enero 23, 2007

Un bocadillo de queso


Son casi las dos de la tarde. Estoy preparando mi unidad didáctica para mis estudiantes de segundo de Bachillerato. Uno de los valores a tratar, y no poco conocido; el respeto. Soy profesora de inglés y en inglés, como a mí me gusta resaltar. No se trata sólo de enseñar, sino de educar. Son chicos y chicas de la edad de mi hermano. Recibo un email de C's en el que se nos informa de una entrevista a Albert Rivera, en un programa de Td8, esa misma noche.


Respondo al email, a pesar del poco tiempo del que dispongo, y confirmo mi asistencia al programa. Hasta aquí todo correcto. Y el día continúa…

A eso de las ocho y cuarto de la tarde, llego al lugar de encuentro, me subo al autocar y, un poco después, llegamos a Td8. Sabemos que hay una entrevista, que ésta durará media hora, pero nada más… Yo, como el resto del público, dejo mi abrigo y mis cosas, cojo un bocadillo de queso del servicio de cátering y una botella de agua. Tenemos siete minutos para comer, ir al lavabo y todo lo demás antes del programa. Hasta aquí, todo normal. Cosas del directo. Una vez en plató, nos dicen que nos sentemos donde queramos y que aplaudamos mucho, que lo hagamos incluso cuando lo creamos oportuno y que, si nos entran ganas de reir, pues que no nos cortemos. Uno de los colaboradores del programa se sienta a mi lado. A eso de las 22 h empieza el “espectáculo”, tal y como el mismo programa anuncia en su página web (http://www.td8.cat/puigbo.htm)

“El programa, dirigit i presentat per Josep Puigbó, vol ser un espectacle de la paraula a través del tractament, en diversos formats, dels principals temes d'actualitat -de la setmana o més intemporals-, en tots els vessants: social, econòmic, polític, etc.

Per fer-ho, l'espai se servirà de diversos gèneres periodístics: informació, debat, cara a cara, entrevistes..”.

Inseguridad ciudadana, la corrupción en las ONGs… fueron temas de los que se habló largo y tendido. En la primera parte, incluso tuve que ver cómo el colaborador del programa que había a mi lado me pegó un manotazo al decirle que yo era inmigrante, después de que dijese eso de “i els immigrants irregulars, fora!” Lo de “irregulares”, se lo pensó, pero lo acabó diciendo, con cierto tono… Supongo que por aquello de lo políticamente correcto, aunque luego daría ejemplo de lo contrario. Dejémoslo.

Fueron varias las intervenciones en el debate, pero no nos engañemos. Se trataba de un debate entre contertulios, en el que el público sólo servía para tres cosas: callar, reír o aplaudir. Pregunté a la azafata (y ésta, a su vez, a otra persona) por la posibilidad de decir algo a los contertulios, de participar en ese supuesto debate democrático y modelo de libertad dentro del espectáculo mediático. Pero no. Era un debate sobre la inseguridad ciudadana y no sobre la opinión que nosotros, los ciudadanos, tenemos sobre nuestra propia seguridad. Cosas diferentes, por lo visto.

Lo recuerdo, por si alguien se ha perdido. El programa empieza a las diez de la noche. En el descanso, entre tema y tema, me cambian de sitio. Dejo mi lugar en la fila cero, al lado de la escalera, y me ponen al lado de la azafata, en la misma fila, en el extremo izquierdo, justo por donde entran los invitados.

Vamos, que estaba al lado de la nada, donde no molestase con mis comentarios o incisiones verbales. Segundo round: la corrupción de las ONGs.

Un tema lamentable, pero más de lo mismo. Espectáculo, alguna conexión en directo, y el público aplaudiendo, callando o riendo, cuando toca, por supuesto.

Pero lo mejor está por venir…

Son las doce menos cuarto de la noche, hace frío en el plató, se hace otra pausa y empiezan los movimientos en el mismo. Rivera aparece cerca de donde estoy yo sentada. Sereno, con una sonrisa en los labios y tranquilo.

Empieza el tercer y último round: la entrevista a Albert Rivera, presidente de C's. ..

Debo confesar que, antes de mi sospechoso cambio de sitio, pude leer lo que uno de los colaboradores del programa había escrito en su libreta. Se trataba de una especie de retrato que éste estaba escribiendo sobre Rivera, antes incluso de que el mismo se sentase a la mesa y empezase a hablar. Increíble… será cierto que existen los videntes.

Rivera se sienta cerca del presentador, el Sr. Puigbó y empieza el verdadero espectáculo, el leitmotiv del programa. No se trataba de una entrevista, sino de una repetición, monótona hasta la saciedad, de lo que Rivera y C's ha oído de todas partes.

¿A quién se pretende engañar? ¿Para cuándo una entrevista en la que Rivera, o quien sea de C's, responda a preguntas inteligentes? Para ser sinceros, Rivera supo lidiar con esas preguntas con elegancia y sin irritarse, como parecía ser el propósito de las mismas. Ya no sé si lo hizo por su preparación, su inteligencia o porque ya está acostumbrado a este tipo de situaciones.

Cuando ya habían pasado unos diez minutos de la entrevista, el Sr. Puigbó le pide al colaborador que lea su retrato del joven Rivera. Entre otras lindezas, le dijo que “iba vestido como para ir a un restaurante de dos estrellas”, que “era un chico muy educado que decía cosas muy maleducadas” o que “tenía un buen polvo”. Realmente, me he perdido… Por lo visto, el colaborador rememoraba, así, sus tiempos en “Crónicas Marcianas”, cuando se ganaba la vida hablando de las miserias humanas y jugaba a ser un personaje provocador, donde los haya. Por si esto fuera poco, para rematar la faena, el otro colaborador, el que me propinó el manotazo para que me callase, también dijo lo suyo. En concreto, que el Sr. Rivera era Hitler. Yo (que viví en Alemania una temporada) vi que estábamos llegando a extremos insospechados. Ya se trataba de insultar, de sacar al otro de sus casillas, incluso, de buscar una querella por una barbaridad de tal magnitud. En el país teutón, una declaración de este tipo puede suponer un problema serio para quien lo dice, con consecuencias legales incluidas. Aquí, como somos de la palabra fácil y parece que ésta ha perdido su valor, da igual. Pero… ¿qué hubiese pasado si este colaborador se hubiese referido en dichos términos al Sr. Zapatero? ¿O al Sr. Rajoy? ¿O al Sr. Carod-Rovira? ¿Cuántas horas, programas televisivos, medios de comunicación y días se dedicarían al “percance”? ¿Tan fácil es insultar y tan gratificante resulta a quien lo hace? ¿El insulto es proporcional a la edad y experiencia del sujeto que lo recibe o a lo molesto que resulte su ideología y/o votantes? Muchas preguntas más son las que me vienen a la cabeza, pero este no es el lugar ni el momento.

El público, por supuesto, reaccionó. Además, ya nos llamaron la atención porque aplaudíamos “demasiado” a las respuestas que Rivera daba a la batería de preguntas que lo esperaba a la vuelta de la esquina. Yo, como el resto, me sentí dolida, y mucho. Dolida como ciudadana, como persona y como profesora. ¿A qué venía mi defensa del respeto y la libertad de expresión en la clase, con mis alumnos, esa misma mañana, cuando a mí misma no me respetaban ni me dejaban expresarme? Ahora, tampoco me dejaban aplaudir, ni preguntar al Sr. Rivera, ni nada de nada. Un bocadillo de queso y una botella pequeña de agua para ver espectáculo, falta de respeto, insultos y demás. ..

A eso de la una de la madrugada llegué a casa, frustrada, al borde de las lágrimas. Algo no iba bien. ¿Era yo o los demás? Un bocadillo de queso, sin acabar y una botella medio vacía (o medio llena) en mi bolso, me recordaban el mal trago de hacía un momento. Pero todo tiene su parte positiva. Conocí gente de C's que, como yo, fueron a apoyar a Rivera, a disfrutar de una supuesta entrevista, gente maravillosa con la que compartí un buen momento.

Rivera se acercó a nosotros y nos dio las gracias por haber ido. No se merecían.

Al final, vi que, a pesar del juego sucio al que tuvimos que hacer frente, una vez más, C's estaba más que unido y no habíamos caído en la trampa. Pero no debemos olvidar el trato que hemos recibido en este caso y reflexionar sobre el mismo. El respeto, ante todo, incluida la política. Incluso, ante un bocadillo de queso. Gracias.

13/01/2007 - Aouatif Stitou, www.ciutadans-ciudadanos.com

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