enero 19, 2008

No pica

(Publicado ayer por Arcadi Espada en El Mundo y en su blog)

Hace tiempo un anónimo lector me escribió una carta donde desgranaba mil motivos para haber abandonado Barcelona. Estaban los clásicos en temperamentos de su naturaleza, y ya se puede imaginar el temperamento. Pero había otros más extraños percutientes. Wilson Pacheco flotando en el Maremágnum. El orgullo de la ignorancia. Las bombas recalentadas de la calle Ancha. Los catedráticos por demérito… Pero al largo agravio le faltaba la muesca fundamental del Colegio de Periodistas de Cataluña. Probablemente sea difícil encontrar una institución catalana más reaccionaria e inútil, donde la alianza de lo política y nacionalmente correcto con la cobardía cívica haya dado un resultado más impresionante. Un Colegio siempre servil con los poderes políticos y económicos cercanos, y enfático y autocomplaciente con los atentados al buen sentido periodístico que se producen lejos. Un exponente, en fin, de la aplicación de la teoría del kilómetro sentimental a las incomodidades de la libertad: contra menos nos oigan, más gritaremos.


Sus maneras y su moral quedan minúscula pero nítidamente reflejadas en este último gesto con que ha obsequiado a sus afiliados. Enterado de que una asociación había recibido una multa por diseminar ilegalmente en la Comunidad (otrora Països) Valenciana la señal telepredicadora de TV3, ha corrido raudamente en su ayuda para contribuir a pagarla. Lo más interesante, sin embargo, es el procedimiento. El decano Rius ha firmado una carta donde se anuncia la necesidad de que todos los colegiados contribuyan con 10 euros al pago de la sanción. No es un ruego. Es un anuncio, dado el estado de necesidad patriótica. La cantidad se cobrará en cuenta, excepto al que proteste. El que proteste habrá de identificarse en fondo y forma, y sólo entonces se le devolverá la derrama que, en este caso y contrariando su naturaleza vespasiana, olerá y olerá muy mal, cual denario vomitado. El sentido profundo de la iniciativa ha querido ser rápidamente amartillado por un mosquetero patriótico, que después de alabar la iniciativa y su procedimiento ha escrito que la lista pederasta debe hacerse pública para que la comunidad sepa quién (y sobre todo qué) es su vecino.

Sin embargo, aunque apasionada, la del mosquetero es una preocupación vana. No habrá necesidad de ninguna lista, ni de colgarlos. En realidad no habría necesidad ni de carta, y, observado atentamente, el gesto del decano Rius parece cruzar esa línea donde el respeto empieza a convertirse en ofensa. ¿Acaso no conoce el decano a su gente? ¿Acaso no sabe con qué callado coraje han contribuido a hacer de Cataluña una inmensa y modélica Caja B? ¿Acaso no es “¡Caixa, cobri!” el grito mosquetero de los periodistas catalanes? El decano Rius. Qué prurito.

(Coda: “Caja B: lugar donde se asienta el dinero negro o dinero B. Por extensión: donde se asienta la moral de las mismas características. Wikivariaciones)

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