febrero 05, 2007

Cuestión espinosa adicional

El tesón nacionalista ha conseguido la exportación profundamente exitosa de una imagen de Cataluña monolítica y, lo que nos interesa aquí, falaz. La visión que de Cataluña se tiene en el extranjero (o por lo menos la parte de extranjero intoxicada por la propaganda nacionalista) es la de una región monolíticamente nacionalista, catalanohablante y solo catalanohablante, donde la lengua y el fervor nacionalista con su correspondiente odio a España forman parte del genoma de los ciudadanos que en ella viven.


Un ejemplo: el Instituto Cervantes, “institución pública creada por España en 1991 para la promoción y la enseñanza de la lengua española y para la difusión de la cultura española e hispanoamericana” en el extranjero, en reconocimiento de la pluralidad lingüística de España ofrece e imparte además, según la demanda y según cada instituto, cursos de las lenguas co-oficiales españolas. Me cuenta una profesora catalana que imparte clases de catalán en un Cervantes en Francia, que un día después de clase hablando con una alumna de unas cosas y otras, esta se sorprendió al descubrir que la lengua materna de la profesora era el español (!). “Yo creía que en Cataluña el catalán era la lengua materna de todo el mundo”. Hasta este nivel de confusión llega la publicidad engañosa que de Cataluña se consume allende las fronteras. La profesora no había ocultado a sus alumnos el hecho de que fuera hispanohablante, de hecho lo había mencionado en más de una ocasión, lo que vuelve este ejemplo aún más valioso: la intoxicación es tal que el sujeto selecciona y desecha la información según los parámetros que le han sido dados: se asume, consciente o inconscientemente, que todo dato (una catalana hispanohablante) que vaya contra la versión oficial (Cataluña catalano-monolingüe) no ha de ser tenido en cuenta.

Otro ejemplo es este artículo publicado en inglés en la página web de la BBC Radio Internacional. Leída en perspectiva, la noticia nos ofrece más información de lo que el periodista o el lector desatento podrían pensar. El tema central del artículo es la integración y la convivencia de los inmigrantes en la vida y el espacio catalanes y, a propósito de esta cuestión, la novedad que supone la entrada de Mohammed Chaib (PSC) en el parlamento catalán, puesto que se trata del primer parlamentario musulmán de España. Se destaca en el texto que la “asimilación” de la inmigración en Cataluña cuenta con una dificultad añadida: el nacionalismo profundo (parafraseando la traducción) que azota la región y que teme que dicha inmigración venga a hacer tambalearse lo que con tanto esmero ha construido estos años, a saber, el edificio identitario. La reflexión ya es interesante y complicada de por sí, y podemos preguntarnos hasta qué punto la “integración” de los nouvinguts, o simplemente la convivencia con ellos, es más fácil en otros lugares de España, y hasta qué punto esa sensación de dificultad añadida no es una consecuencia más de esa ficción que es la pretendida identidad colectiva, monolítica, única y verdadera de los ciudadanos catalanes. Lo interesante en este artículo es observar cómo en él se soslaya, por ejemplo, el bilingüismo en Cataluña. Desde luego, la periodista denuncia los excesos xenófobos de CiU por medio de las declaraciones de Mohammed Chaib, y todos somos conscientes (y víctimas, en mayor o en menor medida) de la discriminación a la que el nacionalismo somete a la ciudadanía. Pero precisamente eso es lo que no recoge este artículo: se habla de la existencia de una lengua y una cultura catalanas, únicas, y de la hostilidad nacionalista hacia el inmigrante que las desconoce, razón por la que puede llegar a ser culpado y “castigado”; pero no se habla de la hostilidad que existe hacia todo aquel que cuestiona el discurso, sea inmigrante o ciudadano radicado o catalán no nacionalista. No se dice que lo que en realidad complica la situación en Cataluña es la esquizofrenia cotidiana de vivir con un discurso oficial sobre la realidad y una reglamentación de la vida que no se ajustan a la realidad: si esto ya hace la vida imposible a ciudadanos con DNI, cuánto no se la complicará a los que llegan en la mayoría de los casos con más complicaciones de las que pueden soportar.

Estos dos ejemplos son un indicio del éxito rotundo de la insidiosa propaganda nacionalista sobre Cataluña en el “espacio exterior”. La lengua y la identidad catalanas que, según este Roger de Londres del artículo, están en peligro son una entelequia. Pero entre su testimonio y toda la actividad propagandística (prensa, instituciones y ciudadanos convencidos) desplegada en honor a la causa nacional, fuera de Cataluña va calando el mensaje. Más de un militante de izquierdas francés se ha extrañado ante la reivindicación nacionalista unánime de los colectivos de izquierda y los partidos y sindicatos en Cataluña, pero ante la ausencia de discurso crítico de otro signo asumen la “cuestión nacional” catalana como una iniquidad más por reparar. Y así va construyéndose poco a poco una imagen, que sólo se ajustará a la realidad a medida que el freno que Ciutadans intenta poner al nacionalismo en Cataluña empiece a tener resultados tanto en las políticas que rigen nuestra vida como en la conciencia de nuestros conciudadanos.

M. Rodríguez


1 comentario:

Un hombre de campo dijo...

Gran artículo. Mis felicitaciones.