La tribu
No nos dejemos hundir por el abatimiento cuando Solbes anuncia que tendrá que recortar las transferencias a los ayuntamientos; no parece probable que esto empuje a los municipios a distinguir entre lo fundamental y lo accesorio. Seguiremos fieles a nuestro estilo: cachondos y derrochadores. Dentro de nuestras más empecinadas tradiciones está el poner por delante los gastos del jolgorio al de las bibliotecas públicas o el alumbrado. Sin movernos de casa, sólo leyendo el periódico, asistimos cada agosto a la alegre competencia fiestera entre un pueblo y el de al lado. Y a fin de no enturbiar esta felicidad colectiva, ya ni se escriben aquellos artículos sobre la brutalidad de algunas fiestas populares, gracias a Dios esa crítica se quedó perdida en un tiempo en que estas manifestaciones se tenían como el lógico desfogue de un pueblo atrasado. Cosas de una izquierda caduca. Con el auge de lo identitario, los excesos colectivos se fueron adornando antropológicamente con las palabras transgresión y cultura popular, y el intelectual quedó convertido en el primer divulgador de las esencias de su tierra.
Elvira Lindo
» Artículo publicado en El País
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