Feria de Frankfurt: artículos en medios europeos (II)
Dos escritores de Cataluña opinan acerca de la pregunta por su idioma
Neue Zürcher Zeitung – Feuilleton – Lunes, 24 Septiembre 2007 – Nº 221: En el día a día, la sociedad catalana tiene un trato claramente distendido con su bilingüismo. La invitación cursada a la ”cultura catalana” para que asista como invitada de honor a la Feria del Libro de Frankfurt revela ahora zonas de conflicto tabuizadas que también aparecen en los textos abajo reproducidos de Quim Monzó y Javier Cercás. Ambos autores opinan acerca de la pregunta ¿Por qué escribe usted en catalán, resp. en castellano?
Se ha ganado el aula, se ha perdido el patio: ésta es la fórmula poco halagüeña con la que podría definirse, afilando el tono, la situación actual de la lengua catalana. La escolarización en catalán, aunque no sancionada por la ley, y no obstante obligatoria en la práctica, ha dado lugar a que hoy en día un 95% de la población al menos entienda ambos idiomas. A la paz lingüística contribuye el carácter conciliador de los que por origen son catalanoparlantes, que suelen pasar espontáneamente al castellano cuando resulta útil para entenderse. Al revés, la población castellanoparlante asume sin grandes protestas la preferencia oficial que se otorga al catalán, incluso cuando esa política lingüística tiende a despegarse de la realidad, como demuestra el caso de Frankfurt (NZZ 26-3 y 21-6-o7). La controversia que da entrada a la presentación en la Feria del Libro ha pasado a formar parte, según indica el editor Gonzalo Pontón, de la “historia universal de la estupidez”.
“Original y universal”
La resignación de los perdedores se alivia con una pizca de malicia al ver que los nacionalistas de Cataluña intenta explicarle al mundo literario universal que la cultura catalana es “original y universal” -véase el lema-- precisamente porque excluye a sus autores más renombrados actuando de policía lingüística. Lo hace contraviniendo los intereses de un sector editorial que en la propia Cataluña tiene un 80% de ventas precisamente en lengua castellana y sin cuya profesionalidad marcada no existiría en Frankfurt esa presencia honorífica catalana. Por desgracia, en la lista de los 101 autores oficialmente invitados no solamente faltan todos los que escriben en lengua castellana; tampoco hay ni un ensayista, ni un filósofo, ni un nombre dedicado a las ciencias humanísticas u otras. Como si la intención hubiese sido demostrar al mundo la originalidad del catalanismo precisamente a través de la perfección de su cerrazón intelectual.
Esta situación tan penosa ¿se debe únicamente a un pequeño fallo mental? Claro que podría calificarse de “literatura catalana” precisamente la que está redactada en ese idioma. Pero lo que es huésped de honor en Frankfurt es la “cultura catalana” y este concepto no se agota en la visión patriotera de una casta política que ha impuesto a bombo y platillo y con sorprendente desfachatez esa imagen pacífica que no representa otra cosa que su propia simpleza. Una imagen desfigurada con una ideología detrás que a pesar del programa acompañante, suministrado a toda prisa, creemos que precisamente en Alemania encontrará poca comprensión. Pero por áspera que sea la crítica que llega desde fuera, los fieles devotos consideran que su lengua es un tótem, el espíritu protector de su identidad o al menos una especie de emblema familiar.
Uno de estos fieles proclamó recientemente en “El País” que “un país como Suiza jamás sería invitado a Frankfurt porque al ser una nación de varias lenguas, en sentido cultural no existe”. En lugar de hablar con la lengua tan suelta habría podido enterarse con facilidad de que Suiza estuvo presente en la Feria del Libro, en 1998, con las cuatro lenguas de su país. Anotemos desde un punto de vista menos autocomplaciente que la India estuvo presente el año pasado con apenas 70 autores que representaban a gran parte de los 24 idiomas oficiales. En comparación, la presencia catalana tiene tantos visos de prepotencia como de estrechez mental. Como si el déficit de simpatía que padece su lengua en España fuese encima algo digno de exportar.
Saludos de Bartleby
La ironía con la que Quim Monzó responde a la pregunta de por qué escribe en catalán aparece teñida de una leve tensión ofendida. En España, difícilmente se atrevería alguien a planteársela tan abiertamente. Pero precisamente por su candidez es por lo que toca tabúes, alrededor de los cuales el contrario de Monzó en materia de lengua de escritura, Javier Cercas, prefiere dar un cuidadoso rodeo antes de expresar quién azuza periódicamente las divergencias que se ocultan en el modelo lingüístico catalán: por un lado el nacionalismo español, por otro lado el nacionalismo catalán. Situados entre estos dos extremos es donde precisamente los escritores que en Cataluña escriben en castellano sienten malestar.
Antes de que Cercas estuviese dispuesto a tocar el tema, haciendo un visible esfuerzo por no disgustar a nadie, hubo dos negativas que nos hicieron comprender qué difícil resulta incluso para dos autores tan asentados como Eduardo Mendoza y Enrique Vila-Matas. Dispensados de participar en el “circo” de Frankfurt (cosa que aceptan sin quejarse) pretenden hacernos ver que prefieren no tener nada que ver con todo eso. Saludos de Bartleby. Finalmente, Vila-Matas se vuelve un poco más explícito y nos menciona los motivos por los cuales ha preferido no responder a la pregunta. Por un lado, sería el temor a ser malinterpretado por quienes defienden la lengua catalana. Pero peor sería la perspectiva de verse citado al día siguiente en “La Razón”, un diario madrileño que rebosa de ánimo patriotero y no deja escapar ocasión alguna para lanzar reproches a sus congéneres espirituales catalanes. Tales son los embrollos en los que puede uno encontrarse en medio de una coexistencia libre y pacífica de las lenguas: prisioneros dentro de la armonía
Markus Jacob
(N. del T.: Siguen las dos respuestas de Quim Monzó y de Javier Cercas a la pregunta del periodista. No las traduzco, porque me parece una irreverencia intentar retraducir esos dos textos a su idioma original. En resumen, ambos vienen a decir que es una pregunta algo tonta, pues cada uno prefiere escribir en el idioma que mejor sabe utilizar).
» Ver artículo en NZZ Online (en alemán)
1 comentario:
Magnífico artículo y mejor traducción. ¡Enhorabuena!
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