junio 13, 2007

El regreso del nazi vascongado

FÉLIX DE AZÚA

Algunos de los más ásperos calumniadores de aquellos que desde el principio rechazamos el "diálogo" con ETA y Batasuna deben de estar, en este momento, reciclando sus bolígrafos. Quienes nos oponíamos a una política de apaciguamiento del ultranacionalismo violento no lo ha- cíamos por dureza de corazón o intolerancia, sino por el convencimiento de que cualquier indulgencia con los movimientos totalitarios se acaba volviendo en contra del que tiende la mano. Los nazis muerden todo lo que se les acerca.

Empleo la palabra nazi sin ánimo deprecativo, solo descriptivo. La ideología del ultranacionalismo violento es la de un partido neonazi, aunque se disfrace de izquierda. También decían ser de izquierda Mussolini y la Falange. El nazismo de ETA y Batasuna ha sido extensamente analizado, pero merece la pena insistir: la exaltación de la sangre, la mitificación del territorio, la hipóstasis de la lengua como alma de la nación, la mitologización del Ejército nacional, la asunción del racismo de Sabino Arana como texto sagrado, en fin, todo el folclore étnico con que adornan sus actos públicos, los colocan indudablemente en el campo de la ultraderecha.


Es evidente que en ETA y Batasuna tenemos la peor herencia franquista y que solo han sobrevivido por las atenciones que reciben de los nacionalistas menos extremos. Personajes como Arzalluz han sido esenciales para que ETA y Batasuna medren. Y recuerde el lector que Otegi ha hablado en las universidades catalanas con el aplauso de las autoridades, mientras a los amenazados de muerte por ETA se les impedía la entrada. Los estudiantes ultranacionalistas y los rectores oportunistas han contribuido a la creación de fascistas universitarios.

Lo más desolador es que quienes rechazamos el diálogo con ETA somos los que creemos en su posible derrota. Nunca una democracia ha sido derrotada, si es una democracia verdadera. Y son los dialogantes los que no creen o no desean la derrota de los nazis. En eso ha consistido el "diálogo": en la renuncia a los fundamentos de la democracia.

Artículo publicado en: El Periódico, 9 de junio de 2007.

1 comentario:

Butzer dijo...

Los terroristas son de por si inconformistas. Ya que aunque intenten justificar con la independencia de Euskadi, la anexión de Navarra y con un conflicto político su existencia. No hay nada que podamos ofrecerles democráticamente, puesto que no buscan eso. El diálogo pasó de ser un medio para el fin de ETA a ser un fin en sí mismo. Y ese fue uno de los errores más graves cometidos.
Dichos nacionalismo ven su fin si no se apoyan a sí mismos, si no hacen un cambio de la historia a su gusto y cortado a su medida.