enero 30, 2008

Días pre-electorales

Si no fuera porque la acción política del Parlamento transcurre en permanente campaña electoral - más ocupados los parlamentarios en ganar votos que les aseguren los puestos en las siguientes elecciones que en invertir sus mandatos en cumplir los programas electorales que elaboran en las campañas - ahora estaríamos asistiendo a un pre-tiempo electoral de expectación y debate político de los temas que han quedado pendientes por incumplidos y/o no tratados con suficiencia (Vivienda, Educación, Ley del aborto, Aumento manifiesto de la pobreza, Plan Energético Nacional y su vinculación con el Plan Europeo e implicaciones de los mismos en el cambio climático más las medidas que han debido ponerse en marcha ¡ya! si es que no quieren hablar por hablar...) y los nuevos que de forma ininterrumpida se suceden, producto casi siempre de pretéritas decisiones mal tomadas y causantes de los problemas presentes y futuros cada vez más insolubles.


Pero la dinámica de nuestros políticos no es ejercer el arte de la política - por el que se practica el diálogo capaz de encontrar una vía pacífica de entendimiento enfocado a conseguir el bien común, trabajando por la igualdad de derechos y oportunidades, generadores por sí mismos de convivencia social cuando se acompañan de una gestión económica competente y comprometida con la ciudadanía - sino practicar la exclusión del contrincante al que hay que derrotar, con descalificaciones anómalas, sibilinas y sesgadas en cuanto que el objetivo es provocar el cambio de gobernantes a cualquier precio pero no se prodigan en la información y las propuestas adecuadas para desarrollar una política favorable a los intereses de los ciudadanos españoles y congruentes con una perspectiva de integración en el mundo del que depende en gran medida la sostenibilidad del progreso español.

Los políticos españoles están inmersos en mal gestionar los recursos, por otra parte derivados de la importación de los mismos y financiados con dinero público y privado de los españoles, para atender sus intereses particulares y de partido, sin ocuparse de estar presentes en la toma de decisiones que a nivel internacional nos incumben.

Pocas cosas pueden ser más bochornosas que oír a nuestros políticos, en estos días pre-electorales, hablar de la crisis económica financiera - de la que en todos los medios de comunicación se menciona con estúpida sorpresa, pues bien anunciada estaba por la dinámica del Capital y sus constantes y peligrosos devaneos financieros - soslayando el debate que requiere tal cuestión de alcance mundial y su repercusión correspondiente en nuestro país y sustituyéndolo por paños calientes del tipo ofertas de supermercado: Los unos prometiendo subvenciones, los otros prometiendo eximir de pagar impuestos a unos cuantos, eso sí, unos y otros a costa del erario público, sin que ninguna de las medidas que ofrecen, ni de lejos alcance para sustraernos de los efectos de la crisis y ni de cerca se pueda entender la relación positiva de las mismas con el aumento diario de los productos básicos de consumo.

La poca altura del debate dice bastante de lo que nos espera en adelante, en manos de una clase política ciega e inepta para abordar los problemas actuales, a no ser que Manuel Pizarro - el gran fichaje del PP - nos enseñe a todos los españoles cómo ganar cuatro mil millones de euros a cada uno, como hizo él con la OPA ENDESA; cuestión altamente improbable, pues para ello hay que obviar que la política es el instrumento por el que el reparto de la riqueza posibilita el bienestar de la población y no el que unos pocos acumulen más o menos fraudulentamente fortunas que son la base de los desequilibrios del planeta y de la miseria a la que condenan al 80% de la población mundial.

Carmen C.

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