mayo 10, 2008

Escritos sobre nacionalismo

Título: Escritos sobre nacionalismo
Autor : Andrés de Blas Guerrero
Edit. : Biblioteca Nueva


El libro recoge, en primer lugar, una serie de trabajos y notas relacionados con distintos aspectos de la cuestión tratada: el nacionalismo en la Transición política española, la convivencia de diferentes nacionalismos en las vidas europea y española, la cuestión nacional y el Estado de las Autonomías, la visión del tema en la Constitución de 1978, así como tres trabajos relacionados con la historia del nacionalismo español, a través de la vida intelectual española del primer tercio del siglo XX: Manuel Azaña, Pío Baroja y Julio Senador Gómez. La segunda parte del libro recoge una selección de artículos sobre el asunto publicados en el diario El País.

Ésta es la crítica del libro que Patxi Unzueta publica en Babelia, el suplemento cultural de El País:


La izquierda y los nacionalismos

Ensayo. Se entiende el desbordamiento de los nacionalismos periféricos tras la dictadura, pero no tanto la ola de entusiasmo filonacionalista que arrastró a los partidos de ámbito estatal, sobre todo de la izquierda, en los años setenta, con consecuencias que se prolongan hasta hoy. Andrés de Blas fue de los primeros en alertar, desde posiciones socialdemócratas, sobre esas consecuencias en artículos y conferencias recogidas en este libro: si desde la democracia cristiana a los partidos marxistas reclamaban la autodeterminación, es decir, el derecho de secesión, como un mínimo democrático indiscutible, es lógico que los nacionalistas genuinos se vieran forzados a singularizarse radicalizando sus propias propuestas. Ello distorsionó la política española de la época, y aunque socialistas y comunistas atemperaron luego su discurso en aras del realismo político, la semilla estaba sembrada para prolongar esa dinámica perversa: lo que en un momento dado es satisfactorio para los nacionalistas, deja de serlo en cuanto los partidos de ámbito estatal lo asumen como propio. Hoy podría tal vez añadirse algo más: que esa dinámica también es mala para los propios nacionalistas con vocación de gobierno (es decir, con aprecio por la estabilidad política): si no encuentran resistencias a sus demandas, se desorientan, pierden la conciencia de los límites y se dejan arrastrar a situaciones imposibles por la presión de los partidos independentistas situados a su costado. En Cataluña, por ejemplo.

El autor busca en la historia las razones de ese desenfoque, desde las alianzas forjadas durante la guerra y prolongadas en la oposición a la dictadura a la mala conciencia de los reformadores del franquismo; pero también la influencia del marxismo sumario de los años setenta, con su adaptación a todo lo que se moviera, sin importar en qué dirección, y aquella confusión que llevó a tomar el nacionalismo como un movimiento social equiparable a la ecología o el feminismo. Ese marxismo ocasional se pasó de moda, pero su huella permaneció en una serie de tópicos y equívocos que identifican radicalidad antiestatal con progresismo. Un estudio de Juan Linz reproducido en el libro revela que todavía en 1979 el 11% de los que expresaban simpatías comunistas defendían la independencia como respuesta adecuada a la cuestión nacional, mientras que sólo el 6% de los votantes de CiU compartía esa idea. Entre los tópicos más superficiales del nacionalismo y sus avalistas exteriores destaca De Blas el de la crisis del Estado nacional. Una contradicción flagrante es la de quienes invocan esa crisis, magnificándola, como argumento de su reclamación de independencia para formar su propio Estado nacional. Otro tópico, el de la afirmación de las nacionalidades vasca, catalana y gallega como únicas realidades nacionales genuinas, negando tal condición a España, permite al autor regresar a la distinción clásica entre nación política y nación cultural que ha desarrollado en sus obras anteriores. El capítulo dedicado a la evolución del pensamiento de Azaña sobre la cuestión nacional es tal vez el más sugestivo del libro, que también incluye artículos de intervención política sobre los temas polémicos de los últimos años, de la autodeterminación a las reformas estatutarias en curso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay que insistir en un aspecto importante:

La influencia nacionalista en el pensamiento de izquierdas, desde el liberalismo progresista al marxismo, no es más que una desviación ideológica que hay que contribuir a atajar cuanto antes. Ciudadanos está haciendo lo que puede para cambiar esta falsa percepción, pero hay que señalar por encima de todo que los padres del socialismo científico, Marx y Engels, condenaron la secesión de Catalunya, y también el nacionalismo vasco y cualquier tipo de separatismo etnicista, en su momento. Apoyaron la independencia de Polonia porque era una nación invadida, así como una amplia autonomía para Irlanda dado el régimen cuasicolonial al que era sometida la isla. Sin embargo, se opusieron a cualquier movimiento secesionista en Europa, y al intento de crear naciones con pretexto étnico-cultural (bretones, escoceses, checos, croatas, vascos, catalanes...). Marx incluso llegó a mostrar su apoyo a Abraham Lincoln frente a las pretensiones secesionistas de los Estados Confederados de Norteamérica.

Por su parte, Lenin intentó resolver con su teoría de la autodeterminación de los pueblos el enorme galimatías que exitía en el este de Europa, pero en ningún caso se refirió a Catalunya, por ejemplo.

Lo mismo puede decirse del Ché Guevara o de Franz Ganon. Manipular sus planteamientos con el fin de equiparar la lucha de liberación nacional de países como Vietnam o pueblos del Tercer Mundo que fueron sometidos al colonialismo con casos como el de Catalunya, Flandes o Lombardía es sencillamente una falta de respeto.

Grupúsculos como Terra Lliure o Maulets no son más que el fruto de una delirante tergiversación de las teorías marxistas para ponerlas al servicio del nacionalismo étnico.