noviembre 20, 2007

Ponentes de sociedad.es - Francisco Sosa Wagner (IV)

Francisco Sosa Wagner, catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad de León, impartirá la conferencia "La fragmentación del Estado" en la Jornada «Modelo de Estado» de sociedad.es (Madrid, 24 de noviembre de 2007).

Fragmento de una entrevista a Francisco Sosa Wagner publicada en El Mundo:

P.- La llamativa tesis que usted sostiene en su libro es que lo que nos está ocurriendo en España tiene una inspiración concreta: la política territorial del Imperio Austrohúngaro.
R.- No es una invocación que se me haya ocurrido a mí, sino que ese modelo se puede encontrar en el pensamiento catalanista del siglo XIX y, muy recientemente, en algunos políticos españoles. El último artículo que publicó Ernest Lluch antes de que lo asesinara ETA se titulaba Por qué soy austrohúngaro. Y la idea de la nación de naciones se fraguó en el Imperio Austrohúngaro. Si yo lo rescato ahora es para recordar que ese imperio fue el colmo de los líos. Las crisis institucionales fueron permanentes, los conflictos judiciales eran continuos y el conflicto de las distintas lenguas condujo al imperio a la parálisis absoluta. En el libro, recordamos anécdotas que son grotescas y que ahora nos parecen cercanas en España. Por ejemplo, que se llegara al ridículo de estaciones de tren que no se rotulaban con ningún nombre porque los distintos dirigentes locales no se ponían de acuerdo en la denominación del pueblo. La tesis que sostengo es que España no es una nación de naciones, pero si lo fuéramos, deberíamos disimularlo y no decírselo a nadie. Porque en la Historia, todas las naciones de naciones han acabado fatal: el Imperio Austrohúngaro, Yugoslavia, la Unión Soviética... La nación de naciones no es ningún modelo territorial, es un disparate absoluto.

P.- España, si la observamos, no sólo es un pueblo que no parece aprender de su Historia, sino que además se inspira en las peores experiencias históricas de los países de su entorno. ¿Usted le encuentra alguna explicación?
R.- Lo del modelo austrohúngaro tiene explicación en que se trataba de una monarquía dual, en la que se aceptaba la existencia de un solo monarca que reina sobre distintas naciones con autonomía garantizada. Nos cansamos de escuchar a muchos dirigentes políticos en España que afirman que, con estas reformas de estatutos, vamos hacia un modelo federal, y no es así en absoluto. En el mundo hay dos estados federales serios, Estados Unidos y Alemania, y en ninguno se cuestiona la unidad del Estado ni la integración de cada una de las partes en ese todo común. Esto es esencial para que funcione un sistema federal, porque de lo contrario se desintegra. Lo terrible es que en España nos hemos lanzado a la reforma de los estatutos de autonomía sin que antes nos hayamos puesto de acuerdo en lo esencial: el todo, el Estado. Hemos metido a España en un quirófano para una gran operación, pero no alumbrados por las potentes luces de un quirófano, sino por una simple vela.

P.- Lo que queda claro es que la elección de un modelo así tiene una finalidad política muy concreta: se busca que algunas autonomías puedan hablar al Estado al mismo nivel.
R.- Exacto. Esas relaciones bilaterales, que ya se están instaurando en Cataluña, son lo contrario de un sistema federal. Nosotros caminamos claramente hacia el confederalismo. Insisto. Es un disparate esto de que cada uno apruebe por su cuenta los estatutos alentados por un incesante victimismo local.

P.- Lo que uno se pregunta, casi con angustia, es por qué somos así los españoles...
R.- Porque se está haciendo hincapié en todo esto del estado multicultural, en la nación de naciones, y en todos esos conceptos que son grotescos porque en España tenemos un fondo cultural común muy evidente. Ahora bien, no somos una nación de naciones, pero pasito a pasito lo seremos. Si lo que queremos es mirar nuestras diferencias y orillar lo que nos une, no dudemos de que estamos en el camino. Se trata sólo de seguir, y dividir cada vez más, hasta llegar a cada pueblo. Pero sepamos que este camino sólo nos lleva al desastre. Nos lleva a una España desfragmentada, como hemos titulado el libro. Yo no creo que España se rompa, como dice el PP, porque eso no ocurre así, de golpe. Todo tiene un proceso lento, y en este caso es la desfragmentación. Y que todo eso lo provoque el Partido Socialista es un contrasentido histórico.

P.- España no se rompe, dice usted, quizá porque tampoco sea ése el objetivo de los nacionalistas catalanes y vascos, a los que le resulta más rentable el modelo de una España desigual que la independencia.
R.- Eso es evidente, lo que buscan no es la independencia: lo que quieren es ser españoles de primera. Una de las características esenciales de un sistema federal es la existencia de partidos políticos nacionales. Lo que estaba pasando hasta ahora en España es que, hasta ahora, el problema era la sobrerrepresentación de los partidos nacionalistas. Ahora está ocurriendo algo más grave, la territorialización de los partidos nacionales. Y a menudo los barones regionales se imponen a los nacionales. Esa dinámica tiene un peligro tremendo.

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