enero 03, 2008

La salud, otro ámbito para la construcción nacional

Hace pocos días tuve que acudir a mi médico de cabecera para que me extrajera un tapón de cerumen del oído. La primera parte de la experiencia fue muy positiva: concerté la cita por Internet, rápida y cómodamente, y pude incluso escoger día y hora. Llegado el momento, me acerqué al ambulatorio que me corresponde en Barcelona (ahora se llama CAP -Centre d'Atenció Primaria- y pertenece al ICS -Institut Català de la Salut- del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya), y fui recibido puntualmente por mi doctor. A partir de aquí, la cosa fue de más a menos, porque el médico me dijo que ellos ya no extraían los tapones por 'no tener agua caliente en la consulta', y que tendría que acudir al otorrino (que parece ser que sí disponía de ella, quizá por estar en la planta de abajo).


Me tocó, pues, volver tres días después a ver al especialista, y esperar 3 horas a que me realizara la extracción porque por un error en la cita en lugar de visitarme a las 8 y media fui atendido a las 11 y media. Es ese rato tuve tiempo de muchas cosas, entre ellas observar el entorno y los múltiples carteles informativos que colgaban de las paredes. La mayoría estaban firmados por la Generalitat, y algunos por el Ayuntamiento de Barcelona, y hablaban de asuntos como los medicamentos genéricos, la confidencialidad, las mamografías, la promoción de la actividad física, el sexo joven, las madres con bebés, la vacuna de la gripe... Mi olfato ciudadano descubrió enseguida una familiar uniformidad, lo que me llevó a fijarme también en los letreros orientativos (de planta, salas, consultas, emergencias, W.C.) y en los impresos (folletos, trípticos, justificantes de visita, concertación de citas, etc). Pues bien, todos ellos estaban en catalán y sólo en catalán.

Por supuesto, el personal médico atendía a la gente tanto en catalán como en castellano sin ningún problema: yo mismo hablé con los doctores en castellano, con una enfermera en catalán y con otra en castellano. La catalanitis viene de arriba, de la minoría fanática que entre todos dejamos que nos gobierne.

Tuve un pequeño consuelo al observar que había un letrero, uno solo, escrito en castellano y que estaba colgado en varios lugares. Se notaba que había sido elaborado en el mismo CAP por algún empleado con una impresora del propio centro. El cartel anunciaba a los niños que en la segunda planta había instalado un pesebre que podían visitar y que allí les esperaba un pequeño obsequio. De todas formas, no deben preocuparse nuestros minuciosos y monomaníacos gobernantes, porque el letrerillo de marras desaparecerá después de Reyes y de nuevo el idioma del régimen será el único que podrá leerse en el ambulatorio.

C.P.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los que amamos la lengua catalana , no siendo catalanes de nacimiento , sino ciudadanos de esta comunidad, acabaremos detestando la lengua.

Tal es el grado de absurdo al que están llegando los políticos nacionalistas, con el Partido socialista a la cabeza, que resulta que puedes ir a una oficina de regularización de emigrantes y puedes encontrar carteles explicativos en árabe, rumano o ruso, medida inteligente para favorecer la información de los interesados...pero si alguien que no entiende la lengua catalana pide un folleto para informarse de las normas de vacunación de la gripe, aha de hacer cola para que la enfermera que atiende se lo explique.

El colmo del absurdo me lo contó un amigo: el otro día fue al CAP del pueblo, y en plan "provocador" le preguntó a la enfermera porqué no había folletos en castellano. La enfermera le contestó que si uno quería informarse en castellano debía hacer un escrito para que le enviasen una traducción del folleto.

¿Se han vuelto locos los del PSC?