La salud y los médicos
¿En qué medida la salud de la población depende del sistema sanitario y en qué medida los médicos son los protagonistas del mantenimiento de la salud?
Son dos preguntas que vienen al caso por el momento de confusión explícita que vive el sector sanitario y que coincide e implica a todos los estamentos que emanan una sensación de malestar que se hace patente en los numerosos plantes que se están dando en toda la geografía sanitaria.
El caos amenaza desde hace 20 años al sistema de salud español de la mano de una reforma sanitaria que se puso en marcha y que pretendía la eficiencia científica y asistencial sin contar con los profesionales y a menudo en contra de ellos, tarea difícil de llevar a cabo donde las haya y que está dando al traste con las expectativas de los usuarios y de los profesionales que se alejan de una interacción positiva entre ambos colectivos y caminan hacia posiciones divergentes de recelos mutuos, desconfianza y exigencia de prestaciones por “derecho” y no por respeto en doble dirección a la situación de vulnerabilidad al que conduce la pérdida de la salud y al carisma necesario del que la restablece.
En todos estos años se han abierto varios frentes de conflicto y no se acierta a cerrar ninguno porque el principal es el que se refiere a la capacidad de gestión sanitaria basada en la eficiencia que ha acaparado la clase política y que usa como arma arrojadiza en las campañas electorales; mientras el partido político gobernante de turno no deje de marcar las pautas en hospitales y centros de salud no se podrá llegar a un pacto que sosiegue la vida sanitaria.
No puede esperarse la excelencia cuando los encargados de ofrecerla no tienen autonomía para desarrollar su profesión y están sujetos a premisas políticas y campañas publicitarias de eficiencia que crean falsas expectativas en la población, atan las manos de los profesionales y distorsionan la percepción de la realidad y la percepción de la salud.
Cada cuatro años o menos si las elecciones se adelantan y cambia el gobierno, el partido gobernante renueva con gestores de su confianza, las gerencias, direcciones médicas y direcciones de enfermería de hospitales y centros de salud, no por criterios de prestigio o méritos reconocidos por el colectivo sino por simple adhesión política. Esta práctica tan anómala se ha hecho costumbre y es generadora de un malestar que recorre la Sanidad del Estado de estamento a estamento y que no hay forma hasta el momento de reconvertir en fórmulas más satisfactorias en las que los profesionales sean reconocidos y ponderados por sus iniciativas y sus aciertos en el ejercicio de la profesión y no estén relegados a ser los convidados de piedra de los políticos que los usan para promocionar unos objetivos que las más de las veces no se cumplen y cuando lo hacen nunca los méritos se los llevan los que han puesto su esfuerzo.
Con ejemplos se ve mejor el drama de la Sanidad:
- La carrera de medicina es una carrera de obstáculos que dura 11 años y que en plena edad adulta precisa de implicación familiar con un importante grado de sacrificio y una vez terminada, si la elección es la sanidad pública, el médico verá que su praxis está sometida a las pautas que le marque un sistema jerarquizado, comandado por un partido político, con un salario menor que en cualquier país de Europa y con varias guardias al mes de 24 horas o 30 según el centro.
- La carrera de enfermería es inaccesible para una nota de corte inferior a notable alto, con lo que deja fuera a personas que serían excelentes enfermeras pero que nunca alcanzarán esa nota, al mismo tiempo que acoge a personas que no siempre eligen los estudios por convicción vocacional y un número de ellas no se identificará con la profesión que ejerce redundando en sus servicios posteriores, las escuelas de enfermería de nuestro país son prácticamente todas privadas y sus minutas exageradamente altas. Su papel en los centros siendo básico y fundamental se ve mediatizado por la política que tiene previstos sus propios rendimientos independientes del factor humano y que se manifiestan rápidamente y con rigor en un abuso de poder sobre el colectivo, al que se le exigen turnos, festivos, asistencia muy por encima de su capacidad humana, salarios no acordes con los sacrificios, siendo el recorte de plantilla un objetivo común de los partidos gobernantes. Responsabilidad, sobreesfuerzo, salario a la baja.
Sirva este ejemplo: Campaña sanitaria por la universalización y gratuidad de la píldora del día siguiente:
De nefastos resultados está siendo tal medida que por insuficientemente explicada y mal “vendida” está favoreciendo la hormonación excesiva de menores de 20 años que la exigen como un derecho y la toman como un método anticonceptivo, cuando es estrictamente de urgencia, todo ello, sin que los profesionales puedan abordar la universalización de una amplia y correcta información por falta de medios a su alcance.
Carmen C.
1 comentario:
Completamente de acuerdo.El sistema sanitario sujeto como está a la arbitrariedad y cambios de los políticos, carece de una continuidad imprescindible para evolucionar y consolidarse.Los proyectos que podrían ser positivos se pierden con los cambios políticos surgiendo en su lugar otros nuevos que responden mejor a una nueva campaña de imagen.Aumentar las plantillas tanto de enfermería como de medicina,favorecer la gestión PUBLICA REAL(en lugar de las concesiones a consorcios privados cuyo objetivo final es el beneficio económico);bajar la nota de corte de enfermería,aumentando la oferta en la pública y con especialidades funcionando ya;agilizar la carrera de medicina,aumentar el tiempo por visita en CAP/ABS y consultas externas;frenar la reducción del tiempo por visita de enfermería en CAP/ABS;Y MUCHAS OTRAS MÁS,serían medidas positivas para nuestro sistema de salud que primordialmente necesitaría estudiar las necesidades de salud de la población en cada zona para PLANIFICAR Y GESTIONAR LOS DIFERENTES PROGRAMAS Y PROYECTOS que allí se necesiten, poniendo especial énfasis en LA PROMOCIÓN DE LA SALUD Y LA PREVENCIÓN.
Publicar un comentario