por incompatibilidad de agendas excusó su ausencia y advirtió que se cursara la misma invitación a la organización barcelonesa. Eso, según UPyD, no habría sucedido y de ahí la falta de adhesión a escasos dos días de la convocatoria. En Ciutadans, en cambio, aseguraban ayer que no tienen «ninguna respuesta de la carta enviada».

Comitiva 'popular'

De esa forma, con UPyD sucederá algo similar que con lo ocurrido con el PP, que estará representado por diversos miembros del partido a título individual. En este caso, sin embargo, la formación sí que se ha adherido pese a que esta semana intentó participar en la convocatoria de la protesta, alegando su experiencia y capacidad para organizar eventos de este tipo. Fuentes del Partido Popular aseguraban que se desconoce quienes formarán parte de la comitiva que asistirá a la manifestación que recorrerá el centro de Barcelona, entre la plaza de Urquinaona y la plaza de Sant Jaume, donde se encuentran la sede de la Generalitat y del Ayuntamiento barcelonés, con competencias educativas en Cataluña a diferentes niveles.

Pese a que van creciendo los apoyos en torno a la convocatoria, la organización de la manifestación no se atrevía todavía ayer a lanzar una cifra aproximada de asistencia. El escritor y periodista Arcadi Espada será el encargado de leer el manifiesto, mientras que Toni Cantó realizará la presentación. Del actor valenciano ya es conocido su apoyo a la formación que preside Albert Rivera, ya que ha participado en algunos actos del partido, algunos de los cuales durante la última campaña de las elecciones municipales.

La protesta tiene como objetivo poner de manifiesto el hartazgo de la sociedad a niveles «insospechados» a los que ha llegado la imposición de la lengua catalana en las escuelas en detrimento del castellano, como resultado de la política de inmersión lingüística llevada a cabo por la Generalitat. Según el secretario general de Ciudadanos, Manuel García Bofill, la imposición pasa «sin miramientos por encima de los derechos de los ciudadanos».

» Artículo publicado en El Mundo

septiembre 25, 2008

Los discursos de la diada ciudadana

A continuación, los discursos completos del acto reivindicativo de C's en la Av. Josep Tarradellas de Barcelona el pasado 11 de septiembre. Intervinieron Jesús Laínz, Francesc de Carreras y Albert Rivera.





septiembre 24, 2008

La lengua propia de Cataluña


Publicamos hoy un artículo de Antonio Robles, escrito hace más de ¡12 años!, en el que ya analizaba la utilización del concepto de 'lengua propia' por los gobernantes nacionalistas y cómo le han dotado de valor jurídico para legitimar la primacía de una de las dos lenguas oficiales de los catalanes sobre la otra:




Desde que el líder independentista, Àngel Colom tuvo la extravagancia de atreverse a considerar al castellano como lengua territorial de Cataluña (Eduard Voltas, “La Guerra de la Llengua”) se ha abierto un debate subterráneo, solapado entre la realidad periodística y los estamentos políticos que promete una bocanada de aire fresco en esta sociedad tutelada. Pero aún no ha llegado a la superficie; y lo que de ella ha emergido sale viciado: se considera una patología lingüística lo que sólo es una realidad lingüística. Problemática, sí, pero tan sana como la pluralidad ideológica. La responsabilidad de este error interesado no nace de las declaraciones de Colom, son una consecuencia de la ambigüedad calculada que sobre el particular impusieron los nacionalistas en el Estatuto.


Dice así el artículo 3 del Estatuto de Cataluña en su apartado 2º: “El idioma catalán es el oficial de Cataluña, así como también lo es el castellano, oficial en todo el Estado Español“. Un experto en sintaxis, seguramente lo hubiera simplificado así: “En Cataluña hay dos idiomas oficiales, catalán y castellano”. Se dice lo mismo, con menos palabras y mucho más claro. Aunque esto último era lo que a lo peor se quería evitar, a juzgar por el equívoco que ya se había introducido en el apartado 1º del mismo artículo 3: “La lengua propia de Cataluña es el Catalán“. En este caso, un experto en Derecho Constitucional tendría motivos más que suficientes para preguntarse por qué los legisladores se empeñaron en hacer antropología lingüística en medio de un texto jurídico.

En un principio, la inclusión en el Estatuto de Cataluña del concepto de “lengua propia” pretendía especificar el estatus histórico que la lengua catalana poseía en Cataluña. Es decir, se hacía mención a que tal lengua era autóctona de este territorio, como el swahili de Kenya o el guaraní, de Paraguay. En ningún caso, tal concepto justificaba rango jurídico alguno sobre la lengua común española. Y así se vendió en su momento por parte de todos. Pero a la vuelta de los años, los nacionalistas gobernantes han convertido tal concepto histórico, en jurídico y por consiguiente, han legitimado una primacía de la lengua catalana sobre la castellana. Alguien me corregirá inmediatamente diciéndome que una y otra son oficiales. Evidentemente, pero al otorgarle un valor jurídico al concepto de lengua propia -aún a sabiendas que ni es constitucional ni lo avala el Estatuto-, permite a la retórica política gobernante legitimar una primacía de la lengua de unos catalanes sobre la lengua de otros. O lo que es lo mismo, permite legitimar los deseos de superioridad del mundo nacionalista sin caer en contradicción o en mala conciencia por imponer un idioma sobre otro.

La consecuencia inmediata de ese contrabando político es la imposición del monolingüismo en el Parlamento de Cataluña, en las escuelas públicas y en general, en las instituciones culturales, recreativas, políticas, económicas, religiosas etc. que domina el nacionalismo. Es decir, en casi todos. He aquí el origen del creciente descontento, por no decir conflicto, que ha generado la politización de la lengua. Sin embargo, los causantes efectivos de él siempre lo han negado.

¿Por qué todos los nacionalistas se han empeñado y se empeñan en negar el problema lingüístico de Cataluña? Respuestas hay varias. Destacaré dos sobre todas las demás: porque sus objetivos monolingüistas se imponen mejor en el silencio, y porque su nacionalismo está fundamentado en la lengua. Es decir, reconocer que existe problema a causa de la lengua, es aceptar que el nacionalismo es origen de problemas. Y, consecuentemente, es poner en cuestión la fuente, el instrumento de donde nace todo su poder. Pero hilemos más fino, ¿por qué ha sido elegida la lengua como signo de demarcación del nacionalismo? Porque el “hecho diferencial” del que emana la disculpa reivindicativa necesita algún elemento objetivo que evidencie la diferencia. No olvidemos -como nos recuerda Gabriel Albiac- que el nacionalismo ni es bueno ni es malo. El nacionalismo es excluyente o, sencillamente, ¡no es!. Y la lengua, en cuanto le permite diferenciar, le permite ser; es decir, le permite excluir. Mas allá de la simulación bilingüista que el poder nacionalista debe sostener, la evidencia de esa verdad es hoy incontestable en Cataluña. Lo cual debería hacernos reflexionar seriamente, tanto por la aberración que supone la “limpieza lingüística” que de ello se sigue, como por el silencio intencionado con el que se tapa la aberración. Sin embargo, los nacionalistas han conseguido que la utilización de la lengua como criterio de demarcación aparezca no sólo como inaplazable y justificado desquite de agravios históricos sino como irreprochable desde el punto de vista moral y político. El embotamiento al respecto es tan eficaz como unánimes los medios periodísticos y políticos puestos a su servicio. Ante situaciones como ésta, sólo la analogía nos puede sacudir las entendederas. Intentémoslo. ¿Se imaginan que el artículo 3 del Estatuto de Cataluña pusiese: “La raza propia de Cataluña es la blanca“? No, claro; no se lo imaginan. No obstante, si lo pusiese, no necesariamente supondría trato discriminatorio contra los ciudadanos catalanes de otras pigmentaciones. Un naturalista podría aclararnos que la mención a la raza propia sólo era una referencia de cariz histórico para especificar que la raza blanca era la autóctona de Cataluña. Claro, que si la especificación no sirviese para fundar derecho u obligación, ¿para qué diantres íbamos a malgastar artículos del Estatuto en poner lo que pertenece a las Ciencias de la Naturaleza? Como vemos, la referencia a la raza nos resulta inaceptable o gratuita. Nunca la admitiríamos como criterio étnico o como esencia de la nación catalana. ¡Raza catalana!. Su sola mención nos resulta grotesca.. Sin embargo, lo que para nosotros nos parece propio de bárbaros para otros ha sido o es signo inequívoco de derecho de ciudadanía. Hace sólo 3 décadas, el líder negro Luther King moría asesinado a cuatro manzanas de la “Estatua de la Libertad” por pretender que los negros no fueran ciudadanos de segunda, y sus hermanos de color de la República Sudafricana han tenido que esperar a las puertas del siglo XXI para poder votar en un país en el que sólo votaban los blancos.

La analogía de la religión propia, al igual que la metáfora de la raza propia, desnuda y transparenta la sinrazón de “la lengua propia“. Nos frotaríamos incrédulos los ojos si un buen día abriésemos el Estatuto y leyésemos en su artículo tercero: “La religión propia de Cataluña es la cristiana“. Si además comprobásemos que nuestros políticos sólo considerasen como auténticos catalanes a aquellos ciudadanos que profesasen públicamente la “religión catalana”, entonces no nos frotaríamos los ojos, nos los sacaríamos. Afortunadamente, a ningún catalán cuerdo se le podría pasar por la cabeza semejante disparate. Pasaron los tiempos en que se confundía el poder religioso y el poder político. El Estado es aconfesional y sus ciudadanos pueden profesar la religión que prefieran o aborrecerlas todas si ese es su deseo. Sin embargo, sólo hace medio siglo el mundo asistió horrorizado a las matanzas genocidas que practicaron mutuamente hindúes y musulmanes en el proceso de creación de Pakistán e independencia de la India. La religión fue el criterio de demarcación sangriento. Millones de personas de religión musulmana llegaron al Pakistán -territorio desgajado de la India en el proceso de independencia para dar cobijo a los musulmanes- desde todos los lugares de la excolonia británica. Mientras, desalojaban ese territorio todas las que profesaban el hinduismo. Pueblos enteros fueron pasados a cuchillo mientras se dirigían a pie al Estado religioso respectivo. Sólo el horror de los campos de exterminio nazis pueden compararse a esta tragedia. Incomprensible para nosotros, seríamos incapaces de sugerir que en Cataluña existe una religión propia y otras impropias. Pero como en la India, este criterio ha sido esgrimido por los exyugoslavos servios, croatas y bosnios para odiarse y matarse durante años. Más o menos como los Irlandeses protestantes y católicos. En uno y otro caso, la lengua no es problema alguno. Como no lo fue el urdu y el hindi para hindúes y musulmanes. En el caso de los irlandeses, el 97 % de la población habla inglés, mientras croatas, bosnios y servios se han entendido en serbocroata sin fricciones. En todos estos casos el criterio de demarcación y la intolerancia consiguiente vienen impuestos por la religión, algo primitivo e inaceptable para nosotros. No creamos, sin embargo, que somos mejores que ellos. Aquí no tenemos religión propia e impropia, pero sí tenemos “lengua propia” y “lengua imperialista“, que es una manera como otra cualquiera de desacreditar a la lengua común española para poder considerarla impropia sin mala conciencia. Esto nos hace tan arbitrarios y excluyentes como el más injusto racista o el más fundamentalista de los religiosos. Aunque lo disimulemos beatamente con la ayuda humanitaria a Bosnia.

En el fondo, lo que aquí se está dilucidando con la utilización política de la lengua es la discriminación social. El concepto de “lengua propia” ha resultado ser un tocomocho para todos los castellanohablantes que de buena fe lucharon por recuperar los derechos de la lengua catalana y un criterio étnico de demarcación contra todos los que no dominan el catalán. Es bien evidente que tal criterio beneficia a unos ciudadanos y perjudica a otros, no sólo porque es efectivamente así, sino porque las reglas de juego de demarcación se han impuesto interesadamente por parte de una población contra otra, que no las dominaba ni estaba en disposición de dominar, en su mayor parte. Y benefician a unos, porque disfrutan de un espacio laboral donde una parte de la población no “fa nosa” y perjudica a otros porque, además de salir en desventaja en la disputa laboral, ven disminuidos día a día sus expectativas institucionales, despreciadas sus referencias culturales y eliminados sus derechos lingüísticos en la escuela. La consecuencia de ello no es sólo material, sino espiritual: la autoestima cultural disminuye al mismo tiempo que aumenta la asunción de la propia inferioridad. Es el camino al autoodio étnico que aún sufren algunas tribus amazónicas a consecuencia de la imposición cultural y lingüística de las misiones hispanolusas. O, sin ir más lejos, es el camino al resentimiento en que tantos catalanohablantes permanecen atrapados a causa del pasado desprecio franquista a la cultura y la lengua de tres millones de catalanes. Así no se cura una herida, así se infecta. Para muestra, un botón: La pretensión de imponer el uso preferente del catalán (cercano al monolingüismo) en el Ayuntamiento de Barcelona, pasando olímpicamente del 52% de sus ciudadanos que tienen en el castellano la lengua de uso cotidiano -según encuestas del propio Ayuntamiento- ha levantado ampollas en la ciudadanía. Hasta el punto que su alcalde, Pascual Maragall ha optado por retrasar su puesta en marcha. ¿Es tan difícil rotular, imprimir y atender en una y otra lengua en una instituición pública como es el Ayuntamiento de Barcelona? ¿Acaso se le agrietan los cimientos al Corte Inglés por rotular escrupulosamente todos sus servicios en catalán y castellano…?

¡Hoy en Cataluña no hay sitio para dos lenguas oficiales! Esa es toda la sabiduría que ha logrado destilar la lucha nacionalista por las libertades de Cataluña.

Antonio Robles

» Artículo publicado en ABC en 1.996

septiembre 23, 2008

La insumisión contra la política lingüística planea en la apertura del curso universitario

Un breve recorrido por los pasillos y claustros de la Universidad de Barcelona (UB) demuestra la existencia de dos niveles de realidad. Una oficial, la de los rótulos, comunicaciones y paneles escritos exclusivamente en catalán, y otra social, la de las conversaciones en distintos idiomas en el bar y la de los anuncios de servicios del tipo «Se alquila habitación» o «Clases de guitarra» e incluso «Alloggio per studenti». Las universidades catalanas son plenamente conscientes, no sólo de esa cohabitación lingüística, sino también de que la normalización del catalán no puede mermar la calidad de la enseñanza poniendo trabas a la contratación de profesorado extranjero o a la acogida de estudiantes foráneos.


Por ello, el nuevo curso académico comenzó ayer en Cataluña sin que ninguno de los centros universitarios cumpla la normativa impulsada por la Generalitat consistente en exigir el nivel C de catalán -acreditación del uso satisfactorio de este idioma de forma oral y escrita- a los docentes extranjeros. Un ejercicio de libertad genuinamente universitario donde el profesor explicita la lengua en que impartirá la clase para que el alumno pueda elegir.

Bajan los alumnos extranjeros

Es así de sencillo, pero una vez más, la realidad oficial, la de las proclamas catalanistas, ha disuadido a muchos «cerebros» académicos y estudiantes extranjeros de trasladarse a Barcelona temerosos de una sobreexigencia lingüística. De hecho, el número de alumnos extranjeros acogidos en la UB ha descendido en los tres últimos cursos, al pasar de 1.916 a 1.795. Ayer, el mostrador dedicado a los alumnos de los programas Erasmus y Sócrates presentaba una cierta soledad en las dependencias de la UB de la Gran Vía. Quizá esa falta de movimiento fuera algo circunstancial, pero ante la posibilidad de que determinadas políticas nacionalistas debiliten el dinamismo académico, sus responsables han optado por una insumisión, impensable años atrás en universidades tan «patrióticas» y beligerantes como la Pompeu Fabra o la Autónoma de Barcelona (UAB), que fueron las primeras en reivindicar su vocación científica frente a las limitaciones lingüísticas. Esa insumisión planeó en el acto de inauguración del curso, donde los discursos aludieron más o menos explícitamente a esa postura, con la que el sistema universitario catalán demostró su apertura de miras frente a la cerrazón del Gobierno catalán. «Superado el conflicto de la lengua, nada impide contratar a los profesores extranjeros en función de su talento», aseguró Joaquim Coello, presidente del Consejo Social de la UB, órgano de participación de la sociedad en la universidad donde están representados Generalitat, Parlamento catalán, empresarios, sindicatos, Ayuntamiento de Barcelona, alumnos y profesorado.

La UB ejerció de anfitriona del acto, aunque la lección inaugural corrió a cargo de la UAB, que este año celebra el 75 aniversario de su creación. El catedrático de Historia Contemporánea de este centro, Antoni Segura, también apeló a la vocación internacional del sistema universitario catalán e hizo suyas unas palabras del que fuera rector de la UAB, Pere Bosch Gimpera, según el cual «la misión de la universidad es de una completa internacionalidad, sin que ello excluya el arraigo en el país el deber de ser la expresión de sus anhelos de cultura». El rector en funciones de la UB, Josep Samitier, también apeló a la necesidad de «buscar el equilibrio entre la internacionalidad de la universidad con la protección del patrimonio cultural propio».

Todos estos toques de atención no pasaron desapercibidos para el consejero de Innovación, Universidades y Empresa de la Generalitat, Josep Huguet (ERC), quien visiblemente a la defensiva, subrayó que «los alumnos tienen derecho a usar el catalán, por lo que es necesario que exista profesorado suficiente para atender a ese derecho». Para Huguet, «no es incompatible el cosmopolitismo con la catalanidad».

Polémico documento

El pasado 11 de junio, el Consejo Interuniversitario de Cataluña, aprobó un documento en el que se instaba a los centros académicos a exigir el nivel C de catalán a todos los docentes procedentes del extranjero o del resto de España a los que se les hiciera contrato permanente. UAB y UPF reaccionaron casi al instante advirtiendo de que no estaban dispuestos a primar el conocimiento de la lengua catalana sobre el talento docente. La Generalitat se vio forzada a poner matices a esa orden, reconociendo toda una serie de excepciones a esa obligatoriedad en función de la disciplina a impartir.

» Artículo publicado en ABC

Ciutadans marchará contra la exclusión escolar del castellano en Cataluña


C's ha anunciado que ocho entidades de varias comunidades autónomas -entre ellas Cataluña, País Vasco y Baleares- participarán en la manifestación convocada por la formación el domingo 28 en contra del modelo de inmersión lingüística y a favor del derecho de los padres a escolarizar a sus hijos en castellano.

Se trata de la Asociación por la Tolerancia, Círculo Balear, Padres por la Libertad de Elección Lingüística, Uce, Cadeca, Acción Cultural Miguel de Cervantes, Cives Iure y la Asociación de Profesores por el Bilingüismo. En un comunicado, el portavoz de C's, Jordi Cañas, llamó a participar en la protesta a "todo aquel ciudadano que crea que desde la imposición y la negación de derechos fundamentales no se puede construir una sociedad justa".


La manifestación se iniciará en la plaza Urquinaona de Barcelona a las 12 horas y finalizará con la lectura de un manifiesto en la plaza Sant Jaume tras haber recorrido la Via Laietana.

Cañas ha subrayado que la protesta tiene una "firme voluntad aglutinadora, transversal e integradora" con el fin de promover la "conciencia a nivel nacional" del "problema" lingüístico en las escuelas.

C's pretende "ceder el protagonismo a aquellos que sufren esta situación", de manera que el partido se comprometió a no intervenir en el acto.

"Esta manifestación tiene una doble voluntad: por un lado la de decir "no" a un modelo que prima el adoctrinamiento a la formación, la uniformidad a la pluralidad y la imposición al respecto".

La Generalitat 'ningunea' al TS

Precisamente, la aprobación del proyecto de Ley de Educación de Catalunya (LEC) supone, según Cañas, una "maniobra más" del Govern para "evitar que los tribunales sigan evidenciando los excesos nacionalistas de un gobierno preocupado principalmente por blindar sus competencias".

Ha acusado a la Generalitat de "dar un paso más en la política de ninguneo" hacia el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya que, con sentencias anteriores, "obliga" a la Conselleria de Educación a "aplicar la tercera hora de castellano y a la inclusión de la casilla para elegir el idioma de la primera enseñanza".

Además, celebró que "ninguna" universidad catalana "tenga intención de aplicar la orden de la Generalitat de exigir el nivel C de catalán a los profesores extranjeros o de otras comunidades autónomas que quieran aspirar a un contrato fijo".

"El sentido de responsabilidad de las universidades ha prevalido sobre el 'hooliganismo' de un conseller de Universidades (Josep Huguet) que confunde excelencia universitaria con excrecencia identitaria", concluyó.

» Artículo publicado en El Mundo

septiembre 22, 2008

28-S, Barcelona: TODOS contra la imposición lingüística



El próximo domingo te esperamos en Barcelona, a las 11 de la mañana en la Plaza Urquinaona, para defender la libertad lingüística contra la imposición nacionalista.

¡Dos lenguas mejor que una!

» Más información sobre la manifiestación

septiembre 21, 2008

Cientos de padres defienden el modelo A ante Ajuria Enea


Piden que se garantice la enseñanza en los dos idiomas oficiales y que «no se hagan experimentos con nuestros hijos»

Los padres que defienden el mantenimiento de la enseñanza en castellano, integrados en la Plataforma por la Libertad de Elección Lingüística, se quejan de que el lehendakari Ibarretxe no les recibe. Por eso, ayer se concentraron frente a la residencia oficial del jefe del Ejecutivo para hacerle llegar su rechazo a la reforma educativa planteada por el Departamento de Educación, en manos de EA, que pretende eliminar el actual sistema de modelos (A, B y D) y hacer que el euskera sea la lengua vehicular principal en la enseñanza vasca.


La convocatoria atrajo hasta las puertas del palacio de Ajuria Enea a varios cientos de personas que reclamaron libertad para elegir el idioma en el que han de estudiar sus hijos. Aunque el plan del consejero Tontxu Campos (EA) es sólo un proyecto y tanto PNV como EB, sus socios de gobierno, se muestran recelosos a respaldar la iniciativa, los padres de la plataforma aseguran que la reforma se está aplicando de manera efectiva. A su juicio, en muchos colegios ha dejado de impartirse el modelo A (en castellano) por una «irreal» falta de demanda. En otros, afirman, se ha incrementado notablemente el número de asignaturas impartidas en euskera.

«Un desprecio»

Los manifestantes, que se concentraron bajo el lema 'Ibarretxe, consulta a los padres', acusaron al lehendakari de despreciarlos a ellos y a sus hijos por negarse a escucharlos. También recordaron que su única pretensión es «garantizar la enseñanza en la lengua materna» de los pequeños ya que es el modo de conseguir «unos mejores resultados escolares y una mejor formación», aseguran.
La plataforma consideró que los planes de la consejería de EA suponen un «recorte de libertades» y chocan «con la realidad». Recordaron que para la elaboración del informe PISA del año pasado, Educación prefirió que los escolares vascos realizaran las pruebas en castellano «por ser su lengua materna». De ese modo, critican que el Ejecutivo vasco «prefiere la imposición del euskera a una buena formación que garantice el futuro de Euskadi». Terminaron pidiendo a Ibarretxe que «no haga experimentos con nuestros hijos».

Los miembros de la plataforma estuvieron apoyados por varios dirigentes del PP, UPyD y Ciutadans. Al término de la concentración, el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, mostró el apoyo de su partido al colectivo de padres porque, a su juicio, el Gobierno vasco está tratando de «arrinconar» al castellano, «el idioma que habla la mayoría de los vascos». Además, reprochó a Ibarretxe que se empecine en exigir el derecho a decidir mientras «no permite ni que los padres decidan el idioma de sus hijos».

» Artículo publicado en El Correo Digital

septiembre 20, 2008

Brutales cambios de identidad


Después de 30 años de gobierno nacionalista, hora es ya de hacer balance sobre la riqueza que tan acendrada ideología ha traído a Catalunya. Basta con repasar algunas calumnias lanzadas tradicionalmente contra este pequeño país. Por ejemplo, la acusación de "tenderos". ¡Ya nadie llama "fenicios" a los catalanes! Otras regiones españolas han demostrado merecer con mayor mérito el apelativo y han hecho negocios excelsos.


¿Y la vieja calumnia de que para ser funcionario había que nacer en Madrid? Tenemos ya sobre los 150.000 funcionarios, y en una reciente encuesta los niños catalanes declaraban desear, por encima de todo, ejercer de funcionarios. Otro mito que se hunde junto con el odio al enchufe, práctica tenida por mesetaria y que el embajador Carod-Rovira reivindica para Catalunya. Se decía, además, con muy mala uva, que aquí no había sentido del humor. Observen las radios y televisiones del Principado. Todas cubren la mayoría de su horario con programas cómicos. Es cierto que no hay quien los distinga porque solo se ríen del aspecto ridículo, vil y grosero de los españoles, pero eso no quita la novedad inmensa de un humor nacional catalán.

Durante decenios se tuvo a Catalunya por lugar violento. Barcelona era "la capital de la ira", titular del Nouvel Observateur que fue motivo de chirigota en los años 70. Aquí florecían las bandas de sicarios de la patronal y los eficaces asesinos comunistas y anarquistas. ¡Cómo ha cambiado el país! El jueves manifestaban su espanto algunos jefes catalanes porque unos avioncitos iban a figurar en las Fiestas de la Mercè.

Pero lo que más ha cambiado es aquello de que aquí residía la capital de la cultura y el intelecto. Gracias a nuestra élite, por fin hemos conquistado las peores cotas educativas y culturales de España. Ya era hora. Tras un titánico esfuerzo y un océano de millones, los catalanes son ahora unos tipos escasamente educados, poco eficaces, que se ríen sin descanso y desatienden el dinero. En resumen, un lugar más agradable. Similar a la Andalucía de los años sesenta.

Félix de Azúa

» Artículo publicado en El Periódico

septiembre 18, 2008

El Tribunal de Catalunya se pronuncia a favor de la custodia compartida

El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), unificador de doctrina en derecho civil catalán, se ha manifestado por primera vez a favor de la custodia compartida de los hijos en una sentencia de divorcio, por considerarla beneficiosa para la evolución del niño en casos de ruptura matrimonial.

La sentencia, dictada por la máxima instancia en derecho civil catalán, sienta un precedente para la creación de doctrina en un asunto que la Generalitat pretende regular mediante la aprobación del Código de Familia, que propone establecer la custodia compartida como régimen preferente.

En el fallo, la sala civil y penal del TSJC desestima el recurso presentado por un padre divorciado que reclamaba la custodia compartida de sus dos hijos, con el argumento de que este tribunal no es la instancia que debe decidir sobre el fondo de la cuestión, a no ser que la sentencia apelada fuera "irracional, ilógica o arbitraria".


Sin embargo, el TSJC aprovecha la sentencia desestimatoria para pronunciarse, por primera vez, sobre la custodia compartida de los hijos, un régimen que, en su opinión, presenta "indudables ventajas para la evolución y desarrollo del niño en las situaciones de conflicto familiar producido por la ruptura matrimonial (...)".

Para el tribunal, que cita cuatro informes internacionales sobre el efecto de las custodias compartidas en los menores, dicho régimen evita la aparición de "conflictos de lealtades" en los niños respecto a sus padres, favorece la comunicación entre éstos y permite ver la ruptura sin "vencedores y vencidos ni culpables e inocentes".

Otra de las ventajas que el TSJC ve en la custodia compartida es que contribuye a concebir el reparto equilibrado de cargas familiares como algo natural, y no eventual o accidental, lo que favorece "la implantación en los hijos de la idea de la igualdad de sexos".

Además de su apoyo a ese régimen de guarda de los hijos, la sentencia del alto tribunal catalán incorpora otros pronunciamientos novedosos, como considerar que la custodia compartida puede otorgarse sin atenerse a los requisitos establecidos en el Código Civil español, que exige que, en caso de desacuerdo de los padres, el fiscal emita un dictamen favorable a la misma.

En otra manifestación innovadora, la sentencia no descarta que en la concesión de custodias compartidas se establezcan también pensiones alimenticias para compensar "las situaciones de desigualdad en el tiempo de convivencia con uno y otro progenitor".

Dichas pensiones, de acuerdo con el tribunal, vendrían a "procurar un cierto equilibrio y una razonable estabilidad en la calidad y la intensidad" del cuidado de los hijos, para evitar que se vean sometidos "a los vaivenes derivados de la diferente capacidad adquisitiva de sus progenitores custodios".

» Artículo publicado en La Vanguardia

septiembre 17, 2008

Manifestación contra la imposición lingüística en las escuelas



Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía ha presentado este lunes la convocatoria de la manifestación que el 28 de septiembre se celebrará en Barcelona contra la discriminación de los castellanohablantes en las escuelas públicas de Cataluña y que forma parte de la campaña ‘No a la imposición lingüística en nuestras escuelas’.

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha señalado que Cataluña es “pionera” en discriminar los derechos de los progenitores a la hora de escoger la lengua en la que quieren que se eduque a sus hijos en la escuela. “España necesita una regulación que no pise los derechos de nadie”, ha añadido.


Para Rivera, el monolingüismo insitucional en las escuelas se está empleando como fórmula de “construcción nacional”, y ha evidenciado la situación similar que está empezando a suceder en Galicia y País Vasco.

Ciudadanos apuesta por una escuela “trilingüe real” (catalán, inglés, castellano) y ha denunciado la situación “surrealista” que se vive en Cataluña, donde el castellano “no tiene ni siquiera el mismo nivel de presencia en la escuela que el inglés“.

En la presentación de la manifestación, realizada delante del Colegio Bogatell de Barcelona y ya anunciada hace unas semanas en LA VOZ DE BARCELONA, tanto Albert Rivera como Antonio Robles (ambos diputados en el Parlamento autonómico), han animado a los padres descontentos con la política lingüística de la escuela donde estudien sus hijos, a dirigir al director de la misma un formulario de que queja, que Ciudadanos repartirá los próximos días en las escuelas, y que estará disponible en la web del partido.

» Artículo publicado en La Voz de Barcelona
» Ver convocatoria en la web de C's

septiembre 16, 2008

La ofrenda


Asistir a la ofrenda floral de la Diada viene a ser como presentarse en la lapidación de La vida de Brian llevando la palabra Jehová impresa en la camiseta. Al PP le arrean por puro reflejo pavloviano en cuanto suena la campanilla, con eso se cuenta. Pero, después de comprobar que también ERC y el Barça soportan sus propias ráfagas de insultos y pasan por botiflers, uno debe reconocer que ya no sabe cómo es el retrato-robot del catalán reglamentario. Y, sobre todo, el del puto español al que ojalá le exploten los cojones. Antes estaba más claro: puto español era cualquiera que se quedara fuera del espacio ocupado por el Tripartito, era cualquiera que no se dejara abducir por la doctrina del Régimen, un Boadella por ahí. Pero ahora resulta que en la categoría de puto español ya dejan entrar a cualquiera, hasta a Laporta y Puigcercós, cuando antes era una condecoración que tan sólo llevaban con soledad y donaire unos cuantos apestados sociales en los que podía reconocerse la inteligencia amotinada, el Off-Régimen, la disidencia sin vocación de serlo.


Lo más llamativo, sin embargo, es la imagen de Alicia Sánchez-Camacho cantando Els Segadors ante su pelotón de su fusilamiento retórico, dócil como el tío Tom en su cabaña, voluntaria para pasar por las horcas caudinas cuando podría haberlo evitado. ¿Es que niegan los avales de catalanidad y hasta los créditos en los bancos a quien no se pasa por la ofrenda floral? En las últimas horas, al PP le han insultado por cauce institucional, donde ha sido comparado con Bin Laden, y en la mismísima calle, con menos símiles y más adjetivos de trazo grueso. Aun así, se empeña en participar en los cotarros donde no le quiere nadie para dar pruebas de integración en la senda verdadera, probablemente porque aún debe hacerse perdonar toda una legislatura durmiendo de día en la cripta de la derecha gótica. Lo malo es que lo de Sánchez-Camacho vocalizando el golpe de hoz va más allá del síndrome de Estocolmo o el peaje por existir. Entra de lleno en los tres supuestos psicológicos por los que una mujer maltratada no se atreve a romper con su agresor. Porque se siente culpable de los golpes que recibe, lo cual es obvio, con tanto pedigrí españolista mal borrado que sin duda constituye una provocación. Por dependencia emocional, que anhela la correspondencia. Y por miedo a la soledad y a la obligación de valerse por sí misma, que en el caso de Alicia acaso se vuelva más profundo por el recuerdo del cordón sanitario, del pacto segregador del Tinell y del exilio interior padecido por los intelectuales y otros personajes públicos que sí se atrevieron a enfrentarse a su agresor fundando siglas como la de Ciutadans. Y que desde luego no acuden a la ofrenda floral porque no les compensa ofrecer el rostro al tartazo sólo para llevar en el parabrisas la pegatina de la ITV de la integración.

David Gistau

» Artículo publicado en El Mundo

septiembre 15, 2008

Una diada amb seny



Fragmento de la intervención de Jesús Laínz en el acto de C's del 11 de septiembre:

“Y qué mejores fuentes que las palabras de los dos principales protagonistas del 11 de septiembre que hoy celebramos: Antonio de Villarroel, el jefe militar a cargo de la defensa de Barcelona, y Rafael Casanova, el conseller en cap.


El primero, Antonio de Villarroel, arengó a los combatientes con estas palabras:
Señores, hijos y hermanos: hoy es el día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. Por nosotros y por la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo su rey, la fe de su religión y sus privilegios.

En cuanto al segundo, Rafael Casanova, ése al que hoy los separatistas y asimilados van a ponerle flores como caudillo independentista contra España, escribió lo siguiente el 11 de septiembre de 1714 a las 3 de la tarde para convocar a los barceloneses a defender las murallas de Barcelona por última vez:
Se hace también saber que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus empleos explican, declaran y protestan a los presentes, y dan testimonio a los venideros, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, protestando de los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida patria, y del exterminio de todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados, y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía, con todo, que como verdaderos hijos de la patria y amantes de la libertad acudirán todos a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España.

Este es el caudillo independentista al que hoy homenajean los separatistas e imitadores.”

septiembre 14, 2008

Una dosis de memoria histórica

Personalmente soy partidario de que no haya trabas al conocimiento de lo que pasó en la guerra civil y bajo la dictadura de Franco, y especialmente de lo que pasó con las víctimas, de todas las víctimas, que en aquella irracional y terrible desgracia colectiva, las hubo para todos los gustos.

Pero respecto a este asunto hay dos actitudes que difícilmente puedo soportar: el negacionismo en que se encuentra empeñado un sector de la derecha más extrema de nuestro país, y al nacionalismo secesionista rampante y gobernante que son capaces de manipular, hasta hechos recientes, los datos históricos para que se adecuen al molde ideológico de sus delirios. Esta repulsiva manipulación secesionista quedaría rudamente representada por la famosa frase de Arzallus ante la negativa de la Junta del Museo del Prado de trasladar el "Guernica" de Madrid a Guernica: Dijo: sin sonrojarse: "Eso, eso, para Euskadi las bombas y para Madrid el arte".


Como antídoto contra la fantasía histórica nacionalista acaba de aparecer un libro que convendría tener a mano para proveerse de epítetos contra los políticos nacionalistas. Pero lo curioso es que este libro fue escrito en 1.934, y al leerlo lo siente uno mórbidamente cercano.

Se trata de un dietario que escribió durante 1.934 el abogado Amadeo Hurtado, que era negociador de la Generalitat en Madrid, todo esto en vísperas de que Companys cometiese el mayor error político de su vida (¡y mira que cometió errores!). El libro lleva un título bien adecuado: "Abans del sis d'octubre" y lo ha editado en catalán la excelente editorial Quaderns Crema.

Os recomiendo la lectura de este magnífico artículo que publicó en la edición catalana de El País el periodista Carles Geli y titulado "Un oasis caldeado. Un dietario inédito analiza la antesala del 'sis d'octubre'". Es también interesante ver el siguiente video de la época que usan actualmente como propaganda los nazis catalanes de Estat Català (también los llamaba nazis en 1.934 el autor del libro). Es fácil observar que ha sido extraído de un programa emitido por TV3.



J.A.

septiembre 12, 2008

En Cataluña sabemos divertirnos...

Como cada año, ayer se celebró en Cataluña la diada, la fiesta más importante de esta comunidad autónoma, con su juerga y buen rollo habituales. Para que luego digan que los catalanes no sabemos divertirnos: gritos, peleas, insultos, ofrendas florales, pim-pam-pum, fuegos, cánticos regionales... ¿Quién da más?


Hasta la policia autonómica se unió a la jarana. No solo dejó hacer a los que de manera tan cívica ocupaban las calles, sino que ofreció amablemente sus furgones como blanco de los proyectiles de las juventudes embozadas. "Mejor que las criaturas se desahoguen con nosotros que con los políticos" declaró el Caporal Martines de los Mossos d'Esquadra, en reglamentario catalán amontillado.

» E-noticies: El PP recibido con gritos de "puta España". Todos los partidos parlamentarios tratados, como mínimo, de "traidores".
» La Voz de Barcelona: Quema de banderas de España para celebrar una Diada secuestrada por el nacionalismo.
» Libertad Digital; Dirigentes del PP, recibidos al grito de "puta España", entonan Els Segadors.

septiembre 09, 2008

Diada SÍ, 11 de septiembre NO



Ciudadanos te convoca a una concentración en la Avenida Josep Tarradellas de Barcelona entre las 12,30 y las 13,30 en el que se reinvidicará el 23 de abril como Diada de todos los catalanes.

» Nota de prensa en la web de C's
» Vídeo del acto del 11 de septiembre del año pasado

septiembre 08, 2008

Imposición del gallego

Recientemente, los altos cargos de la parte socialista del gobierno de la Junta de Galicia, que controla la política lingüística, han afirmado con rotundidad que "en Galicia nadie tiene problemas con el uso del gallego y que quien afirme lo contrario está fuera de la realidad".

Pues bien, recientemente recibí la cartilla sanitaria de mi primer bebé, que viene exclusivamente en gallego, pese a los problemas que una incorrecta interpretación de la información allí contenida podría acarrear para la salud del bebé.


Problemas que, según el criterio político, que no médico, de la Junta de Galicia, son "mínimos o inexistentes". Si es así, ¿por qué no redactar dicha cartilla en castellano?

Imagino que las dificultades para los gallegoparlantes serán igualmente mínimas o inexistentes. Que nadie se engañe. Somos muchos los gallegos que no estamos contra el gallego, pues los idiomas por sí mismos son inofensivos, sino contra la imposición totalitaria del gallego y la merma de derechos que dicha imposición supone para los castellanohablantes.

José Carlos Sánchez Domínguez (Pontevedra)

» Carta al director publicada en La Vanguardia

septiembre 07, 2008

El tronco y las ramas

No resulta fácil explicar el Estado de las autonomías. En mis clases de la Universidad tuve que advertir a los alumnos que era una manera nueva de organización territorial del Estado, distinta de las hasta ahora ensayadas en los sistemas de descentralización de los poderes públicos. Luego, en el Tribunal Constitucional, intenté que la fórmula española no fuese considerada como una especie de federalismo. Pero en un sector de la doctrina (así como en ciertos ámbitos políticos) se afirma que el Estado Federal es nuestra meta, hacia la que ahora caminamos de modo imparable.


Se recuerda, con el fin quizás de suavizar el tránsito, que son varias las organizaciones denominadas federales. En los Estados Unidos de América, por ejemplo, el federalismo inicial se transformó en un federalismo dualista (1880-1940) y últimamente se habla allí de un federalismo cooperativo. ¿Cuál sería nuestro modelo? No pueden olvidar los defensores del Estado Federal para España que Presidentes norteamericanos tan distintos como Eisenhower, Kennedy o Johnson se vieron obligados a intervenir militarmente en diferentes Estados miembros (nuestras Comunidades Autónomas), poniendo bajo su mando a las «Guardias Nacionales» (policías autonómicas), en los momentos críticos de disturbios o de obstrucción a la aplicación de las leyes. Y este control del poder central sobre todo el territorio nacional fue ya consagrado en leyes de los siglos XVIII y XIX. El texto de la ley de 29 de julio de 1861 -valga como ejemplo- es claro y terminante: «Siempre que en razón de impedimentos o combinaciones ilegales... a juicio del Presidente se hiciese impracticable la aplicación de las leyes de los Estados Unidos por el cauce corriente de los procedimientos judiciales...» el Presidente «podrá convocar legítimamente a las milicias de cualquiera o de todos los Estados, y emplear aquellas fuerzas navales y terrestres de los Estados Unidos que considere necesarias para lograr la fiel ejecución de las leyes de los Estados Unidos». Y la ley de 20 de abril de 1871 aumenta todavía más los poderes del Presidente.

Tras el federalismo dualista, a partir de 1941 la jurisprudencia del Tribunal Supremo establece que las medidas económicas necesarias para hacer frente a las crisis no pueden acomodarse a las autonomías locales. Renace la opinión del juez Holmes, se abandona la interpretación dualista y la norma que regula las relaciones entre los Estados y la Unión es el artículo VI, sección 2, de la Constitución: «Las leyes de los Estados Unidos... serán la ley suprema del país».

O sea, que un Estado federal que funcione correctamente no admite ahora la insumisión de las autoridades de uno de sus componentes ni la inaplicación de las leyes de la Federación.

Mis reparos al Estado federal, en el horizonte español, se apoyan en el difícil encaje del mismo, por no decir cabida imposible, en la Constitución de 1978. Pero no adopto una postura de rechazo total. Tal vez con un federalismo auténtico quedarían fuera de la escena pública ciertas declaraciones y actitudes retadoras de políticos de las Comunidades Autónomas. Se ofrece en estos momentos un espectáculo que asombra a los observadores extranjeros, especialmente a los que viven en Estados federales.

La Constitución Española de 1978 establece que «la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado» (art. 1.2). La autonomía de las Comunidades Autónomas no es soberanía. Así lo viene proclamando el Tribunal Constitucional. En nuestro ordenamiento jurídico-político, por tanto, se sitúa un poder fundamental, cuyo titular es el soberano pueblo español, donde tienen su origen los restantes poderes, que tienen la condición de poderes derivados.

El símil del árbol me ha servido para dar una idea clara de las competencias de las Comunidades Autónomas. Las atribuciones de éstas son como las ramas que brotan del tronco. La savia circula desde las raíces, pero a través del tronco. Si se corta una rama termina secándose.

El tronco de nuestra Constitución se forma con la prevalencia de las normas del Estado sobre las de las Comunidades Autónomas y con el carácter supletorio del derecho estatal, «en todo caso» (art. 149.3). Además, y en la línea de los Estados Federales mejor estructurados, con una larga tradición democrática, «si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general» (art. 155.1).

La Constitución Española de 1978 formalizó jurídicamente una realidad compleja. Fue el Estado de las Autonomías. Pero la Constitución no admite un combinado de partes cada una de ellas con poderes originarios. No es un sistema compuesto el que los españoles decidimos instaurar. Realidad compleja, pero no compuesta. Igual que el árbol que es el resultado de un tronco y varias ramas. La soberanía, el poder originario, reside en el pueblo español. Ninguna de las fracciones de este pueblo posee poderes soberanos. Los que oponen resistencia a la obediencia debida son los rebeldes. En los Estados Unidos de América -modelo para los federalistas- no se toleran.

La igualdad formal de los Estados miembros en el sistema federal no satisface a algunos de los que se lamentan de la presente situación española. Se sueña con un «federalismo asimétrico» sin tener en cuenta que una cosa es la igualdad formal, principio respetado en los Estados Federales, y otra cosa es la igualdad real, imposible de mantener en países de diversos desarrollos económicos, además de varias evoluciones demográficas y culturales.

Nuestro árbol, como cualquier otro, puede ser talado y almacenado. Una Constitución distinta puede aprobar un día el pueblo español. Pero que nadie se equivoque invocando los sistemas federales por ahí vigentes.

Si centramos la atención en Europa, la suerte de los Estados federales es parecida a la de sus homónimos del otro lado del Atlántico. Nadie pone en duda el carácter simbólico de la Confederación helvética, tanto por su antigüedad como por la solidez de la unión. Sin embargo, esta Confederación no ha quedado al margen del movimiento que impulsa a todos los Estados federales hacia el reforzamiento del poder central.
Los analistas del régimen suizo apuntan a tres factores que han consolidado el centralismo en los últimos tiempos: las crisis económicas, la evolución de las ideas relativas a las funciones económicas y sociales del Estado, y, con gran impacto, las guerras mundiales de 1914 y 1939.

En Alemania, y a pesar del rótulo «República federal», el recuerdo del régimen de Weimar condicionó mucho a los constituyentes de 1949 para establecer disposiciones protectoras del poder central.

No es el federalismo, en suma, lo que daría a las ramas del árbol una vida con más autonomía. El respeto a las autoridades e instituciones centrales arraiga y se consolida por doquier. Es el signo del siglo XXI. España no ha de ser diferente.

Manuel Jiménez de Parga

» Artículo publicado en ABC

septiembre 06, 2008

Desmemorias

La doctrina oficial es más o menos la siguiente: en España, hasta hace muy poco, no se pudo escribir y casi ni hablar de la Guerra Civil o de la posguerra desde el punto de vista de los vencidos. Primero fue la represión franquista; luego el así llamado "pacto de silencio" de la Transición, por culpa del cual, y en nombre de una dudosa concordia democrática, se suprimió la memoria de los perdedores. Por fin, sólo hace unos pocos años, algunos libros empezaron a romper el silencio, algunas películas, gracias al Gobierno de Zapatero. Se estrena Los girasoles ciegos y un oyente llama a la radio para expresar su alivio, su alegría: "Por fin se puede hablar sin miedo".


Es una doctrina confortable. Permite el sentimiento halagador de estar participando, sin mucho esfuerzo ni peligro, en la reparación de una larga injusticia, en el descubrimiento de lo escondido durante muchos años. También de estar al día: de recibir, de algún modo, la legitimidad de los derrotados, hasta de alzarse en rebeldía contra el fascismo o la dictadura, con la ventaja no desdeñable de que esa rebelión virtual sucede en el espacio clemente de una democracia. Los libros, las películas de moda ofrecen una memoria tan gustosa de saborear como un caramelo, con ese aire en el fondo tan acogedor que tiene el pasado en el cine de época: los automóviles, los peinados, los sombreros, los pupitres de madera, la lluvia, la nieve acogedoras; cuando no el heroísmo igualitario: chicos y chicas con uniformes impolutos de milicianos, haciendo una guerra que se parecería mucho a una fiesta o a un domingo de excursión si no fuera por esos malvados de bigotito fino y camisa azul o de sotana negra que lo estropean todo. Los buenos, los nuestros, son poéticos, inocentes, entrañables, soñadores, no sexistas. Los otros no sólo son opresores y canallas: también son feos, groseros, machistas, maníacos sexuales, maltratadores de animales. La moda la empezó probablemente Ken Loach en Tierra y libertad, donde ya se insinuaba algo que viene teniendo mucho éxito en las patrias periféricas gobernadas inmemorialmente por una mezcla curiosa de nacionalistas y ex socialistas o ex comunistas cuyo principal rasgo ideológico es volverse más nacionalistas todavía que sus socios: los malvados de esta nueva memoria oficial, aparte de opresores, canallas, feos, groseros, machistas, maníacos sexuales, son algo todavía peor, si cabe: son españoles. En estas patrias, unánimes por definición, la Guerra Civil no es posible, porque no puede haber conflicto interno en una comunidad idílica. La Guerra Civil, el franquismo, fueron en realidad una invasión española, en la que los autóctonos, por el hecho de serlo, estuvieron libres de toda complicidad, y además fueron y siguen siendo víctimas.

El resultado de esta sentimentalización y oficialización de la memoria es el olvido de aquello mismo que se pretendía recordar. Quien dice que sólo ahora se publican novelas o libros de historia que cuentan la verdad sobre la Guerra Civil y la dictadura debería decir más bien que él o ella no los ha leído, o que los desdeñó en su momento porque no estaban de moda, en aquellos atolondrados ochenta en los que la doctrina oficial del socialismo en el poder era la contraria: con lo modernos que ya éramos, qué falta hacía recordar cosas tristes y antiguas.

No hubo que esperar a la Transición y ni siquiera a la muerte de Franco para leer por primera vez una novela antifranquista sobre la Guerra Civil publicada en España: Las últimas banderas, de Ángel María de Lera, ganó hacia finales de los años sesenta el Premio Planeta. Probablemente no era gran literatura, pero yo me acuerdo de la emoción de leer el drama de los últimos días de la República en Madrid, la urgencia y el miedo, el sentimiento de derrumbe. Por aquellos años cayó en mis manos otro de esos libros que se quedan impresos vivamente en la imaginación adolescente y resultan igual de iluminadores cuando uno vuelve a leerlos mucho tiempo después: Tres días de julio, de Luis Romero, que tiene la inminencia trágica de lo que todavía casi no ha sucedido y ya es irreparable. Hablo de libros que estaban al alcance de cualquiera y que fueron decisivos en mi educación de ciudadano y de escritor, en mi descubrimiento temprano y todavía indeciso de los mundos literarios que yo querría indagar en mi propia ficción.

Pero no sólo libros: aún no había muerto Franco y la gente llenaba los cines para ver La prima Angélica, de Carlos Saura, que retrataba con sarcasmo y crudeza a los vencedores de la guerra y exploraba un tema que fue crucial para los que empezamos a escribir novelas en los primeros años ochenta: el vínculo entre el presente y el pasado, la necesidad de saltar sobre el paréntesis de plomo de la dictadura para vincularnos a una tradición literaria, política y vital que se había roto con la guerra.

Qué insulto, qué injusticia para Max Aub decir que sólo en los últimos años se ha escrito de verdad sobre los vencidos: en los primeros ochenta Alfaguara había publicado ya todos los volúmenes de El laberinto mágico, que sigue siendo el gran ciclo de novelas sobre la Guerra Civil y la diáspora. También por entonces se reeditaban los tres volúmenes de La forja de un rebelde, de Arturo Barea, el último de los cuales está el testimonio atroz, contado por un socialista intachable, de los crímenes sin justificación que se cometieron en Madrid entre el verano y el otoño de 1936. La misma angustia moral de Barea, ajena a todo sectarismo, atenta al desgarro de la experiencia humana concreta, está en Días de llamas, de Juan Iturralde, que es del final de los setenta, o en los relatos insuperables de Largo noviembre de Madrid, de Juan Eduardo Zúñiga, que combinan la poesía y la ternura, la vaguedad espectral de la fábula con el severo testimonio del sufrimiento, el heroísmo y el despilfarro de las vidas humanas. En los primeros ochenta estrenó Fernando Fernán-Gómez Las bicicletas son para el verano y al principio nadie le hizo ningún caso. Aprendiendo de aquellos maestros, recordando lo que nuestros mayores nos habían contado, algunos de nosotros empezamos publicando ficciones alimentadas por la memoria de la Guerra Civil y la derrota de la República: yo no me olvido de la impresión que me hizo leer en 1985 Luna de lobos, de Julio Llamazares, donde está el coraje de la resistencia pero también la lenta degradación de quien se ve reducido por sus perseguidores a una cualidad casi de alimaña.

España es país muy propenso a las coacciones de la moda literaria o política, de modo que yo no voy a poner en duda el mérito de Los girasoles ciegos ni de ninguna de las ficciones sentimentales sobre la guerra y la posguerra que han tenido tanto éxito en los últimos años. Lo que sugiero, tan sólo como un ejercicio, es que se lean intercaladas con algunos de aquellos libros que no tuvieron el reconocimiento que merecían por el simple hecho de no haber sido escritos teniendo a favor los vientos caprichosos de la moda.

Antonio Muñoz Molina

» Artículo publicado en El País

septiembre 05, 2008

Balance

Recuerdan la anécdota del orador que se levanta para pronunciar su alocución tras el banquete y pregunta a un comensal remoto: "Usted, allí al fondo, ¿me escucha bien?". Y el otro responde: "Perfectamente, pero voy a cambiarme con aquel señor, porque parece que allí ya no se oye". También yo he estado esperando hasta que han respondido al Manifiesto por la Lengua Común incluso los que se sentaban voluntariamente allí donde es imposible escuchar lo que dice. Pensando a veces, con cierto desaliento, que es una seria objeción contra la existencia de la lengua común el que muchos que parecen comprenderla malinterpreten tan patentemente un texto sencillo como ése. Pero en todo caso me parece una obligación de cortesía intentar finalmente hacer balance y responder a quienes se han molestado en hacer objeciones inteligibles a esa propuesta. Desde luego, sólo voy a tomar en cuenta las de cierto calado, que no han sido las más numerosas. En cuanto a las demás... bueno, a pesar de la artritis estoy dispuesto a agacharme ocasionalmente un poco para quedar a la altura de ciertos argumentos y seguir la discusión, pero no pienso ponerme a cuatro patas, como se requeriría para responder a otros. Asumo mis limitaciones por arriba... y por abajo.


Tampoco me detendré en algunos reproches que considero desenfocados. Por ejemplo, los de quienes han insistido en recordar que la lengua castellana -pujante y cada vez más extendida por el planeta- no necesita defensa ninguna. El Manifiesto confirma ese punto desde su primer párrafo y evidentemente trata de otra cosa, por lo que sólo puedo rogar a los obstinados que se molesten en leer al menos sus cinco primeras líneas. Por cierto, es curioso que en el pasado mes de julio -cuando día sí y día no se nos recordaba en todos los medios de comunicación la invulnerabilidad del castellano- la Junta de Castilla-La Mancha y la Fundación Santillana otorgasen un merecido premio a Carlos Fuentes y a Lula de Silva, "por su defensa del idioma español", según dijo la prensa. Esperé sobrecogido una lluvia de protestas o la universal rechifla ante tarea tan superflua, pero nadie dijo ni pío: por lo visto, entonces no tocaba. Otros han expresado su recelo ante el apoyo que mostraron al manifiesto ciertos medios de comunicación y personas conocidas que no les parecen con suficiente garantía de salubridad progresista: por lo visto, para ellos todo lo que no se promueve desde la izquierda oficial está políticamente "manipulado", pecado grande. Reconozco ser poco sensible ante esta grave imputación. Es la costumbre: si los movimientos cívicos más activos del País Vasco, en los que he militado, hubiésemos esperado el apoyo o tan siquiera el permiso de los medios de comunicación y los intelectuales llamados "progresistas" para ponernos en marcha, todavía estaríamos en vísperas de salir por primera vez a la calle... Aún peor: si hubiéramos escuchado luego a bastantes de ellos, aún estaríamos dándonos golpes de pecho por haber salido. De modo que miren: no.

Pero pasemos a las objeciones que merecen mayor atención. Una de las más frecuentes asegura que en cualquiera de las autonomías bilingües sigue siendo el castellano la lengua mayoritariamente utilizada por los hablantes. Personalmente no lo dudo, pero... ¿es esto un pecado? ¿Es una injusticia que debe ser corregida o una enfermedad que ha de ser curada? Por razones históricas y culturales, el castellano no sólo es la lengua común de España, así establecida constitucionalmente, sino también uno de los idiomas internacionales de mayor peso presente y futuro. Ofrece ventajas evidentes respecto a otras a los empresarios y comerciantes, a los viajeros y a quienes buscan bibliografía. Los medios de comunicación de masas suelen preferirla por razones de eficacia económica: hay inmersión lingüística en la escuela, pero no en la prensa, y La Vanguardia sigue publicándose en castellano. Se trata de una primacía práctica perfectamente razonable, no de un monopolio dictatorial: las otras lenguas oficiales siguen teniendo su debido reconocimiento y su viabilidad a todos los niveles en las áreas regionales que les corresponden. Lo que resultaría un poco raro es llamar "normalización" al empeño de corregir por las bravas, a base de prohibiciones e imposiciones, esta preferencia de tantos hablantes, bilingües o no... como si se tratase de un atropello. Puede que no haya un precepto constitucional que establezca que cada cual pueda ser educado en la lengua que prefiera -es lo que el Manifiesto propone corregir-, pero aún menos en ninguna parte de la Constitución se dice que en las comunidades bilingües la lengua co-oficial deba alcanzar forzosamente un uso igual o mayor que el castellano.

Otros de nuestros críticos (por ejemplo, el propio ex presidente Pujol, en una entrevista reciente) nos recuerdan que los niños en Cataluña conocen perfectamente el castellano, aunque estudien en catalán. Incluso podríamos añadir que en los exámenes para determinar los resultados del informe PISA, los estudiantes vascos -aunque estudien en euskera- hacen las pruebas en castellano para mejorar sus resultados. Pero nada de esto tiene que ver con el fondo del asunto. No se trata de que los niños (o los ciudadanos adultos, tanto da) sepan o no castellano: lo aprenderán sin duda de un modo u otro, como terminarán adquiriendo nociones de inglés a través de las letras de sus grupos preferidos de rock, porque se trata de idiomas de comunicación internacional cuya pujanza no podrá ser cortocircuitada por ninguna burocracia etnicista local. Pero no es lo mismo conocer una lengua de modo más o menos sobrevenido que estudiar en ella y aprovechar todos sus recursos expresivos o bibliográficos, así como utilizarla habitualmente para recibir información de las autoridades o comunicarse institucionalmente. Y lo más importante, está en juego el derecho a poder utilizar siempre que uno lo desee la lengua oficial del país del que somos ciudadanos, aun allí dónde coexiste con otras regionales. Invocar este derecho no es una reminiscencia franquista, salvo para quienes han olvidado lo que estipulaba la Constitución republicana de 1931 en su artículo 4 (bastante más perentoria y nítida al respecto que la actual). Por cierto, cuando uno ve los obtusos y sectarios que son respecto al presente ciertos adalides de la memoria histórica, entran dudas respecto a la exactitud de la visión del pasado que tratan de oficializar.

¡Ah, pero hablar de derechos lingüísticos es embrollar las cosas, según dicen algunos sabios del establishment! ¡La "demagogia de los derechos" no soluciona nada! Es mejor resolver esos temas por medio de acuerdos consuetudinarios y confiar en el sentido común. Dejemos a un lado los derechos y volvamos a los apaños: insólito consejo, por cierto, para venir de profesionales de la filosofía política... Sin embargo, perdón por la insistencia: ¿hay algún otro país en la CE -dejemos a un lado la nada envidiable Bélgica- en que los ciudadanos se vean impedidos para usar normal y culturalmente la lengua mayoritaria en determinadas regiones de su territorio? ¿no es lógico que entonces invoquen su derecho a algo tan elemental, sean cuales fueren las "costumbres" que otros tratan de imponerles?

Con todo, hay algo de verdad en la teoría de los "apaños": es cierto que en las comunidades bilingües los ciudadanos conviven y se entienden con pocos roces en las lenguas co-oficiales. Los problemas vienen cuando allí se legisla de tal modo que esa armonía se rompa para obstaculizar institucionalmente el derecho a usar una de ellas. Porque el busilis de la cuestión no es el bilingüismo, desde luego, sino el biestatismo que los nacionalistas pretenden imponer en sus autonomías. Es decir, que haya dos Estados superpuestos, el local que ellos controlan más y más, junto al general que soportan y al que sólo acuden cuando esperan beneficios. En tal empeño biestatal, la marginación de todo elemento común con el resto del país -empezando por la lengua- es una herramienta esencial. Como esencial resulta para quienes pensamos de otro modo oponernos a tal tendencia y denunciarla. Se trata, en efecto, de una cuestión política, como con rara clarividencia han señalado algunos de nuestros críticos...

Fernando Savater, catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense.

» Artículo publicado en El País
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