diciembre 15, 2006


LA ESPECULACIÓN DEL AMOR

Tiene que llegar la Navidad para recordarnos que el amor existe, tan olvidados estamos de él todo el año -exceptuando el 14 de febrero- y de repente, aparece como un “decreto ley” para que a ritmo de villancico y de millones de luces de colores que los ayuntamientos colocan en calles y edificios oficiales -incumpliendo la necesidad del ahorro energético y dando pábulo al consumo irresponsable por espacio de más de un mes- todos los ciudadanos nos prestemos a participar en el festival navideño y consumista del amor.

Obedeciendo y sin rechistar el “decreto ley navideño” toda la sociedad se dispone para en éstos días a: quererse, reunirse en familia, acordarse de los hambrientos, de los enfermos, de los niños empobrecidos, de los padres y/o abuelos olvidados a su suerte o a las instituciones geriátricas, de la asignación anual con la ONG elegida y regalarles lo que no precisan ni demandan, sin reparar en gastos, sean éstos abusivos o rescatados del abuso llenando los congeladores en los dos últimos meses, aprovechando las “ofertas” previas, que ya compensan por sí mismas los beneficios del mercado y del comercio a los que se añade el beneficio voraz y espúreo del aumento indiscriminado y sin control de los precios navideños.

La ciudadanía, el ser humano, precisa amor, cuidados, regalos y comida todo el año, todos los días, todo el tiempo.

Pero la ciudadanía y el ser humano están por transmutarse, están por convertirse en simples consumidores. La figura del consumidor es un oscuro objeto de deseo que ya sustituye en los ámbitos de la empresa al concepto de ciudadano y ciudadanía y en Navidad es una igualdad sin réplica: Ciudadano = Consumidor.

“NOCHE DE PAZ, NOCHE DE AMOR”; poco tiempo nos queda para el amor -para la paz ninguno- en el siglo XXI, el amor necesita de tiempo para crecer y la falta de tiempo va en detrimento del amor y la falta de ambos nos está enfermando socialmente, porque una sociedad está enferma cuando no tiene tiempo de cuidar a sus mayores y se mueren solos, ya sea en sus casas vacías ó en sus camas de los geriátricos o de los hospitales y cuando la tasa de natalidad cae inexorablemente porque sus mujeres no tienen tiempo para gestar ni para criar después a sus hijos.

Amor y tiempo para una ciudadanía sana

Navidad consumista para un consumidor compulsivo

Aún tenemos “tiempo”: Consumir para sentir que vivimos o Consumir lo necesario para VIVIR dignamente todo el año, todo el tiempo, toda la vida.

Carmen C.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues sí Carmen, la vida profesional de la mujer ( y del hombre), el deseo de mantener un cierto nivel de vida consumista y que no mengue por la llegada de un bebe, que como ya sabemos sale tan caro!!!hacen que nuestra civilización no consiga ni mantener el número de su población. Y como tu bien dices no encuentre "tiempo" para acompañar sus ancianos en la recta final.

El valor de lo humano pierde valor ante los valores a que nos incita un sistema economico basado en la creyencia que la felicidad depende de la cantidad de poder adquisitivo que posees. Y en la premisa de que no existe bastante para todos y que por ello debemos ver nuestros semblables como enemigos potenciales.

Pero esa premisa ya no es cierta hoy...

Gracias Carmen por recordarnos tanta profunda verdad.