junio 27, 2007

Conferencia de Prensa Albert Rivera 26 de junio de 2007



Conferencia de Prensa de Albert Rivera en el Parlamento Regional

junio 25, 2007

Félix Ovejero en la Fundación Juan March

SEMINARIO DE FILOSOFÍA: EL LIBERALISMO Y SUS CRITICAS

Liberalismo y democracia: Audio
(09/01/2007)
Liberalismo y nacionalismo: Audio
(11/01/2007)

Entrevista con Miguel Riera (publicada originariamente en El Viejo Topo)


Félix Ovejero es Licenciado y Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona, de la que dede 1987 es profesor titular de Ética y Economía. Ha sido Visiting Scholar en el Center for Ethics, Rationality and Society de la Universidad de Chicago (1991), en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (1994 y 1995) y en la Universidad de Wisconsin (1999). Es autor de diez libros, entre ellos La libertad inhóspita (2002), Nuevas ideas republicanas (con R. Gargarella y J. L. Martí) (2004), El compromiso del método (2004), Proceso abierto. Socialismo después de socialismo (2005) y Contra Cromagnon. Nacionalismo y ciudadanía (1995), así como de diversos capítulos de libros y de numerosos artículos en destacadas revistas especializadas.

junio 22, 2007

Más que una selección


La selección vasca de fútbol proclama en Venezuela que Euskadi es una nación.


» Ver artículo en Periodista Digital

junio 18, 2007

Mal acaba lo que mal empezó

Antes de finalizar invocando necesariamente el llamamiento de unidad de los demócratas sin saber para qué va a ser esa unidad, sumándonos a la consigna del momento como en su día fue la del diálogo, a la que no me sumé, quisiera repasar algunas cuestiones que pudieran dar con la clave de lo que ha pasado. Entre otras razones para facilitar en lo posible que no se repitan los errores que evidentemente se han cometido.

Hemos asistido a un proceso de negociación de inusitada duración y trascendencia donde la desinformación ha sido lo más llamativo. Nos quejábamos de la desinformación sobre la guerra de Irak y delante de nuestras narices, entusiasmada la opinión pública con el señuelo de la paz, llamada a la fe porque cualquier ejercicio de reflexión sobre lo que ocurría estaba vetado por la desinformación, se ha potenciado que ésta con fidelidad religiosa haya ido admitiendo todo el proceso de concesiones a ETA ante el escándalo y la radicalización de la mayor parte de la víctimas del terrorismo. Todo sea por la paz, en plan reina de las misses de la belleza, era lo correcto, sin apelar a que se diera una cierta información porque tal requerimiento, como cualquier crítica por educada que fuera, era condenado como un sabotaje al insigne esfuerzo de alcanzar la paz. Desinformación que se extendía no sólo a la oposición parlamentaria, lo que se excusaba diciendo que sólo quería el PP poner palos en las ruedas, sino a diputados socialistas que en el pasado habían tenido que ver en experiencias similares. Uno de ellos llegó a quejarse: “esto no es reserva de información, es opacidad”.


Ha sido un proceso para incautos, colectivo enorme al que hay que temer más que a ETA porque de su voluntarismo ingenuo y excelentes intenciones es de donde ETA se nutre para seguir perviviendo. Si fuéramos una sociedad más curtida en la participación política, en la entrega cívica, conocedora por experiencias acumuladas de las contradicciones que toda praxis política posee, más desconfiada por el conocimiento, aunque sea parcial, de las materias delicadas en las que se mete un gobierno, nada menos, en este caso, que la negociación con unos delincuentes, difícilmente nos hubiéramos dejado engatusar por un proceso de paz en el que desde el primer momento no aparecía implicado –ni se había hecho esfuerzo para ello- el partido de la oposición. Detalle, la ausencia de la oposición, que de por si invalidaba cualquier negociación con los terroristas pero que además tenía la grave consecuencia de deteriorar seriamente las relaciones entre demócratas, y que convertía automáticamente al terrorismo, por obra del que había tomado la iniciativa de iniciar la negociación, en terreno de debate político, haciendo de éste materia de partidismo. Añadiendo, además, la sospecha de que en los momentos en que se inició la negociación, momentos del pacto del Tinell, no se deseara que estuviera el PP. De paso si enajenadamente se esperaba triunfar en la negociación se usaría para hundir al PP.

Iniciaba, además, el proceso su andadura con la triunfal traca de la resolución del Congreso de los Diputados de mayo del 2005 a la que sólo le faltaba la sinfonía del “Nuevo Mundo” de Dvorak que utilizara Oliveras en su antaño y popular programa “Ustedes Son Formidables”. Formidables los terroristas, que sumidos en la agonía no tuvieron más remedio que resucitar tras los sones para aprestarse a acudir a unos encuentros con el Gobierno. Solemnes encuentros por ser nada menos que mandato de la máxima institución, renaciendo de sus cenizas por milagro del proceso emprendido, porque aparentemente ya estaban en liquidación.

Así, de esta manera, a excepción del presidente del Gobierno y de la propia ETA, todos quedaron con la sensación de vendidos. En primer lugar el PP, que aceptara el Pacto Antiterrorista a iniciativa de Zapatero cuando los que gobernaban eran ellos y que, además, estaba dando buenos resultados cuando el Congreso lo anuló. Vendidos los que empezaban a desertar de ETA (a ver quién se fía de ahora en delante de un Gobierno semejante), especialmente Pakito y todos sus compañeros de las cárceles que promovieron una campaña de renuncia de la lucha armada desde el convencimiento de que ésta no tenía sentido, demostrándoles el Congreso, el Gobierno, los partidos aplicados a esa negociación, que si ha tenido y tiene sentido. Y todos los que con anterioridad, y seducidos por la convivencia democrática, habían dejado todo atisbo de violencia, y que empezaron a ver que unos cientos de asesinatos después el Gobierno convertía a los irreductibles en interlocutores necesarios para conseguir la paz. Es de suponer el sentimiento, por otro lado, y sobre todo lo demás, de los familiares de las víctimas del terror, pues en medio de la negociación empezaron a descubrir que su sacrificio iba a carecer del sentido. No sólo se ha resucitado a ETA, se ha destrozado la convivencia democrática.

Pero superada estas cuestiones en apariencia nimias ante lo que se ha presentado como el colosal esfuerzo de la negociación por la paz (llegando a connotar que hasta el fracaso era aceptable si el objetivo es la paz, sin reconocer que el fracaso es el aliento a más violencia), la confusión del deseo con la realidad es la que ha hecho incluso que las elecciones en el País Vasco hayan sido unas elecciones para incautos deseosos de paz. Bien lo refleja la alcaldesa electa de Basauri que con expresividad manifiesta su sorpresa ante la ruptura del “alto el fuego permanente”. Hasta este rebuscado nombre que dio inicio al aparente parón terrorista –aparente, porque ETA no ha dejado de aprovechar el tiempo, a pesar de las verificaciones del Gobierno, para reorganizarse- avisaba de la posible falsedad del resto de los conceptos utilizados pero que tanto comentario laudatorio recibió, respecto a otros términos utilizados por ETA en el pasado, por especialistas en no se sabe qué. Pero hay que reconocer al presidente Zapatero una gran habilidad para mantener incauto y seducido a tanto personal durante tanto tiempo, a pesar de las cada vez más osadas acciones de ETA y sus aliados, aunque diera la sensación, al final, que no le quedaba más remedio que seguir como fuese manteniendo el señuelo del proceso.

Así como al PP le estallaron las bombas delante de las elecciones, Zapatero ha tenido la gran habilidad, concesión más o menos, de retrasar el estallido de la ruptura de la tregua a varios días después de las municipales. Quizás, al final, esto fuera lo único que le importase, el que no existiera un derrumbe electoral en el PSOE. Pero tan tamaña empresa de buscar la paz donde otros muchos habían fracasados, no fue sólo producto del capricho o la egolatría, a la que todo político tiene derecho dentro de un orden, sino que existió cierta concepción teórica de la política que le animó a meterse en tan pringoso lodazal.

Tan tamaña empresa exigía algo más que optimismo. Posiblemente fue porque partiera de una premisa teórica, la suscitada por el nacionalismo periférico extremo, la del sujeto de decisión, bajo la seductora apelación puesta de moda por Ibarretxe en “la libre decisión de los vascos a decidir su futuro”. A dicha formulación, tomada acríticamente, quizás por su exagerada apariencia democrática, aunque no lo sea, se ha sumado al mismo presidente como uno de sus defensores. Si se llegaba al acuerdo común con los terroristas de que el futuro del país Vasco y Navarra quedaba en manos de la voluntad democrática de los vascos y navarros –cosa de la que no se ha apeado ni siquiera en su comparecencia tras la ruptura de la tregua- el choque violento se resolvería democráticamente por sí mismo. Craso error.

Recientes trabajos –el de Félix Ovejero, “Contra Cromagnon”, Ruiz Soroa en su provocativamente titulado “Panfleto”, o el apuntamiento del origen del problema en El Correo del día 6 de junio por Antonio Elorza en “Consumatum Est!”- nos pueden facilitar el descubrimiento de la perversión teórica que originó la esperanza de entendimiento con los terroristas: convertir en nuevo sujeto de decisión política, en nuevo marco autónomo político, a la sociedad vasca y navarra. En estos trabajos citados, contradiciendo la hegemonía nacionalista del discurso, se formula tajante y decididamente que los sujetos de decisión no se pactan, que vienen predeterminados históricamente, que, incluso, no deja de ser una metáfora a posteriori la explicación del pacto entre el ciudadano y el Estado. Crear un nuevo sujeto de decisión supone autonomía política, y tal como trae Ruiz Soroa, citando Robert Dahl, “un derecho absoluto a la autonomía política vuelve ilegítimo a todo Estado y legaliza la anarquía”, nos daría la clave de por donde peligrosamente caminaba el posible acuerdo político. El encantador señuelo de la voluntad de los vascos a decidir su futuro, sencillamente, es una llamada al anarquismo, y su solución, también sencillamente, no tiene procedimiento democrático, sino como coherentemente piensa ETA, se dirime por la violencia. De ahí que la violencia en ETA no sea meramente un instrumento, si sinceramente desea la independencia, y creemos que si, constituye el centro de su discurso.

Lo curioso del caso, del caso español, es que hayan sido instancias del Estado, Lehendakari y, sobre todo, el propio presidente del Gobierno español, los que hayan apelado a la voluntad de los vascos a decidir su futuro, fomentando desde el marco de decisión establecido un nuevo marco de decisión escindido. Tiene una cierta coherencia en el caso de Ibarretxe, aunque se rebele contra el marco que lo designa, pero lo que carece de lógica es el pronunciamiento del presidente del Gobierno español esperando solucionar el problema del terrorismo entrando en la concepción separatista del nacionalismo vasco, y si luego corrige la capacidad de decisión de vascos y navarros -lo que acabó exasperando a los de Batasuna cuando precisó al día siguiente de su discurso en la habitación de la chimenea del Congreso que esa capacidad de decidir era en el seno de la ley-. Pues si es en el seno de la ley muy poco pueden decidir de nuevas. Tendrán que volver a la bomba sin quieren llegar a ser sujeto independiente de decisión.

Como así ha sido después de haberles facilitado un tiempo donde reorganizarse y volver de nuevo no sólo a las instituciones locales de Euskadi y Navarra, sino, lo que es peor, a ocupar la calle y erigirse en un nuevo pedestal político resultado de todos los errores cometidos. Y luego hay quien osa decir que la violencia no sirve para nada e, incluso decir, como el presidente, que ETA se equivoca si vuelve a ella. Diga lo que diga el presidente, si se ha negociado con ETA, si se le ha hecho muchas concesiones, si se ha legitimado a sus líderes, si se les ha facilitado conferencias de prensa masivas, si se llevó el asunto a Estrasburgo, es porque ETA usa la violencia. Por eso nunca se le debía haber dado ni solemnidad ni dignidad a la negociación con unos violentos anti-sistema.

Así pues, después de una vuelta a la realidad, tras una tregua que bien ha aprovechado ETA y Batasuna para reorganizarse, tras concesiones llamativas difíciles de creer hace ni siquiera un año, se vuelve al suelo y se contempla que no es posible la coincidencia teórica en la creación de un nuevo sujeto de decisión, el vasco y el navarro, so pena de cargarse el propio presidente todo el sistema con el que tanta ligereza ha jugado. Sólo hay un aspecto moderadamente positivo, los pocos muertos, sólo tres -perdonen tanta crudeza-, pero durante el mismo tiempo anterior a la tregua no hubo ninguno porque fue la policía la que se encargó de que no los hubiese. Eso sí, se ha crispado la política española hasta límites desconocidos desde la transición, se ha sacado a mucha gente a la calle con más banderas españolas enarboladas con indignación que con argumentos racionales, desatando pasiones a un ritmo preocupante.

Y, a pesar de ello, hay que volver a reclamar, cosa que algunos no hemos dejado de hacer, la unidad de los demócratas frente al terrorismo como única fórmula que funciona, aunque ese tipo de unidad frente a un enemigo común haya producido fenómenos en el pasado como el de nación, pues puede dar escrúpulo a algunos encontrarse en ella con el PP. Pero para lograr la unidad hay que abandonar el exceso de protagonismo y el aventurerismo, negar la posibilidad de réditos políticos en la operación y reconocer que esta tarea es común, aunque le pese a algunos. Y, sobre todo, que el tono de condena a ETA sea por parte del presidente algo superior, aun que sea un poquito, porque contra estos si que se desmelena, que el que usa contra los del PP, porque el dialogo hay que mimarlo precisamente con este partido y no con los terroristas. Hacer lo contrario supondría que todavía se espera, se anhela, se desea, acabar pactando con ETA, suscitando la sospecha de que lo que de verdad preocupa sea hundir al PP .

TEO URIARTE (BASTA YA)

junio 14, 2007

Los autores en castellano dicen no a Francfort

En la lista de 101 escritores invitados a la feria, presentada hoy, solamente los hay en catalán.

Es el caso de Juan Marsé, quien asegura que hace mucho tiempo que decidió no ir por "razones personales". "He estado dos veces y en las dos me he aburrido", afirma, y añade: "Estar metido en una especie de jaula nunca me ha gustado. Ya no firmo libros, ni hago cosas así". El escritor defiende que al final se ha creado un "clima que no es agradable", porque esta edición de la feria se "ha politizado mucho".


Tras subrayar su respeto por los organizadores y desearles éxitos "con o sin barretina", remacha: "Cedo con gusto mi lugar a un escritor o escritora en lengua catalana (siempre que no sean Isabel-Clara Simó o Salvador Sostres). En cuanto a mí, tinc molta feina".

» Ver en El País: Los autores en castellano dicen no a Francfort
» Ver en El País: Juan Marsé: "Tinc molta feina"

Antonio Robles en TeleTaxi TV



Extracto de la intervención de Antonio Robles en el programa de tertulia política del 12 de junio de 2007.

junio 13, 2007

El regreso del nazi vascongado

FÉLIX DE AZÚA

Algunos de los más ásperos calumniadores de aquellos que desde el principio rechazamos el "diálogo" con ETA y Batasuna deben de estar, en este momento, reciclando sus bolígrafos. Quienes nos oponíamos a una política de apaciguamiento del ultranacionalismo violento no lo ha- cíamos por dureza de corazón o intolerancia, sino por el convencimiento de que cualquier indulgencia con los movimientos totalitarios se acaba volviendo en contra del que tiende la mano. Los nazis muerden todo lo que se les acerca.

Empleo la palabra nazi sin ánimo deprecativo, solo descriptivo. La ideología del ultranacionalismo violento es la de un partido neonazi, aunque se disfrace de izquierda. También decían ser de izquierda Mussolini y la Falange. El nazismo de ETA y Batasuna ha sido extensamente analizado, pero merece la pena insistir: la exaltación de la sangre, la mitificación del territorio, la hipóstasis de la lengua como alma de la nación, la mitologización del Ejército nacional, la asunción del racismo de Sabino Arana como texto sagrado, en fin, todo el folclore étnico con que adornan sus actos públicos, los colocan indudablemente en el campo de la ultraderecha.


Es evidente que en ETA y Batasuna tenemos la peor herencia franquista y que solo han sobrevivido por las atenciones que reciben de los nacionalistas menos extremos. Personajes como Arzalluz han sido esenciales para que ETA y Batasuna medren. Y recuerde el lector que Otegi ha hablado en las universidades catalanas con el aplauso de las autoridades, mientras a los amenazados de muerte por ETA se les impedía la entrada. Los estudiantes ultranacionalistas y los rectores oportunistas han contribuido a la creación de fascistas universitarios.

Lo más desolador es que quienes rechazamos el diálogo con ETA somos los que creemos en su posible derrota. Nunca una democracia ha sido derrotada, si es una democracia verdadera. Y son los dialogantes los que no creen o no desean la derrota de los nazis. En eso ha consistido el "diálogo": en la renuncia a los fundamentos de la democracia.

Artículo publicado en: El Periódico, 9 de junio de 2007.

junio 12, 2007

El estado fragmentado

Prólogo de JOAQUÍN LEGUINA al libro "EL ESTADO FRAGMENTADO. MODELO AUSTROHÚNGARO Y BROTE DE NACIONES EN ESPAÑA" De Francisco Sosa Wagner e Igor Sosa Mayor. Editorial Trotta. Madrid 2.006.

«El camino de la nueva humanidad va hacia la bestialidad pasando por la nacionalidad.» Franz Grillparzer

El proceso en marcha, el de la reforma masiva de los Estatutos de Autonomía en España o, por mejor decir, su redacción ex novo, ha puesto de manifiesto, entre otras muchas cosas, el divorcio, que amenaza con ser definitivo, entre los actores políticos («la clase política», dirían algunos) y los intelectuales. Un divorcio del que no pueden esperarse sino desgracias.


A este respecto, resulta sorprendente la sordera absoluta y la mudez sobrevenida a los políticos españoles (nacionalistas o sedicentes socialistas) acerca de la multitud de argumentos contrarios y de críticas razonables en contra de ese disparate jurídico-político que ha constituido la elaboración del nuevo Estatuto de Cataluña.

Una nueva generación de políticos ha tomado el relevo a los «agentes de la transición» y lo ha hecho con criterios adánicos, como si la Historia se iniciara precisamente con su llegada al poder, adscribiéndose, también, a la fe del carbonero. Una fe mostrenca que se resume en una frase anunciadora de inmediatos desastres: «Eso lo arreglo yo en dos patadas».

El desprecio por el pensamiento y por la academia, la endogamia política y unos curricula poco presentables, donde brillan por su ausencia las experiencias laborales ajenas a la política, ésas que exigen cotizar a la Seguridad Social por cuenta propia o ajena, forman un entramado que no anuncia, a mi juicio, sino males.

Por todo eso y porque los tiempos amenazan no con sólo tensiones, sino con la desaparición del Estado tal como se concibió, mal que bien, durante la transición democrática, son necesarias reflexiones como las que contiene este trabajo de Francisco Sosa Wagner e Igor Sosa Mayor. Un libro que no se le caerá al lector de las manos, entre otras razones, porque está maravillosamente escrito, y cuando muchos ensayistas propenden a olvidar que el ensayo es también un género literario, los autores de éste han hecho, además, una espléndida literatura.

Rigor histórico y buenas letras, eso han conseguido los autores de este ensayo al abordar un asunto tan relevante para todos como es el futuro del Estado, y lo han hecho arrancándose desde el corazón de Europa, desde el Danubio y desde la Viena del Imperio, desde la Kakania que llegaría a disolverse al final de la guerra (1914-1918). Una historia rica en enseñanzas, especialmente para la actual andadura española, cuyo análisis se aborda en la segunda parte de este libro, de este ensayo clarificador, ilustrativo y, sobre todo, ilustrado.

En fin, uno se siente identificado con lo que aquí se aporta y, por qué negarlo, también se siente mal ante tanto disparate político como estamos viviendo entre la estupefacción y el cabreo. Puestas así las cosas, al hilo de este prólogo y quizá abusando de la confianza de los autores, me permitiré un desahogo, comenzando por relatar una anécdota:

La Academia de España en Roma se aloja en lo que, en tiempos lejanos, fue un convento aledaño a la iglesia de San Pietro in Montorio. Templo edificado, a su vez, en el lugar sobre el cual, según la tradición, fue crucificado san Pedro. Una colina en cuya falda, cerca del río, se halla el populoso y popular barrio del Trastevere. Allí, en la colina y al lado de la iglesia, dentro del patio del edificio en el que está hoy la Academia de España, Fernando el Católico encargó al arquitecto Bramante el diseño y la edificación de un tempietto. La fama que hoy tiene ese pequeño edificio le viene dada, sobre todo, porque en él ensayó Bramante la cúpula que más tarde se colocaría en la basílica de San Pedro en el Vaticano.

Bramante, el artista, se llamaba en realidad Donato di Pascuccio d’Angelo y había nacido cerca de Urbino en 1444. Luego trabajó como pintor y como arquitecto en Milán antes de trasladarse a Roma en 1499, precisamente a instancias del rey español. En Roma moriría —en 1514— dejando hechos los planos de la basílica de San Pedro, que él no vería terminada. Aunque la obra pasó a buenas manos, las de Miguel Ángel Buonarroti.

En fin, invitado por la Academia Española en Roma, estaba yo una tarde de la última Semana Santa oyendo las explicaciones acerca del tempietto que nos daba a cuatro o cinco amigos el secretario de la citada Academia. Glosaba en aquel momento una inscripción que hay en el altar subterráneo del tempietto. En esta inscripción, entre otras cosas, se lee:

FERDINAND * HISPANIAE * REX
ET HELISABE * REGINA *
1502

El secretario de la Academia, que es historiador de profesión, llamaba nuestra atención acerca de cómo Fernando de Aragón había querido que se inscribiera sobre la piedra su condición de rey de España. Mientras nuestro amigo hablaba, alrededor de nosotros pululaba una docena de turistas, desentendidos de las explicaciones que estábamos recibiendo... cuando, de pronto, una mujer, que no cumpliría los cuarenta, se encaró a nuestro improvisado guía y con airados modos y en un castellano con perceptible acento catalán le espetó:

—Eso de que Fernando de Aragón era rey de España se lo acaba de inventar usted.
—Señora, lea usted la inscripción —replicó, tan sorprendido como herido, el hombre.

La discusión continuó unos largos minutos y se la ahorraré a ustedes, pero yo saqué en limpio de aquella pelea dialéctica que la mujer no podía aceptar el hecho de que España haya existido jamás como entidad jurídica, política, social... Para ella, España era una creación de Francisco Franco, una entelequia que habían «inventado los fachas» en el segundo tercio del siglo XX.

La Constitución española de 1978, aparte de un texto jurídico-político, es también el resultado de un acuerdo entre derecha e izquierda, entre nacionalistas y no-nacionalistas, entre laicistas y religiosos, etc., etc. Es, pues, un pacto entre distintos y distantes en beneficio de la convivencia. También representa un conjunto de reglas del juego. El pacto constitucional creaba también nacionalidades y regiones con derecho a sus respectivas autonomías políticas. Pero como pacto entre partes diversas, el de la Constitución sólo puede ser sustituido por otro pacto. En cualquier caso, todo cambio en las reglas del juego debe ir precedido de un acuerdo, lo cual suele implicar un toma y daca.

La Constitución representó, por lo tanto, muchas renuncias políticas. Por ejemplo, la izquierda abandonó el maximalismo revolucionario a cambio de que la derecha desmantelara la dictadura. Pero no parece haber ocurrido lo mismo en el campo del nacionalismo, en el de sus aspiraciones de «autodeterminación» e «independencia»... y no estoy pensando ni sólo ni principalmente en los de ETA. De hecho, han sido los nacionalistas los únicos que no han renunciado a sus pretensiones, a sus programas máximos, desde el inicio de la transición hasta hoy. Y no sólo eso, parece que han conseguido infiltrar sus ideas en otros, al menos en Cataluña, como demuestra el amplio apoyo conseguido por el proyecto de Nuevo Estatuto el 30 de septiembre de 2005 en el Parlamento catalán. Un texto, aquél, cuyos 227 artículos (223 en el texto definitivo) giraban en torno a tres ejes: a) reducir al mínimo la presencia del Estado en Cataluña; b) bilateralidad entre el Estado y la Generalidad y c) preocupación por la presencia «nacional» de Cataluña en el Estado y en el ámbito internacional. Un Estatuto, el aprobado el 30 de septiembre de 2005, desleal hasta las cachas con la Constitución vigente y que se puede resumir en una frase castiza: «Lo mío, mío y lo tuyo a pachas».

Todo este embrollo, esta sensación de engaño o de traición que tantos hemos sentido ha sido el resultado de un gran malentendido: aquel que nos hizo pensar que la izquierda catalana era una izquierda homologable con la del resto de España... y estábamos equivocados o engañados o, con más precisión, autoengañados. Cuando personas tan respetables como la pedagoga Marta Mata recomendaban la inmersión lingüística de los niños castellanoparlantes y lo hacía en contra de todas las recomendaciones de la UNESCO, algo debimos haber sospechado. Y lo mismo ocurría con otros muchos ejemplos en el campo de la cultura, de los cuales era fácil deducir que para una buena parte de la izquierda catalana y catalanista el castellano era una lengua impuesta en Cataluña... por Franco.

Que el sectarismo identitario era fácil de detectar lo muestran unas tempranas declaraciones: en el número de julio y agosto de 1977 —inmediatamente después de las primeras elecciones democráticas y en vísperas del debate constitucional— la revista Taula del Canvi, catalanista de izquierdas, planteaba una pregunta a una serie de intelectuales anti-franquistas de indudable valía literaria (Salvador Espriu, Manuel de Pedrolo, Joaquín Molas, Antoni Comas...).

El asunto se las traía desde la propia formulación de la pregunta, que era ésta: ¿A los catalanes (de origen o radicación) que se expresen literariamente en lengua castellana hay que considerarlos como un fenómeno de conjunto que hay que liquidar a medida que Cataluña asuma sus propios órganos de gestión política y cultural? (los subrayados son míos).

Antes de considerar las respuestas ha de tenerse en cuenta que a ese «fenómeno de conjunto» pertenecían —y pertenecen— los hermanos Juan, José Agustín y Luis Goytisolo, Vázquez Montalbán, Carlos Barral, Juan Marsé, Eduardo Mendoza y un largo etcétera, amigos y compadres de quienes respondían así: Salvador Espriu: «Espero y deseo que sí». Manuel de Pedrolo: «No hemos de discutir a nadie el derecho a escribir en la lengua que quiera, pero nadie tiene derecho a convertir una lengua forastera en un arma de destrucción de la identidad del pueblo al cual pertenece o en el cual se inserta». Antoni Comas: «Como hecho colectivo, como fenómeno de conjunto, hay que liquidarlo a medida que Cataluña recupere su autonomía». Joaquín Molas: «Si las soluciones son las que deberían ser, los que utilizan la lengua castellana tenderían a desaparecer».

Entre tanto ardor guerrero y exterminador destacaba, por extraña, una propuesta razonable: Francesc Vallverdú: «La cultura catalana se puede manifestar y de hecho se manifiesta en diversas lenguas». Tan tempranas y amenazadoras manifestaciones de catalanismo identitario y arrasador deberían haber puesto en guardia, al menos, a dos entes sociales y políticos: 1) a los inmigrantes llegados a Cataluña y, en general, a los castellanohablantes y a sus representantes políticos y 2) a los partidos de ámbito nacional. Pero todos prefirieron mirar para otro lado, pensando, quizá, que la sangre no llegaría al río, que tales posiciones radicales, como otras muchas de entonces, se atemperarían en el marco constitucional que ya se estaba elaborando.

Si alguien desea comprobar hasta qué punto las reivindicaciones nacionalistas no han hecho sino dispararse hasta cotas que antaño eran inimaginables, le bastaría con leerse el Estatuto de Cataluña de 1932 y compararlo con el aprobado ahora, 74 años después: «Cataluña se constituye en región autónoma dentro del Estado español», decía el artículo 1 de aquel Estatuto. Si, por otra parte, se repasan las competencias exclusivas de aquel Estatuto de 1932 con el aprobado en referéndum el 18 de junio de 2006 se llegará fácilmente a la conclusión de que el tiempo, en efecto, no ha pasado en balde. ¿Y qué decir del sistema fiscal y financiero? Y todo ello sin que la fortísima inmigración castellano hablante que Cataluña tuvo durante por lo menos veinte años [1] haya atemperado esas demandas nacionalistas.

Políticamente, estamos ante un proceso iniciado y regido por los distintos partidos (nacionalistas o no) y las correspondientes burocracias entre las cuales es preciso señalar un nuevo actor: los liderazgos o, si se quiere, las burocracias intrapartidarias nacidas al socaire de la propia descentralización política. En otras palabras: en el seno de los partidos de ámbito nacional han surgido relevantes y actuantes «poderes locales» dispuestos a defender sus intereses presentes y futuros. Poderes que están dispuestos a emular en el plano autonómico cualquier reivindicación competencial o presupuestaria, ilustrando con gran precisión la ley de oro de toda burocracia: reclamar las mayores competencias para ejercerlas con las mínimas exigencias de responsabilidad.

Personas e intereses, «barones y baronías» que, a menudo, determinan con sus votos sindicados el destino de los líderes nacionales, cuya supervivencia política depende de ellos, de esas voluntades en los congresos nacionales de los partidos. Son éstos quienes dirigen y manejan el proceso de emulación, que se puede resumir en una frase que hizo fortuna: «Café para todos».

En efecto, al proceso de «afirmación nacionalista» se une, en paralelo o inmediatamente después, otro no menos significativo: el de emulación, cuyo paradigma queda bien descrito con la «fórmula Camps» (propuesta por el presidente de la Comunidad Valenciana para el nuevo Estatuto valenciano) consistente en acogerse a todo lo que consiguiera en su Estatuto Cataluña. También el consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía lo expresó muy gráficamente cuando le tocó defender la nueva definición de Andalucía («Realidad Nacional»): «Andalucía no va a ser menos que nadie», eso dijo. El «café para todos», también en el ámbito de las definiciones autonómicas (nación, nacionalidad, región, etc.), conduce a una carrera, a una emulación más bien ridícula. Por ejemplo, en Asturias se ha hablado a este propósito de «Nación originaria» (?).

Estamos, pues, ante un proceso iterativo cuyo impulso es la emulación y donde después de cada ronda de «café para todos» se abre una nueva reivindicación por parte del «hecho diferencial». Un hecho diferencial que nadie quiere definir, pero que para cualquier ciudadano normal está más claro que el agua y puede expresarse así: existe un hecho diferencial en aquellas partes de España donde suelen ganar las elecciones los nacionalistas... y punto.

Resulta obvio que el «hecho diferencial» es incompatible con el «café para todos». O dicho más finamente: si se atiende al «hecho diferencial» se ha de renunciar a cualquier tipo de Estado federal o federalizante, incluido el Estado autonómico tal y como se ha ido construyendo en España a partir de 1978.

Prueba evidente del carácter inestable del proceso actual son las palabras pronunciadas nada más concluir la campaña del Estatuto de Cataluña (junio 2006) por el líder de CiU, Artur Mas: «Éste [del Estatuto] es un paso más, pero queda mucho camino por recorrer en el proceso de autogobierno. Eso sí —añadió—, a partir de ahora podremos hablar a España de tú a tú». Estas declaraciones podrán ser calificadas de muy diversas formas, pero no podrán ser tachadas de ambiguas u oscuras, pues son claras como el agua clara.

Hablemos claro también nosotros: estados federales existen, por ejemplo: los Estados Unidos de América o Alemania y, sin entrar en si allí, en los estados norteamericanos o en los Länder alemanes, caben regiones del tamaño de La Rioja, podemos asegurar que entre los Estados Unidos y Alemania, por un lado, y España, por el otro, existe una diferencia sustancial, determinante, que es la siguiente: nadie en los Estados Unidos pretende la independencia de Carolina del Norte, de California o de Florida y lo mismo ocurre con Renania o con Baviera dentro de Alemania. Pero aquí, en España, el nacionalismo vasco, el catalán, el gallego... quieren separarse de España, niegan su existencia como nación (ellos nunca pronuncian la palabra España sino que hablan del «Estado español») y no pierden ocasión para afirmar, no la diferencia, sino su escaso aprecio por el conjunto y por su expresión jurídico-política, es decir, por la Constitución.

Los políticos actuales tienden a pensar como Humpty-Dumpty, el personaje de Alicia en el país de las maravillas, para quien lo único relevante en el lenguaje es quién tiene el poder, pero se equivocan: la palabra, el razonamiento, la teoría acaban por imponer su ley. Por eso en la Historia de la Humanidad Kant es más importante que Napoleón. Por eso hay que leer este libro. Lectura grata y enriquecedora.

[1] En el área metropolitana de Barcelona el 60% de sus habitantes es en la actualidad castellanoparlante.

junio 11, 2007

La revolución ciudadana

El micropoder es la capacidad de los ciudadanos, organizados en redes aprovechando las nuevas tecnologías, para influir en la toma de decisiones del poder político y económico. Dicho así suena complicado, pero si repasamos distintos sucesos cuyos orígenes estuvieron en la red podremos entender mejor su influencia en el mundo actual. Cuando un blog informaba sobre la relación entre Monica Lewinsky y el presidente Clinton, pocos imaginaban que derivaría en un proceso que acabaría con el ex presidente testificando desde el Despacho Oval. Actualmente se habla ya de una Web 2.0 para referirse a fenómenos como YouTube o MySpace, donde los ciudadanos son protagonistas del proceso de la comunicación interpersonal y social.


Los ciudadanos, organizados en las nuevas redes tecnológicas, pueden influir en la toma de decisiones. El uso de las tecnologías de la comunicación, nacidas de la digitalización, está revolucionando las relaciones entre el poder constituyente y el poder constituido. Los políticos, los empresarios y los medios de comunicación siguen, con una mezcla de curiosidad y recelo, la evolución de los ciudadanos participativos en esta nueva sociedad de la información: los denominados "tecnoinfluyentes". Superado el crash de las empresas punto com a finales de los noventa, las nuevas tecnologías han resurgido con fuerza y ahora tenemos una idea más clara del papel que deben ocupar en la sociedad. Por eso no es de extrañar que, en 2006, la revista Time eligiese al usuario de internet como la "Persona del Año".

Hoy los ciudadanos pueden influir en las elecciones a través de sus opiniones en blogs, denunciar casos de violación de derechos humanos o asociarse para compartir experiencias y tomar decisiones conjuntas. Esta capacidad terminará cambiando la relación de los políticos con la gente. El micropoder contagia su interactividad característica al sistema político para pasar de un gobierno unidireccional (del poder político a los ciudadanos) a un gobierno bidireccional (de los ciudadanos al poder político y de éste a los ciudadanos).

La posibilidad real de que la participación de una ciudadanía activa contribuya a que el sistema democrático se regenere se está abriendo paso gracias a la revolución digital. La acción política así entendida desarrolla una red de relaciones humanas que se mantienen a través de un constante diálogo interactivo (hablar y escuchar), posibilitado por las nuevas tecnologías. En este sentido, la actividad de los lobbies se convertirá en una labor más abierta y transparente. Ya no será una función reservada a las grandes organizaciones, sino que los grupos de interés social podrán participar en el diálogo con el poder político para transmitir sus preocupaciones. El micropoder también se manifiesta en el ámbito empresarial. La creciente importancia de los accionistas minoritarios ha convencido a los consejos de administración de las empresas de que éstos son actores clave, especialmente cuando son capaces de organizarse en foros de discusión al margen de las juntas generales anuales.

El micropoder nunca reside en el individuo aislado, sino en la persona entendida en su ámbito relacional propio. Es decir, que el protagonismo de cada individuo es, en realidad, coprotagonismo; y se traduce en la conjugación de dos conceptos clave para la articulación de una política centrada en la persona: autonomía e integración. Sólo cuando la persona es consciente de la capacidad de influencia y acción que le da la integración con otras personas surge el micropoder.

Los ciudadanos, los consumidores y los accionistas son ahora más relevantes porque se han convertido en nodos de unas redes sociales cada vez más influyentes. Los poderes clásicos deberán aprender a relacionarse con estos nuevos participantes en el gran juego de la sociedad. El micropoder obligará a entrar en un nuevo tipo de juego, en el que el poder constituido necesitará buscar la alianza con el ciudadano y comprender que los tiempos del ostracismo y del despotismo han quedado relegados en favor de la transparencia.

Javier Cremades

Artículos del autor:

- "Ciudadanía y responsabilidad democrática"
- "Hacia la democracia interactiva"

Libros del autor:

- "Micropoder". Ed. Espasa Calpe.
- "El paraíso digital". Ed. Plaza y Janés

» Blog de Javier Cremades

junio 10, 2007

Globalización


Ernesto Rodera en diarioadn.com


Publicado el 30 de mayo de 2007.

junio 08, 2007

La Generalitat no aplicará la tercera hora de castellano


Carod-Rovira, que ha elogiado de manera efusiva el trabajo de Ernest Maragall y su esfuerzo por consensuar la norma hasta el punto de bautizarla como 'decreto Maragall', ha afirmado que de este decreto se desprende que 'no habrá tercera hora de castellano'.

'Como nuestro modelo educativo ha funcionado bien, no está justificado que se incremente las horas de castellano', ha apuntado, tras insistir en que si alguna lengua merece una protección especial es el catalán.


Enlaces:

» Noticia en El País
» Noticia en Terra
» Blog de Criterio
» Vídeo de la noticia en TV3

Entrevista a José Domingo en "La Mañana" de la COPE.

junio 07, 2007

Tertulia Teletaxi 5 de junio de 2007 (selección)



Fragmento de 13 minutos de la tertulia de análisis político en TeleTaxi TV, con la intervención de Antonio Robles, de C's. Habla de Terrorismo, de la llamada "crisis" de Ciutadans, de los pactos post electorales y de las listas abiertas o cerradas.

junio 05, 2007

Ideología y estrategia en la acción política

Conferencia de Quim Molíns Catedrático de Ciencia Política
CIUTADANS :orígenes y proyecto

Organiza: Ciutadans-Partit de la Ciutadania Colabora: Associació Ciutadans de Catalunya Barcelona 28 de mayo de 2007



Parte 1 de 4



Parte 2 de 4

Parte 3 de 4

Parte 4 de 4

junio 04, 2007

PSC



Calle de Barcelona

» Ver información sobre Sabino Arana

junio 03, 2007

Euskadi sin pausa

ANV ha obtenido 8 concejales allí. Imagino a los 3 concejales socialistas y al popular el día en que se elija el nuevo alcalde. Imagínenlos cada día de Pleno avanzando hasta llegar a la Plaza de los Gudaris –se llama así- donde se sitúa la iglesia y el Ayuntamiento imponente, y todo esto, por un trayecto lleno de carteles que son otro canto a la impunidad social de los terroristas. No va a ser nada fácil para ellos ver cómo los de Batasuna vuelven al poder sin haber condenado la violencia instrumental, crecidos y desafiantes, y con ETA dispuesta a apretar las tuercas cuando lo consideren oportuno. El cabeza de lista socialista de Hernani ha sufrido el acoso constante. Hace algunos años una turba de gentes de Batasuna que regresaba frustrada de los alrededores del Museo Txillida -porque se ve que no pudieron montar el número suficiente contra la comitiva real- estuvo a punto de lincharlo. Ocurrió en su propio barrio, donde le conocían y votaban la mayoría de los vecinos. Aquel día no lo socorrieron, por miedo. Se refugió como pudo. Siento un profundo respeto personal, también, por supuesto, por los dos concejales de EA y PNV que se han atrevido a presentarse a concejales por mi pueblo natal, Hernani. En los pisos piloto del nacionalismo radical la vida no es fácil para quienes les llevan la contraria públicamente.


Los líderes socialistas están, con todo, muy contentos por la subida electoral en el territorio guipuzcoano. Sus jefes lo estarán también, por los resultados vascos, como un aval al cambio de estrategia antiterrorista.

Alfredo Tamayo me aconsejó hace unos días un libro de Aaron T. Beck titulado Prisioneros del odio. Lo voy leyendo prácticamente cada noche y me resulta inevitable comparar sus afirmaciones con la realidad de la violencia nacionalista vasca, así como con los efectos de la propaganda intensiva durante décadas en la población vasca. Es desazonante comprobar que también viene al pelo para analizar los efectos devastadores de la “nueva propaganda” que se desarrolla en la opinión pública española.

El autor analiza el odio destructivo entre individuos y grupos. Escribe acerca de los individuos y los grupos cuando abdican de la racionalidad para convertirse en los prisioneros de un mecanismo de pensamiento primitivo. Habla de la distorsión cognitiva, de las ventajas propagandísticas de la creación de chivos expiatorios. Explica cómo se pueden generar imágenes ultrasimplificadas acerca de los “contrarios”. Aaron T. Beck expresa que “una vez que el odio ha cristalizado, es como un cuchillo helado preparado para hundirse en la espalda de un adversario”.

Considero al leerlo que el odio del mundo social de ETA no ha disminuido de forma significativa y que más bien es azuzado por sus estrategas de forma fría e instrumental. Y que el cambio de estrategia antiterrorista no tiene amplio recorrido. Lo siento especialmente por esos puñados de concejales vascos.

No puedo evitar pensar además que hay gente que ha ido incubando otra especie de odio reactivo contra el PP o el PSOE, por distintas causas, en el interior de la sociedad española. Sus efectos son -por fortuna- leves, pero resultan, claro, un factor añadido de fortaleza relativa para los de Batasuna y ETA. Estamos en un bucle complicado de resolver, me temo.

Maite Pagazaurtundua

» Ver reseña del libro "Prisioneros del odio", de Aaron T. Beck

junio 01, 2007

Antonio Robles en TeleTaxi TV



Antonio Robles en TeleTaxi TV el 29/05/2007