mayo 18, 2007

La salud y los médicos: conclusiones


La monopolización de la gestión sanitaria a cargo de la clase política generadora de los conflictos enumerados anteriormente:

- Ausencia de criterios profesionales en la planificación de la gestión,
- potenciación de una oferta sanitaria exagerada e impropia del sector,
- medicina basada en la eficiencia y la productividad,
- explotación laboral de los sectores fundamentales sanitarios, médicos y enfermería, devienen en lacras que subyacen en el malestar general de sanitarios y usuarios.

. La presión asistencial obliga a prescribir fármacos a usuarios afectados de “enfermedad social”, cuestión que la industria farmacéutica rentabiliza en su beneficio desde diferentes estrategias, veamos una de ellas: Ofertar la medicalización de la vida hasta alcanzar una ecuación perversa: A cada etapa del ciclo vital le corresponde un consumo determinado de remedios “pseudo médicos”, ejemplo: El gasto en farmacia, parafarmacia y adláteres de un niño sano en su primer año de vida es incompatible con el salario de una pareja en la que exista un solo proveedor y si éste es mileurista la ecuación se resuelve a cero natalicios. La ecuación no tiende a cero en todas las etapas de la vida porque la sanidad pública financia gran parte del consumo innecesario de la farmacopea.

. Si las carreras de medicina y enfermería son una carrera de obstáculos, el acceso a un puesto de trabajo fijo y las promociones consiguientes son un negocio extraordinario para las agencias que detentan el poder de la formación profesional “amateur” y continuada. Una parte de esa formación la sufraga la sanidad pública, la otra parte el aspirante.

Un conglomerado de centros se ha especializado en una formación con más inconvenientes que ventajas para la prestación sanitaria. En enfermería existe la figura del “consumidor de cursos”: Las entidades autorizadas ofrecen cursos de toda variedad con la posibilidad de obtener créditos que se han hecho necesarios para el acceso al trabajo, a cambio de suculentos honorarios.

Los cursos, presenciales o por Internet se cobran por créditos, traducidos después en puntos que el profesional obtiene de una tasación previa: Tantas horas, o tantas páginas – si el curso es por Internet -, tal precio y tantos puntos para ascender en las listas de acceso a sustituciones, post oposiciones o “carrera profesional”, valen para los tres estadíos. La ecuación: Cantidad de cursos, dinero y tiempo empleado tiende a cero en beneficio asistencial.

. Enredado en estas peripecias, el sistema sanitario pervierte la eficiencia que postula y transforma el esfuerzo y el gasto de los profesionales y de las arcas públicas, olvidando la investigación real y necesaria en la base de los cuidados sanitarios que no está en el entramado formativo, sino en la cabecera de las camas donde sufren los enfermos y en la educación sanitaria de la población de la que nadie se ocupa más allá de campañas sanitarias absurdas y campañas comerciales de los distintos laboratorios.

ALGUNAS ALTERNATIVAS

- Sustituir a los políticos y sus gestores incompetentes por profesionales de prestigio en la gestión sanitaria.

- Priorizar la investigación de abajo – arriba, basada en la atención de las necesidades básicas y no al revés como se está haciendo y acabar con el consumo de cursos que no sirven para mejorar el nivel asistencial.

- Ponderar la labor de los profesionales como lo que deben ser: Una esperanza que ayuda a recuperar el equilibrio perdido de la salud y no exponerlos a la explotación laboral y a las iras que genera la mala gestión y a la impotencia de verse como meros transmisores de unos protocolos sanitarios que perjudican la salud propia y ajena con costes considerables tanto de sostenibilidad económica como emocional.

Carmen C.

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