septiembre 03, 2007

Ideas para el siglo XXI (XI)


PROBLEMA: La dependencia del petróleo

Encender el interruptor
Amy Myers Jaffe


Casi todo el petróleo del mundo estará pronto en manos de autócratas poco fiables. Habrá que electrificarse.

Poco a poco, en silencio, el mundo del petróleo ha cambiado. Las grandes compañías que dominaban los mercados energéticos en la segunda mitad del siglo XX –ExxonMobil, BP, Royal Dutch Shell y otras semejantes– poseen ahora menos del 10% del crudo y del gas en el mundo. De su puesto les han apartado diversas empresas nacionales controladas por los gobiernos, que poseen ahora casi el 80% de las reservas de petróleo, dominan de forma aplastante la producción y los precios y no se recatan a la hora de emplear su poder geopolítico.


No es posible eludir la realidad de que, en gran parte, el futuro suministro de oro negro dependerá de estos monstruos nacionales. Las connotaciones de esta reestructuración del sector deberían despertar las alarmas en las capitales de los grandes consumidores de crudo. La lista de empresas petrolíferas nacionales que en los últimos años han tenido una producción estancada o en declive debido a disturbios civiles, ineficacia, injerencia oficial o corrupción es larga e incluye a países como Indonesia, Irán, Irak, México, Rusia y Venezuela. De hecho, muchos productores importantes podrían imitar al Estado persa y convertirse en importadores netos de petróleo en los próximos años, entre ellos México e incluso Venezuela, a medida que los ingresos se desviaran hacia gastos sociales internos más acuciantes en vez de dedicarlos a unas reinversiones muy necesarias. Por todo ello, en el futuro, el suministro de oro negro podría dejar de materializarse en las cantidades previstas y necesarias.

Toda estrategia energética que se limite a tontear con el problema, sin entrar en él, muestra una peligrosa falta de previsión. Necesitamos una solución radical, con más posibilidades a largo plazo. Y, en este sentido, el medio del futuro es quizá la electricidad. Canadá, Francia, Alemania y Estados Unidos generan electricidad a partir de distintas fuentes de combustible pero, en general, sin recurrir al petróleo. Hay que transformar la flota automovilística en vehículos híbridos, de enchufe, capaces de funcionar tanto con electricidad como con gasolina, como el Renault Kangoo y los modelos híbridos Toyota Prius y Dodge Sprinter. Este cambio prepararía mejor a la gente para cualquier contingencia. Si escasea el petróleo, enchufamos los coches. Con el tiempo, si hay que restringir el carbono, podremos enchufar los vehículos para obtener electricidad a partir de energía nuclear o solar, combustibles limpios renovables o carbón del que se haya eliminado el carbono. Si lográsemos reducir la demanda de gasolina, eliminaríamos el 70% del aumento previsto en la demanda de petróleo. Disponemos de la tecnología necesaria para hacerlo. Sólo tenemos que utilizarla.

Publicado en Foreign Policy - Edición española

Amy Myers Jaffe ocupa la cátedra Wallace S.Wilson de estudios sobre la energía en el Instituto James Baker III de Política Pública y es profesora asociada en Rice University (EE UU).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que está claro, y cada vez lo dicen mas especialistas, es que la opción nuclear ha de volver al debate político y de la opinión pública.

Anónimo dijo...

Hecho a faltar en este comentario una referencia expresa a algo de lo que se habla mucho estos días: el etanol, los biocombustibles.