julio 27, 2007

Ideas para el siglo XXI (V)


PROBLEMA: Extremismo religioso


Una solución radical
Scott Appleby


Demasiadas amenazas actuales tienen sus raíces en la religión. Necesitamos una alianza capaz de separar el bien del mal.

La proliferación de la ideología y el poder religiosos –un fenómeno que se extiende por todo el mundo, desde Bagdad hasta Roma, desde Teherán hasta Jerusalén, desde Kabul hasta Washington– está elevando el conflicto corriente a un nivel espiritual y apocalíptico que intensifica su potencial destructivo. ¿Cómo podemos enfriar los ánimos? O, dicho de otra forma, ¿cómo podemos contrarrestar la retórica del choque de civilizaciones y neutralizar a los radicales intolerantes?


El mundo necesita una ofensiva religiosa que no ofenda. Nuestro laico aparato de política exterior ha ignorado tradicionalmente la religión, confiando, sin resultados, en que así desaparecería. Pero el mundo musulmán, desde África occidental hasta el sureste asiático, se apoya en la religión. Para que se forjen alianzas significativas entre sociedades que han tenido choques recientes o que albergan resentimientos históricos, la religión –nos guste o no– debe tener un papel fundamental. Y ningún acercamiento entre pueblos puede ser más eficaz que una alianza entre musulmanes y católicos.

Los más cínicos pueden pensar que es una locura promover una alianza entre religiones que han sido fuentes de intolerancia y conflicto internacional. Ese pesimismo no viene al caso. Los musulmanes y los católicos constituyen las dos comunidades religiosas más grandes del mundo, cada una con más de mil millones de fieles. Son agrupaciones con pluralidad interna, dotadas de recursos sin explorar para la resolución de conflictos y la reducción de la violencia y que están esforzándose por encontrar una forma de convivir, una con otra y con el llamado mundo laico. No son enemigas inevitables del progreso; quienes insisten en esa idea están atrapados en sus propios estereotipos gastados. El desarrollo de unas relaciones duraderas de tipo profesional, personal e institucional entre las comunidades musulmana y católica es una tarea difícil pero necesaria.

El trabajo de cooperación podría comenzar de forma modesta, como proyecto cultural y educativo, patrocinado de forma conjunta por grandes organizaciones cívicas, católicas y musulmanas. Esa colaboración inicial podría derivar en desarrollar un equipo de equipos internacional e interdisciplinario: estudiosos, intelectuales y líderes religiosos católicos y musulmanes que, entre todos, construirían una relación de hermandad y conocimiento mutuo. Serían embajadores culturales y religiosos de facto, dotados del arma más importante en el arsenal del diplomático: la comprensión.

Publicado en Foreign Policy - Edición española

Scott Appleby dirige desde la cátedra John M. Regan Jr. el Instituto Joan B. Kroc de Estudios Internacionales para la Paz y es profesor de Historia en la Universidad de Nôtre Dame (Indiana, EE UU).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece bien la idea del diálogo entre expertos religiosos.

Pero hay que sortear varias dificultades.
En el caso de los católicos, hay que estar atento a lo que pueda decir el Papa, la máxima autoridad. Él está a favor del diálogo y acepta la separación Iglesia-Estado.

Con los musulmanes, el problema es que no hay un poder central claro, por mucho que sea el poder de la familia real saudi. Otra difucultad lo dificil que cuesta separar el Islam del Estado, incluso en Turquía.

Y hay un pequeño grupo religioso que podría ayudar, los judíos. Conocen a los arabes. Tienen mejor capacidad que los europeos para integrarlos en Israel.

Un saludo

Rafael (Málaga)

P.D. No soy un experto.