febrero 14, 2008

Ganar o ganar



Aún sin haber empezado a circular entre el público los programas electorales de los partidos y sin comenzar oficialmente la campaña electoral, ésta ya está en marcha a todas horas, de lunes a viernes en radio, prensa y TV. - que se prodigan en entrevistar a los primeros de las listas - y los fines de semana en llamamientos multitudinarios a las clientelas afines y es que parece que urge empezar la carrera de a ver quién gana más, pues en nuestro país nadie pierde unas elecciones y para ganar siempre - cosa matemática y democráticamente imposible - han inventado una curiosa forma de interpretar los resultados obtenidos en las urnas, repartidos con el beneplácito arbitrario de la ley de Hont - erradicada en otros países democráticos y criticada en el nuestro cuando alguna formación política se siente perjudicada, es decir, cuando no le permite gobernar, pero incapaces unos y otros de erradicarla cuando llegan al gobierno, porque su misma arbitrariedad les otorga la posibilidad de "nunca perder".

Cosa incomprensible es para los electores asistir al espectáculo post electoral en el que todos se reconocen como ganadores. No es necesario que la lista más votada sea la que compone el gobierno, eso ya ha pasdo a la historia, lo que prima es pactar con formaciones que han obtenido pocos votos y sumarlos para acceder al gobierno, dejando en la oposición a la lista más votada.


Así pudo gobernar el PSOE (PSC) en Cataluña, dejando a CiU (lista más votada) en la oposición, cuando ERC (lista poco votada) decidió pactar con los socialistas y no con los convergentes; componenda imposible si lo que se persigue es respetar la voluntad de los electores y la lectura objetiva de las urnas, pero lo que importa a nuestros políticos no es hacer los deberes democráticos sino ganar las elecciones en detrimento de la democracia.

No nos desharemos de la ley de Hont mientras sirva a los intereses de los partidos que han hecho de ella su mejor alianza para poder gobernar, independientemente de los resultados de las urnas y de la abstención, que muestran una intención de voto muy distinta a la que interpretan y ejecutan los partidos y que a todos hace ganar. Tanto los que quedan en la oposición como los que forman gobierno saben que hubiera podido ser al revés si las formaciones políticas minoritarias optaran por otra alianza.

La ciudadanía es consciente de esta realidad y se defiende de ella desertando de las urnas o siguiendo el juego de la ley, que la lleva al oscuro concepto del voto útil, pero la experiencia (tan obstinada) no hace otra cosa que confirmar el secuestro de la democracia por la clase política que la manipula para beneficio propio.

Así es como puede entenderse que todos los partidos digan que ganan las elecciones generales, autonómicas y municipales, porque es cierto, toda vez que se confabulan para gobernar sea cual sea el dictado de los votos que los partidos minoritarios inclinan hacia la fuerza electoral mayoritaria que más prebendas les concede y que no podrían obtener si solo dependiera de su minoritario electorado.

Toda la política a desarrollar está mediatizada por la ley que permite la presencia en el gobierno (física y /o mediante presiones) de políticos llegados no por sus votos - que son escasos - sino por los pactos que con ellos hacen los que tienen posibilidad de gobernar y que impiden el cumplimiento de los programas electorales al obligar a los socios a cumplir las compensaciones que los minoritarios exigen a cambio de entregar la gobernabilidad, ya sea al PP, al PSOE o a la fuerza autonómica mayoritaria (si las elecciones son autonómicas).

El ejercicio continuado de esta perversión política ha diluido el contenido de las ideologías clásicas, imposibles de diferenciar, porque imposible es desarrollar y defender un proyecto político o un programa electoral cuando hay que mantener a los socios, pagando el precio que pidan por garantizar la gobernabilidad.

Los programas incumplidos y los pactos indeseables han alejado a los políticos de los ciudadanos hasta el umbral de una abstención en la que peligra la legitimación de cualquier gobierno por las urnas - véase la participación ciudadana en los estatutos catalán y andaluz - y para impedirla, los políticos están rozando la demencia en forma de demagogia: se han lanzado en tobogán a las ofertas de supermercado, fragmentando la sociedad a base de comprar votos de sectores electorales parcializados, a los que en vez de ofrecer proyectos políticos que impliquen al conjunto social y que convenzan por su interés de las cuestiones que le afectan de forma vital según sean acertados o no - plan hidrológico, plan energético, actitud y medidas ante el cambio climático, vivienda, sanidad, servicios sociales, inmigración...- lo que ofrecen es una infamante lista de la compra del voto que a unos exime de pagar el IRPF, a otros les descuenta 400 euros en el mismo concepto, a los procreadores les regala 2.500 euros, a los homosexuales los casa aunque hubieran preferido otra opción de respeto social que no pasara por el trámite matrimonial y a todos nos engañan porque siguen siendo ineptos en las cuestiones fundamentales; mientras, se desvalija el erario público comprando votos y no se repone con ningún plan que solucione tales cuestiones y que permita afrontar la crisis económica y la pobreza creciente, de lo que no hablan - El PSOE ya ha hecho su ley de dependencia como toda aportación - porque tienen una sola cuestión en la cabeza: Ganar las elecciones al márgen de y contra la ciudadanía.

Es necesario y urgente romper la bonanza de la partitocracia, es necesario y urgente que empiecen a perder las elecciones.

Es necesario y urgente votar una opción de cambio y superar el concepto del voto útil acuñado estos últimos años, hay que acabar con la ley de Hont, porque alguien en este país tiene que perder las elecciones para que no perdamos siempre los ciudadanos y hay que impedir que las ganen una vez más los partidos políticos de siempre.

Carmen C.

3 comentarios:

Daniel Perales dijo...

Gran artículo. Felicidades Carmen y a todos los compañeros de la AD.

Alberto dijo...

Simplemente una precisión, para que hablemos con propiedad: "D'Hont" no es ninguna ley, es un SISTEMA de reparto o asignación de escaños en un sistema de escrutinio proporcional con listas cerradas. Existen otros: Saint-Laguë, sistema de la media mayor, sistema del resto mayor, etc...
Y, además, las leyes no se "erradican" - ni tampoco los sistemas electorales -, sino que se pueden cambiar, modificar o sustituir, siempre, por supuesto, por métodos democráticos.
Por lo demás, enhorabuena por el blog.

Anónimo dijo...

Muy bien la precisión, gracias por corregir y aumentar información sobre los distintos sistemas electorales además de mirar por la buena utilización de los términos jurídicos o cualesquiera y corrijo: Hay que sustituir el sistema de asignación de escaños. Simplificando los conceptos acaban perdiendo su valor, espero que se entienda bien que lo que quiero decir es que hay que encontrar un sistema que profundice la democracia y que para ello se han de cambiar los sistemas de elección y distribución de representantes: listas abiertas y nuevo sistema de asignación de escaños, sde nuevo, gracias. Carmen C.