agosto 30, 2007

Libros ciudadanos para el verano (X)

Título: Filologia catalana.
        Memòries d'un dissident

Autor : Xavier Pericay
Edit. : Destino


Comentario de Juan Antonio Horrach:

El filólogo y periodista barcelonés, Xavier Pericay, acaba de publicar en la editorial Destino sus memorias, que llevan por título "Filologia catalana. Memòries d’un dissident". Es éste el tercero de los libros que se han publicado recientemente que tienen que ver con Pericay: previamente aparecieron, en castellano, Progresa adecuadamente (en la nueva editorial Tentadero), una recopilación de sus artículos sobre educación publicados mayoritariamente en el diario ABC, y Ciudadanos. Sed realistas: decid lo indecible (ed. Triacastella), libro colectivo sobre la génesis del nuevo partido político Ciutadans, del cual Pericay ha sido uno de sus más destacados impulsores. Con Filologia catalana, Pericay cierra una etapa, lo que entre otras cosas implica el hecho de que éste será, probablemente, su último libro escrito en catalán.


Pericay ha aprovechado un hecho decisivo, por medular, en toda vida, como es su 50º aniversario, para hacer balance de su existencia, no sólo a nivel individual, sino también colectivo. Forma parte nuestro autor de una generación que ha tenido el privilegio o el castigo de vivir una época decisiva para España, la del franquismo, con la Guerra Civil al fondo, pero sobre todo la del post-franquismo, iniciada con la Transición, que Pericay escribe con mayúscula inicial, al contrario que otros autores, como es el caso de Nicolás Sartorius (en su obra reciente El final de la dictadura), que prefieren omitir el vocablo completo, tal es el rechazo que en los últimos años ha generado aquella época en determinados sectores. Precisamente sobre ello Pericay traza una interesante tesis, esbozada ya en los primeros compases del texto: un nuevo revisionismo está perjudicando muy sensiblemente todo lo que meritoriamente caracterizó los llamados ‘pactos’ de la Transición, y esta nueva óptica se pone urgentemente en marcha en 1996, cuando la derecha democrática alcanza el poder en España. Es durante la primera legislatura del PP cuando aparecieron los primeros intentos de poner sobre la mesa una versión modificada de la Transición. El PSOE, presa de una deslegitimación creciente provocada por una serie de escándalos (GAL, Filesa, Ibercorp, etc.), que fue paralela al crecimiento en votos y prestigio de su adversario en las urnas, encontró un medio para revertir la dinámica recurriendo a la identificación del PP con el franquismo. Este proyecto sobre todo se asentó después de la mayoría absoluta obtenida por el PP de José María Aznar en el año 2000, pasando a convertirse en programa político, cuyo proyecto ‘estrella’ es la Ley para la Memoria Histórica, que se ha gestionado durante la actual legislatura. En palabras del propio Pericay, “el revisionismo ha arrinconado definitivamente el espíritu de la Transición”, dejando de lado la voluntad de avanzar en común para beneficiar unos cálculos exclusivamente electoralistas.

Estas memorias se dividen en cuatro partes sustanciales, tituladas cada una de ellas ‘filología’ y subtituladas, por este orden: clásica, francesa, catalana e hispánica. Cada una de estas filologías cumple en este texto una función metafórica en el sentido de definir cada una de las etapas de la vida de Pericay y el cariz de su progreso existencial e intelectual. La más importante de las cuatro es la última etapa, Filologia hispánica, y lo es por lo que de recapitulación tiene y por el sentido que arroja sobre todo lo descrito anteriormente. Pericay justifica su evolución, analiza las consecuencias personales que por ello ha padecido (como es el rechazo de los que lo consideraban hasta ese momento ‘uno de los nuestros’) y define las directrices que la sustentan: su defensa de los derechos de los castellanohablantes en Cataluña (víctimas de un proyecto de exclusión del catalanismo), su contribución a la creación de Ciutadans, el recuerdo de una tradición periodística española (en castellano y catalán), integrada por Gaziel, Pla, Camba o Chaves Nogales, su labor de columnista en el ABC, etc.

Pero evidentemente son muchos más los temas retratados por Pericay en este apasionante libro. A pesar de reconocerse como una persona discreta, muy encaminada hacia lo individual y con asumido pánico a las masas, su trayecto vital nunca se ha desvinculado, ni en sus momentos más solipsistas y subterráneos, del contexto político y social que lo rodeaba. Y esto se plasma, muy apreciablemente, en el estilo de escritura, que enlaza sutilmente la anécdota familiar o las cavilaciones personales con los acontecimientos externos en los que lo primero se refleja o se conjuga. Desde el triste caso de su abuelo materno, el doctor Alfons Hosta, asesinado por el bando republicano durante la Guerra Civil, hasta la presencia poderosa de su madre, Concepció Hosta, pasando por la figura de su padre, el profesor Pere Pericay (protagonista del prólogo de Progresa adecuadamente), catedrático de griego y profesor de indoeuropeo, el desfile de los protagonistas de la vida de Pericay nos dirige a un mundo no exclusivamente personal, siendo su sentido codificable en más de un plano. Por ello, y por otras cosas, esta autobiografía trasciende el simple relato de una vida para elevarse a la condición de capítulo histórico de una época convulsa y decisiva.

Como telón de fondo omnipresente nos topamos siempre con el nacionalismo, que aparece en prácticamente todos los capítulos. En este sentido, la tesis de Pericay sobre el tema tiene, además de rigor y profundidad, la pátina del que conoce algo desde dentro, desde su misma entraña. Su comprensión del fenómeno no es únicamente intelectual, sino también sentimental, por vivida y masticada, también por observada en primer plano. Destacan particularmente sus análisis sobre la ‘niebla’ que caracteriza al fenómeno nacionalista, el relato sentimental de su profesor Lluis Aracil, el creador de la Sociolingüística (acuñó la famosa expresión ‘normalización lingüística’), que acabó demonizando las aplicaciones que el catalanismo político había hecho de sus tesis, o el caso, más grave y decisivo, de aquello que tuvo que ver con el llamado ‘Manifiesto de los 2.300’ (en realidad titulado ‘Por la igualdad de los derechos lingüísticos en Cataluña’). Este caso de disidencia declarada contra los derroteros autoritarios que ya empezaban a manifestarse en Cataluña (sobre todo con la llegada del nefasto Jordi Pujol al poder) finalizó con el atentado de Terra Lliure contra uno de sus principales impulsores, Federico Jiménez Losantos, que fue herido de bala por los terroristas. Este suceso gravísimo, acompañado por el silencio culpable de la clase intelectual catalana, incapaz de solidarizarse con la víctima, provocó el exilio de miles de profesores castellanohablantes (incluido el propio Losantos) y un aumento de intensidad en la hegemonía nacionalista, cada vez más cerca del blindaje mental. Decididamente la Cataluña de Pujol había dejado de lado el espíritu dialogante y conciliador de Tarradellas para pasar a formalizar un nuevo orden, caracterizado por el rodillo identitario, el privilegio de los derechos abstractos (de la lengua o de la colectividad definida como nación) sobre los individuales, la demonización de la disidencia, etc. La realidad al completo fue (y sigue siendo) mutilada, en beneficio de una sola idea: ‘fer país’.

Otro momento particularmente interesante de esta obra tiene que ver con las reflexiones de Pericay, apoyadas en las obras que ha publicado sobre el tema (Verinosa llengua y El malentès del noucentisme, a cuatro manos con Ferran Toutain), sobre el proyecto normativo de construcción de la lengua catalana moderna, caracterizado por un obsesivo alejamiento de cualquier tipo de coincidencia etimológica con el castellano (no sucediendo lo mismo cuando la coincidencia se da con la lengua francesa, por ejemplo). Pericay nos regala la amplitud y profundidad de su bagaje filológico, al tiempo que se apoya en un espíritu crítico que lo ha enemistado para siempre con los ‘guardianes’ de la lengua catalana, más entregados a la defensa de un proyecto político excluyente que al trabajo estrictamente filológico al que se supone deberían limitarse. De ahí que por ‘filología catalana’ Pericay entienda algo muy distinto a lo que debería ser una filología como tal.

Tampoco hay que olvidar un capítulo esencial en la vida de Pericay como es su importante labor periodística, a finales de los 80 y principios de los 90, en el renacido Diari de Barcelona, proyecto puesto en marcha por el Ayuntamiento de la ciudad para construir un periódico de izquierdas y escrito en un catalán distinto al popularizado por el multisubvencionado Avui. Pericay desempeñó labores de responsabilidad en la dirección del proyecto, y también llegó a capitanear el suplemento semanal de cultura, Lletres. En el periódico trabaja unos tres años y coincide, entre otros, con Jaume Boix (el director de su última etapa, la más creativa y libre) y Arcadi Espada. Por lo que parece, Espada ya era hace veinte años la misma persona polémica, brillante, celosa de su individualidad y, por supuesto, petulante que sigue siendo hoy en día.

Muchos más temas y situaciones son objeto de narración en las sugerentes 447 páginas que conforman estas memorias: la génesis del partido Ciutadans, el salto vital de Pericay de Barcelona a Mallorca, sus peripecias universitarias (como alumno y como profesor), la amistad que lo unió al poeta Joan Vinyoli, su juvenil afición al fútbol, el cargo directivo que ostentó en el Institut de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, etc. Todo ello con el telón de fondo de esa Cataluña post-franquista que se ha ido convirtiendo, poco a poco y a golpes de identidad, en lo que hoy todos conocemos.

(Publicado en la revista digital Kiliedro)

» Entrevista a Pericay en La Vanguardia
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