diciembre 11, 2006

Cuando el río sube la montaña

Hace 20 años los poderosos de la tierra pusieron en circulación un cuento con final “feliz”: En la globalización todo iba a ser más barato y mejor, sin fronteras de ningún tipo...

A veces y solo a veces tenemos el placer de oír cantos de esperanza que calman las desdichas de los pobres y no se deben nunca a los poderosos que generación tras generación han convertido en llanto las expectativas vitales de cada día más seres humanos hasta ofrecernos una actualidad mundial en la que el 20% de la población disfruta y derrocha la riqueza que se explota en el mundo mientras que el 80% malvive, una buena parte de este % muere de hambre, miseria e impotencia, otra buena parte lo hace antes de cumplir 50 años y después de contribuir con su esfuerzo al trabajo primero y sucio de la transformación de la materia prima en el producto final apto para el consumo del 20% de sus hermanos de los países ricos y un resto importantísimo muere de inanición porque esa materia prima es robada de sus países y transportada para el enriquecimiento desorbitado de pequeño % de ricos que exprime al resto de los seres humanos de distintas formas.

Son cifras globales que dan constancia del desequilibrio global que percibimos a poco que mantengamos los ojos abiertos y que en el caso de que decidamos mirar para otro lado tampoco podemos dejar de percibir pues las consecuencias de este demencial desequilibrio está presente en nuestra vida cotidiana y en la consciencia de la razón que presumimos tener. A esta insoportable situación de injusticia planetaria han dado en llamarla globalización.

Y de ello se debatió a finales del pasado noviembre en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (Méjico) en un debate con el título “Primer Foro de Economía Política Internacional” en un epígrafe titulado: La globalización Económica a debate y que tuvo como invitado al Premio Nóbel de Economía Joseph Stiglitz, ex vicepresidente del Banco Mundial que se dedicó a hacer un balance de la globalización y un atisbo de esperanza, cuestiones sobre las que ha trabajado y se pueden consultar en sus libros publicados en la Editorial Taurus : “Como hacer que funcione la globalización”, “El malestar en la globalización y los felices 90”, “La semilla de la destrucción”.

Joseph Stiglitz hizo una exposición digna de mencionarse para participar en la necesaria tarea de cambiar de signo el estado actual de la globalización. Éstas han sido algunas de las consideraciones de su discurso:

La globalización tendrá que cambiar porque el mundo está cambiando: el poder de China, el calentamiento global; quizá lo haga por problemas mayores o por reformas sistemáticas y pensadas, pero lo hará. Hay que exigirle a la globalización que cumpla sus promesas de esperanza y justicia para todos con las que nació hace 20 años…

Denunció la gran falacia de la globalización: Todo iba a ser más barato y mejor y el resultado de la gran ola de la globalización es que ha acabado hundiendo a los barcos más pequeños...”la globalización cambiará porque los problemas que acaba generando son insolubles”

No faltó una metáfora en su discurso: “un río subiendo una montaña, así de absurdo fluye el dinero de los pobres a los ricos con la globalización” Ha habido globalización económica, pero no ha estado acompañada de una globalización política, no tenemos instituciones globales fuertes que frenen las desigualdades…el déficit democrático de los escasos convenios internacionales e instituciones globales hoy existentes, como el Fondo Monetario Internacional. ¿Quién manda ahí? Pues EEUU y el G7. Paradójicamente – la globalización- también ha acabado tocando la economía norteamericana : Los ingresos medios de los norteamericanos están por debajo de los niveles de hace 6 años…

La ideología del fundamentalismo del mercado o la teoría de que todo se arregla con el libre comercio afecta a los convenios bilaterales - que por su déficit democrático: La conducta de los bandidos corporativos que pasan la frontera y quedan fuera de la ley, ó las multinacionales que eluden sus responsabilidades civiles allí donde se instalan, la deuda externa, el cinturón de acero de la propiedad intelectual y la explotación técnica neocolonizadora permiten que países con materias primas vitales no crezcan.

Que los mensajes navideños expandan las palabras de Stiglitz y la conciencia univeral para desterrar de este mundo las penurias que inflige la injusticia.

Carmen C.

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