diciembre 04, 2007

Desde Rusia Unida a lo de siempre

Como cantaban las encuestas, Putin ha arrasado en Rusia con su partido Rusia Unida. De carácter nacionalista, el ruso medio, acomplejado por la perdida de estatus de su país, ve en Putin al nuevo Pedro el Grande que pueda llevar de nuevo a Rusia a lo más alto. Los hay más nacionalistas, como los ultranacionalistas del Partido Liberal Democrático, que solo sirven para hacer bueno a Putin, pero no más hábiles en identificar lo bueno para el país con lo bueno para uno mismo. Y es que al final siempre pasa lo mismo. El nacionalismo acaba llevando al personalismo. El nacionalista en el poder acaba identificándose con la propia nación de tal modo que cualquier ataque a su política es un ataque a su nación. Y esto es uno de los mayores obstáculos para compaginar nacionalismo y democracia.


El nacionalismo siempre será suspicaz, receloso, enemigo de todo lo que no se identifique con su proyecto cuando la democracia es por antonomasia el sistema de la apertura a lo diferente y al otro. El problema es que en un mundo global, donde lo que sucede dentro de cada país afecta cada vez más a lo que sucede fuera, el nacionalismo se convierte en un viaje a ninguna parte.

Es cierto que frente a la globalización de costumbres, mucha gente busca la singularidad en sus tradiciones, pero hacerlas a costa de cerrarse a la alteridad supondrá un coste muy alto a la humanidad.

Eduardo Satué

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