septiembre 16, 2008

La ofrenda


Asistir a la ofrenda floral de la Diada viene a ser como presentarse en la lapidación de La vida de Brian llevando la palabra Jehová impresa en la camiseta. Al PP le arrean por puro reflejo pavloviano en cuanto suena la campanilla, con eso se cuenta. Pero, después de comprobar que también ERC y el Barça soportan sus propias ráfagas de insultos y pasan por botiflers, uno debe reconocer que ya no sabe cómo es el retrato-robot del catalán reglamentario. Y, sobre todo, el del puto español al que ojalá le exploten los cojones. Antes estaba más claro: puto español era cualquiera que se quedara fuera del espacio ocupado por el Tripartito, era cualquiera que no se dejara abducir por la doctrina del Régimen, un Boadella por ahí. Pero ahora resulta que en la categoría de puto español ya dejan entrar a cualquiera, hasta a Laporta y Puigcercós, cuando antes era una condecoración que tan sólo llevaban con soledad y donaire unos cuantos apestados sociales en los que podía reconocerse la inteligencia amotinada, el Off-Régimen, la disidencia sin vocación de serlo.


Lo más llamativo, sin embargo, es la imagen de Alicia Sánchez-Camacho cantando Els Segadors ante su pelotón de su fusilamiento retórico, dócil como el tío Tom en su cabaña, voluntaria para pasar por las horcas caudinas cuando podría haberlo evitado. ¿Es que niegan los avales de catalanidad y hasta los créditos en los bancos a quien no se pasa por la ofrenda floral? En las últimas horas, al PP le han insultado por cauce institucional, donde ha sido comparado con Bin Laden, y en la mismísima calle, con menos símiles y más adjetivos de trazo grueso. Aun así, se empeña en participar en los cotarros donde no le quiere nadie para dar pruebas de integración en la senda verdadera, probablemente porque aún debe hacerse perdonar toda una legislatura durmiendo de día en la cripta de la derecha gótica. Lo malo es que lo de Sánchez-Camacho vocalizando el golpe de hoz va más allá del síndrome de Estocolmo o el peaje por existir. Entra de lleno en los tres supuestos psicológicos por los que una mujer maltratada no se atreve a romper con su agresor. Porque se siente culpable de los golpes que recibe, lo cual es obvio, con tanto pedigrí españolista mal borrado que sin duda constituye una provocación. Por dependencia emocional, que anhela la correspondencia. Y por miedo a la soledad y a la obligación de valerse por sí misma, que en el caso de Alicia acaso se vuelva más profundo por el recuerdo del cordón sanitario, del pacto segregador del Tinell y del exilio interior padecido por los intelectuales y otros personajes públicos que sí se atrevieron a enfrentarse a su agresor fundando siglas como la de Ciutadans. Y que desde luego no acuden a la ofrenda floral porque no les compensa ofrecer el rostro al tartazo sólo para llevar en el parabrisas la pegatina de la ITV de la integración.

David Gistau

» Artículo publicado en El Mundo

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Ay, el PP dejando su flanco antinacionalista abierto! Si ciertos sectores de Ciudadanos no se hubieran empeñado en dejar tan claro que "sólo nos interesa el centro-izquierda (o la izquierda, directamente)". En fin, supongo que ya sólo nos quedará, como a Lee el 2 de julio, lamentarnos amargamente por no haber ocupado la colina de Little Round Top cuando los federales aún no la ocupaban fieramente atrincherados.